Karlos Santamaria eta haren idazlanak

 

De política vasca

 

El Diario Vasco, 1986-11-10

 

      A finales de diciembre 84, es decir, en los días en que se consumaba la «defenestración» de Carlos Garaikoetxea, publiqué yo en este mismo periódico el siguiente comentario.

      Â«El prestigio de Garaikoetxea desborda los límites del partido, y una gran parte de la sociedad vasca, a pesar de no compartir la ideología jelkide, le ve con buenos ojos y deposita en él un amplio margen de confianza. Querer echar ahora por la borda a un hombre así me parece un grave error, una insensatez».

      Hoy sigo pensando de la misma manera que entonces. Ahora más que nunca hacen falta, en la política de este país, hombres de talante abierto y dialogante que sepan conciliar la firmeza de los principios con la ductilidad necesaria para llevarlos a la práctica. En el nacionalismo vasco esta distinción parece todavía más importante a causa del carácter utópico y meramente propagandístico de muchas de las presentaciones que suelen hacerse del mismo.

      No es éste el caso de Garaikoetxea. Así, por ejemplo, su interpretación reciente del «independentismo» como algo perfectamente compatible con una estructura confederal del Estado, podría ser, en un futuro más o menos próximo, la base de una solución democrática y pacífica de nuestro problema.

      Es de mal agüero que los líderes políticos vascos se dediquen en esta pre-campaña electoral a atacarse duramente los unos a los otros cuando, en realidad, estarían llamados a colaborar en el próximo Parlamento para buscar entre todos una salida sin violencia a nuestra actual difícil situación. Cualquier gobierno que se forme de espaldas a esta idea «unionista» fracasará probablemente a corto plazo.

      Nos haría falta una especie de gobierno, de «unión nacional», o más bien, de «unión democrática», apoyado por todos los partidos que aceptan el Estatuto como vía de entendimiento y de libertad para Euskadi, por encima de sus diferencias ideológicas.

      Estas diferencias son mayores entre las fuerzas políticas vascas que las que existen entre las de ámbito estatal. Aquí no sólo juega la clásica partición: derecha/izquierda, sino otra muy importante la dicotomía nacionalismo/sucursalismo.

      Uno de los principales inconvenientes del actual sistema electoral de listas cerradas es que, si bien contribuye a la formación de mayorías aritméticas bien definidas, elimina la verdadera conversación personal entre los representantes del pueblo. Estos se ven convertidos en máquinas de votar a las órdenes de las ejecutivas de los respectivos partidos.

      Con este sistema, las cuestiones más importantes se resuelven casi siempre al margen de la discusión pública por acuerdos más o menos secretos entre los partidos gubernamentales.

      De todo modos la escisión recién producida en el PNV y la formación de un nuevo partido en torno a Carlos Garaikoetxea podría contribuir a clarificar un poco esta situación y a hacerla más auténticamente pluralista. Podría ser, en definitiva, un bien, más que un mal.

 

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