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Fluir con la naturaleza: Juliantxo Irujo expone en la Ciudadela (Pamplona)

Exposición Juliantxo Irujo

Del 10 de Agosto al 23 de Septiembre va a estar abierta en la Ciudadela la exposición de Juliantxo Irujo titulada Fluir con la naturaleza.

Ciudadela de Pamplona. Pabellómn de Mixtos.Planta Baja

En el trexto del catálogo Julian nos dice :

Existen diferentes maneras de percibir la naturaleza y de utilizarla como referente para pintar un cuadro. Por un lado, el paisaje puede extasiarnos, invitándonos a la contemplación. Apreciamos entonces la atmósfera, la luz y la ordenación de los campos hacia un horizonte de profundidad. Por otra parte, es posible adentrarse en la naturaleza recorriéndola, como un explorador inquieto que no se detiene y siente a su vez que todo está en movimiento.

Al igual que en el río de Heráclito, no podemos pasear dos veces por el mismo bosque. En él encontramos una fuente inagotable de estímulos para los sentidos y de hallazgos para el saber. Al margen de aburridos caminos que pretenden llegar a destinos prefijados, podemos recorrerlo cada vez por diferentes senderos, descubriendo a cada momento nuevos rincones, nueva vida. Inmersos en su interior, nos envuelve la humedad, los olores, y el viento. Miramos hacia lo alto para percibir la luz tamizada que se transparenta en las hojas, nos acercamos a la tierra para escarbar en ella o exploramos el interior de un tronco hueco.

En base a esta referencia, cuando pinto un cuadro, no pretendo representar  un paisaje o unas formas naturales concretas, sino mostrar una serie de estructuras materiales que se entrelazan y fluyen, pretendiendo recrear esa actividad de recorrer un bosque y sentirme partícipe de su desarrollo.

Sugiero, de igual manera, considerar el ejercicio de contemplar un cuadro como una exploración abierta. Apreciar una obra de arte no se asemeja a  la descodificación de un jeroglífico, ni se dirige a descifrar simbolismos extraños o a interpretar las intenciones ocultas del autor. Como en un paseo por el campo, podemos adentrarnos en la obra pictórica por senderos diferentes y percibir cada vez nuevas emociones. Un cuadro, como una fuente,  no debe agotarse en una visita.

Para poder captar un entorno natural determinado es conveniente abrir los sentidos, saber mirar e interrogar ala realidad. Sabersentir el arte, lo mismo que saber sentir el mundo que nos rodea, implica un ejercicio de humanidad, nos distancia de la brutalidad y dela indiferencia. Sabersentir el arte supone unas cualidades más vinculadas a los valores de la voluntad que a los del intelecto: curiosidad, sensibilidad y actitud receptiva. Sin prejuicios conceptuales invito, por lo tanto, a pasear por estas obras dejando que la mirada fluya y se detenga, se aleje y se acerque, explore y juegue.

El proceso creativo de estos cuadros no se inicia con un proyecto expresivo concreto ni con el objetivo de representar una realidad natural previa. No trato de transmitir una idea o concepto mental prefijado, ni de utilizar la materia pictórica para dar forma y adornar un enunciado diseñado antes en la imaginación. No pinto para expresar lo que pienso sino para encontrar las imágenes de lo que siento.

La energía de mi pensamiento no se encamina hacia la producción de una idea sino hacia la elaboración de un protocolo de actuación, de un procedimiento creativo dirigido a encontrar y extraer de los materiales pictóricos imágenes que descubran el interior de mis sueños. Pretendo construir una alquimia metodológica para extraer de la materia sensaciones que de esta manera adquieran forma y se materialicen.

Durante varias décadas he trabajado en esa línea desarrollando distintos recursos técnicos y creativos, en parte azarosos, para aventurarme en lo inesperado. En los últimos años me he centrado en dos líneas principales de exploración: En primer lugar, la dilución de pinturas con aglutinantes dispares; óleo y acrílico, para que surjan, de esa mezcla de medios incompatibles, diversas superficies potencialmente provocadoras de sugerencias y sensaciones táctiles. En segundo lugar, intento combinar estos materiales tradicionales de la pintura con la incorporación de medios tecnológicos. Realizo procesos de escaneado y ampliación de pequeños objetos naturales, como nueces, hojas y conchas. También utilizo recursos informáticos azarosos para diseñar nuevas formas irregulares en claroscuro. Dichos elementos formales los copio o transfiero al soporte pictórico mediante diversas técnicas, de propia creación, para imprimir y transferir imágenes.

La distribución de este repertorio de recursos formales sobre la superficie se establece en base a dos criterios organizativos. Por un lado las unidades formales se van aplicando por capas, a veces aplicando transparencias y otras ocultando elementos anteriores. Esta superposición ordena la luminosidad de manera que, en algunas zonas, como ocurre con una vidriera o con el cielo a través de los árboles, la luz proviene de atrás, del interior del cuadro y en cambio otras veces, se van sumergiendo las formas en la oscuridad conforme se alejan del primer plano. Por otra parte los elementos formales se integran en la superficie, constituyendo diversas orientaciones o estructuras direccionales que, o bien fluyen en una dirección dominante, o bien colisionan y se enfrentan unas con otras. Estos ritmos direccionales vienen también constituidos en referencia al formato del cuadro, en recorridos de sentido ascendente, descendente u horizontal. Dicha vinculación entre las unidades formales y el formato ha inducido finalmente la creación de soportes curvos, en donde las formas onduladas puedan deslizarse y girar.

Una de estas obras finales es un tríptico arqueado cuyas alas laterales pueden cerrarse y abrirse dando lugar a dos imágenes diferentes. Considerando la asociación entre un cuadro y una ventana, relación más patente todavía en muchos trípticos, la obra abierta muestra tonalidades verdes, un posible exterior vegetal y diurno, mientras que el cuadro cerrado, en tonos ocres y rojizos, pudiera sugerir un interior cálido, aunque en absoluto carente de energía.

El objetivo final de estos procesos experimentales, pretende constituir superficies en la que proyectar nuestra sensibilidad y nuestras emociones. A través del concepto de sinestesia, quiero sugerir, mediante la vista, sensaciones propias de otros sentidos, en especial del tacto. Vuelvo a la imagen del paisaje que se recorre, de aquel bosque en el que la humedad, la aspereza, el calor y el movimiento no se sienten como cualidades exteriores sino propias. Recorriendo con los poros abiertos de nuestra piel la naturaleza, nos sentimos inmersos en ella, ya que a diferencia de la vista o el oído, este es un sentido que implica contacto directo. Tal vez se trate de encontrar esa comunión entre nuestro ser y lo exterior, desear fluir, entrelazarse e interaccionar directamente con la materia, fusionar nuestra piel con otros cuerpos; con la exuberancia vegetal, con la secreta dureza mineral,  o con el fluir envolvente de lo acuático.

 

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