Carlos Santamaría y su obra escrita

 

Ideas y palabras

 

El Diario Vasco, 1957-02-10

 

      La velocidad de circulación de las ideas alcanza hoy proporciones inimaginables.

      Un informe de la «World list of scientifics periodics» asegura que sólo en el campo científico se publican actualmente en el mundo más de 36.000 revistas.

      Esto no representa, evidentemente, sino una pequeña parte de las publicaciones periódicas. Las revistas de temas filosóficos, religiosos, jurídicos y culturales, se cuentan por centenares de miles.

      Si a esto se añaden los diarios, las publicaciones artísticas y literarias y el flujo irrestañable de libros, folletos, prospectos e impresos de todas clases que constantemente se vierten sobre el mundo civilizado, se comprenderá la imposibilidad de que ningún cerebro humano pueda hacer frente a tal avalancha de ideas.

      En cuanto al lenguaje oral, la profusión es aún mayor. Charlas radiofónicas, conferencias, discursos parlamentarios, «meetings», sermones, declaraciones internacionales, lecciones académicas y todo el sin fin de manifestaciones públicas del pensamiento, se multiplican en nuestros días hasta el infinito.

      Obsérvese que en todos estos casos se emplean los mismos vocabularios o vocabularios equivalentes, pues el lenguaje del mundo civilizado se halla prácticamente unificado pese a la diversidad de lenguas. Pero, ¿estamos seguros de que todos los hombres atribuyan a las mismas palabras el mismo sentido?

      Nadie puede afirmar que así sea. La equivocidad radical del lenguaje es una de las características principales de nuestro mundo y de nuestro tiempo.

      Vocablos de la mayor importancia, como «libertad», «derecho», «fe», «creencias», «justicia», son objeto de las interpretaciones y utilizaciones más diversas. Esta inevitable ambigüedad es causa de una enorme confusión y desbarajuste de ideas.

      En su encíclica «Mit Brennender Sorge», Pío XI denunciaba algunos de los grandes equívocos del lenguaje «nazi», tales como el empleo de la palabra «revelación» para indicar oscuras sugestiones de la sangre y de la raza, y del término «inmortalidad» para expresar no más que una supervivencia colectiva histórica e impersonal.

      Lo más grave del caso es que las palabras se hallan cargadas de una misteriosa carga histórica y de un fuerte potencial afectivo y que independientemente de los conceptos que se haga corresponder a los mismos, las palabras producen o pueden producir en los espíritus las reacciones más diversas e inesperadas.

      Sociológicamente no cuenta tanto la veracidad o falsedad de los juicios contenidos en una frase, como la fuerza de ésta para interesar o estimular a los hombres.

      Como ha hecho notar don Juan Zaragüeta, con profusión de ejemplos, existen palabras «prestigiosas» a las que todos se agarran, y palabras «desprestigiadas» que hay que procurar soslayar para evitarse malas interpretaciones. La palabra «democracia» goza, a lo que parece, de tanto crédito que hasta los mayores enemigos de la idea democrática suelen adoptar aquel término para referirse a sus propios sistemas —así, por ejemplo, los comunistas hablan de «democracias populares»—, mientras que en nuestro mundo las voces «reforma», «evolución» y otras similares deben ser usadas con las mayores precauciones para no excitar cierta explicable susceptibilidad.

      El gran secreto de los oradores públicos consiste precisamente en conocer a fondo los reflejos pasionales que las palabras despiertan en los espíritus.

      Un buen retórico tiene, por eso, algo de nominalista y mucho de sofista, lo cual explica que San Agustín, profesor de retórica, menospreciase tanto su propio arte y terminara por abandonarlo poco después de su conversión. Pero, con todo, la retórica puede ser también un arte excelente con tal de que se haga un uso correcto de ella.

 

  • El sistema de búsqueda busca una sucesión de letras dada (no funciona con lematizador y no realiza análisis lingüístico).

  • Busca las formas que comienzan con la sucesión de letras dada, y no contempla dicha búsqueda en interior de palabra (el resultado de la búsqueda barc será barca, barcos, Barcala, Barcelona, barcelonesa..., pero no embarcación, embarcarse...).

  • Se pueden buscar sucesiones de palabras (pacifismo cristiano, por ejemplo, o partido comunista francés).

  • Es posible especificar el corpus: solo en textos en castellano / solo en textos en euskera / en todos los idiomas (euskera, castellano y francés).

Nodo: liferay2.lgp.ehu.es