Karlos Santamaria eta haren idazlanak

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El espejismo de la droga

 

El Diario Vasco, 1981-01-11

 

      Existe en ciertos medios jóvenes una especie de espejismo de la droga que facilita el contagio y la expansión del fenómeno. Su carácter de cosa prohibida, exótica y misteriosa, aumenta el atractivo de la droga. Los partidarios de la legalización de las drogas blandas aducen precisamente como razón para justificar una medida de este género la necesidad de desmitificar el conjunto del problema.

      Pero, ¿qué es, en realidad, lo que el joven busca en la droga? ¿Qué espera o se propone obtener de ella?

      La respuesta a estas preguntas no es tan fácil como parece. En primer lugar, la mayoría de los jóvenes practicantes de la droga nunca se han puesto a reflexionar sobre la finalidad de este acto. La generalidad llega a la droga por simple contagio: «para probar»; «porque todo el mundo lo hace»; «porque mis amigos también se drogan»...

      La reflexión aparece sólo más tarde, es decir, cuando surge una persona que interroga al joven: los padres, un familiar, un profesor, un policía, alguien que está haciendo una encuesta... En estas condiciones es evidente que las respuestas no siempre serán espontáneas ni verídicas. La presencia del observador altera el fenómeno.

      Por otra parte, los encuestadores suelen tropezar con dificultades para ponerse en comunicación con verdaderos drogadictos «en estado natural» —valga la expresión. Es decir, que tienen solamente la oportunidad de contactar con individuos que, en cierto sentido, están de vuelta, porque se hallan ya en relación con hospitales, psiquiatras, comunidades terapéuticas, etc.

      De otros muchísimos, que viven su drogancia completamente al margen del «aparato social» —las más de las veces ni sus propias familias saben nada de lo que les está pasando— los encuestadores lo ignoran todo o casi todo.

      Por las citadas razones los resultados de las encuestas pueden quedar deformados o sesgados. pero esto no significa, en modo alguno, que las mismas sean enteramente inútiles.

      Según una información de la que da cuenta el último número de la revista «Esprit», no cabe duda de que la búsqueda del placer es para muchos jóvenes el móvil principal de la drogancia. «La sociedad proporciona placeres —dice uno de ellos— pero hay que complicarse la vida para obtenerlos. En cambio el hachís me suministra el placer de modo inmediato y sin complicaciones».

      Pero en otros muchos casos el joven no busca el placer, sino el olvido o la liberación. Olvido de los fracasos profesionales, amorosos, escolares o políticos; de los problemas económicos; del paro... Liberación de la familia, de la sociedad, de la cotidianidad...

      No faltan casos en los que el joven trata de encontrar en la droga cierta forma de trascendencia: «una fuerza que tiene que existir y que lo domine todo»; una «explicación», un «conocimiento». «La droga me hace ver, y ver claro, lo que los otros no ven».

      Ahora bien, el fenómeno de la droga cambia mucho de unos lugares a otros y cambia también rápidamente con el transcurso del tiempo y de las circunstancias. (P. ej. del 68 al momento actual).

      Por esta razón, si en el País Vasco se quiere hacer algo sobre este asunto —como parece que se quiere hacer— tendremos que realizar nuestras propias encuestas aquí y ahora. No se deberá extrapolar los resultados de otros pueblos o de otras situaciones distintas por completo de la que aquí tenemos.

 

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