Carlos Santamaría y su obra escrita

 

Inseguridad

 

El Diario Vasco, 1958-12-14

 

      Los expertos atómicos han redactado ya los dos primeros artículos del acuerdo sobre la suspensión de experiencias nucleares. Es esta una nota optimista; pero, en cambio, la amenaza crece en Berlín; se mantiene latente en el Oriente Medio y ruge sordamente en China.

      Los partidarios de la guerra —que no faltan— tienen motivos de satisfacción; un pequeño empujón más y se desencadenará la gran batalla que —según ellos— ha de poner fin a la acción comunista y establecer el reinado del orden y de la justicia. Lamentable teoría; ¿no basta la experiencia de las últimas guerras para convencerse de la inutilidad de los procedimientos bélicos?

      El momento presente produce, de todos modos, una fuerte sensación de inseguridad.

      El hombre contemporáneo ha luchado por la seguridad y hasta cierto punto creía haberla conseguido: seguridad sanitaria, seguridad de tráfico y de navegación marítima y aérea, etcétera, etcétera.

      Los avances son enormes, si se quiere, pero nuestro sentimiento de inseguridad es mayor que nunca. Se da el caso paradójico de que cuanto más luchamos para implantar la seguridad de nuestras vidas, tanto más acusada está la conciencia de carecer de ella.

      Los hombres del Barroco disponían de unas creencias que les reportaban seguridades más o menos reales. Lo típico del hombre moderno es el estar a la intemperie en todas las cosas importantes de la vida. Ortega y Gasset nos ha hablado de la «vida como inseguridad». Sus esquemas responden a la situación real. «Nuestra vida es radical inseguridad», «problema y naufragio». «El ser del hombre no es sino afán de ser». Sin embargo, la Biblia, ese libro inmenso, desconocido de la mayor parte de los católicos, dice por su parte: «No te abandones al afán; no te atormentes con problemas».

      La sabiduría religiosa es eminentemente providencialista. Sabe que el Universo está en manos de un Poder escondido y que la acción del hombre es limitada e incapaz de dar solución a los problemas que se plantean. «Arroja sobre Yavé tu cuidado y El te sostendrá», dice el libro de los Salmos. «No digas me basto a mí mismo», aconseja el Eclesiastés.

      La esperanza cristiana parte del tremendo supuesto de que no hay seguridad de ninguna clase. Me gustaría construir una teoría de la preocupación como antítesis de la esperanza. «No te jactes del día de mañana, pues no sabes lo que dará de sí». «¿No se venden acaso dos gorriones por un sueldo? Pues ni uno de ellos caerá a tierra sin disposición de vuestro Padre. Y de vosotros hasta los cabellos de vuestras cabezas están contados».

      La tragedia es que muchos cristianos han dejado de ser providencialistas. Confían más en sus propias armas que en ninguna otra cosa. No están dispuestos a dejarle ningún quehacer a Dios. Ellos se consideran más previsores que el Señor del Universo y se muestran partidarios de que se adopten medidas eficaces para combatir a los «malos», sin dar demasiada importancia a su justicia o injusticia.

      Por eso están muy preocupados de lo que pueda pasar ahora, como si alguien les hubiera encargado de sostener la esfera celeste sobre sus propias espaldas.

 

  • El sistema de búsqueda busca una sucesión de letras dada (no funciona con lematizador y no realiza análisis lingüístico).

  • Busca las formas que comienzan con la sucesión de letras dada, y no contempla dicha búsqueda en interior de palabra (el resultado de la búsqueda barc será barca, barcos, Barcala, Barcelona, barcelonesa..., pero no embarcación, embarcarse...).

  • Se pueden buscar sucesiones de palabras (pacifismo cristiano, por ejemplo, o partido comunista francés).

  • Es posible especificar el corpus: solo en textos en castellano / solo en textos en euskera / en todos los idiomas (euskera, castellano y francés).

Nodo: liferay2.lgp.ehu.es