Carlos Santamaría y su obra escrita

 

La diversión como problema

 

El Diario Vasco, 1959-10-18

 

      Hace mucho tiempo escribí un artículo que se titulaba así: «La diversión como problema». No recuerdo apenas lo que en él decía y cabe perfectamente que, si ahora lo releyera, me encontrase en desacuerdo con mis propias ideas de entonces. Estas contradicciones que uno suele tener consigo mismo son frecuentes y curiosas, pero no hay que extrañarse de ellas. Al fin y al cabo no somos estatuas.

      Sigo creyendo, sin embargo, que la diversión es uno de los problemas más importantes del ciudadano moderno y quizás —quién sabe— del de todos los tiempos. El tema de la diversión no tiene nada de banal y es —aunque no lo parezca— un tema capital de cualquier auténtico humanismo.

      La Semana Social italiana viene a darnos un argumento en este sentido, al haber elegido como asunto «El empleo del tiempo libre como problema social de actualidad».

      La revista francesa «Esprit» había también dedicado, hace unos meses, un número especial a «Le loisir» y en él se trataba de los mil y un aspectos del ocio en la vida contemporánea.

      En Francia, en Escandinavia, en América, como en la Unión Soviética, el hombre y la mujer de las distintas clases sociales organizan sus horas de descanso y sus periódicas vacaciones de un modo diferente.

      El buen uso de esta buena cosa que es el reposo, requiere incluso una educación adecuada. «Esprit» proponía una pedagogía del ocio o de la diversión. Por desgracia, muchas personas no saben hacer un uso correcto de sus horas libres, se aburren en ellas de un modo lastimoso y casi están deseando que vuelva el momento del trabajo.

      La cultura de masa ha hecho de la diversión un movimiento de masa, sin personalidad ni estilo de ninguna clase.

      Felizmente, en nuestro país se encuentran todavía muchas gentes —y no de las clases más elevadas— que dan muestras de originalidad en la elección inteligente de sus ocios. Pescadores, cazadores, cultivadores domingueros del arte o del montañismo, deportistas auténticos —y no simples espectadores— abundan en el País Vasco y ello debe ser un motivo de satisfacción para nosotros.

      La relación del tiempo de trabajo con el tiempo de descanso, la influencia de éste sobre el desarrollo de la personalidad, su periódica distribución y el derecho de todo hombre a disfrutar de un reposo proporcionado al esfuerzo físico o intelectual que realiza, plantean problemas de moral social cuya importancia no podría ser desdeñada por nadie.

      Felices los pueblos que se pueden permitir el lujo de reflexionar sobre sus ocios. Ello revela un nivel de vida adecuadamente elevado y un desarrollo armónico de su cultura.

 

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