Karlos Santamaria eta haren idazlanak

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Febrero de 1954. Diversas incidencias, Pastorales y declaraciones de varios prelados

 

Documentos, 15 zk., 1954

 

      Sin embargo y como no podía menos de ocurrir —los propios prelados lo habían ya previsto en sus comunicados— la mayor parte de los sacerdotes obreros atravesaron, y algunos de ellos siguen sin duda atravesando, una crisis dolorosa, al verse obligados a abandonar una forma de vida y de actividad apostólica en la que habían puesto tantas ilusiones y que tantos sacrificios morales y materiales les había costado.

      En cierto modo habían de sentirse fracasados y descalificados. Aunque nadie, que juzgue rectamente, pueda atribuir un significado condenatorio a las decisiones de la Jerarquía, algunos sacerdotes obreros se consideraron acusados sobre la pureza de sus intenciones sacerdotales. De hecho lo ha sido por una parte de la opinión que, mal intencionada o mal informada, y siempre fácil a la generalización, ha dado a los acontecimiento un sentido partidista y apasionado, completamente ajeno a la realidad.

      Las manifestaciones, indebidamente aireadas por la prensa, de varios de ellos —la carta de los setenta y tres, la de los treinta y uno y el documento de un grupo de sacerdotes trabajadores de los embalses hidráulicos— prueban la existencia de tal estado de angustia y las enormes dificultades que han hallado dentro de sí los actores de este drama, para adoptar una actitud adecuada y enteramente sumisa a la Iglesia, como la que sus más fieles y entrañables amigos deseaban para ellos. Pero, ¿podían esperar estos sacerdotes que el mundo les comprendiera? ¿Podrían extrañarse de que la opinión pública hiciese almoneda de sus más caros y sagrados afectos? El mundo ¿no es así? ¿No ha sido siempre así? ¿No está llena de parecidas tragedias la historia de la Iglesia? ¿Cristo mismo, no fue desnudado en la cumbre del Calvario y expuesto a las miradas salaces de la multitud? La figura de Job, a la que algunos de ellos se han referido, ¿no es la anticipación profética de la figura del propio Cristo?

      Conocedores de la catástrofe íntima que supone tal episodio en la existencia de muchos de estos apóstoles abnegados, los prelados han procedido, como podrá el lector comprobar en sus textos, con delicadeza exquisita y con caridad altísima, evitando todo lo que pudiera herir la sensibilidad de sus súbditos.

      Pero, en lo que concierne a la opinión, el malestar no tarda en extenderse a sectores obreros e intelectuales que estaban más o menos identificados con los métodos de los sacerdotes obreros y, lo que es más grave aún, el asunto viene a complicarse al adquirir inesperadamente un tinte político.

      Muy al margen del plano eclesial en que el problema se había ido desarrollando en definitiva hasta este momento, se oyen voces aisladas pidiendo la intervención del gobierno para defender los intereses eclesiásticos nacionales, el prestigio y las posibilidades de irradiación del espíritu y de la cultura francesa y un diputado llega a formular una pregunta escrita, a través del Diario oficial, al ministro de Asuntos Extranjeros, acerca de la legalidad de las reuniones convocadas por S. Em. el Nuncio en París durante el mes de septiembre, a las que antes nos hemos referido. El artículo de François Mauriac titulado «Por un nuevo concordato», lleva al extremo el equívoco y obliga al periódico «La Croix» a subrayar el verdadero alcance de las medidas y la naturaleza de las relaciones entre la Iglesia y el poder temporal. En el Boletín religioso de Tarbes-Lourdes, el Obispo de aquella diócesis Mons. THÉAS responde en breves palabras a las insinuaciones concordatarias del famoso literato, en los siguientes términos:

      [...]

      Estos detalles caracterizan suficientemente el clima reinante en la segunda quincena de febrero en torno al problema. En vista, sin duda, de la gravedad de la situación, el Arzobispo de Lyon, el Cardenal GERLIER, hace una breve declaración el 20 de febrero y el de Aix-en-Provence, Monseñor de Provenchères contesta a ciertas consultas, formuladas por un grupo de la Acción Católica obrera de su diócesis. En el primer texto el lector encontrará subrayadas con vigor, las ideas claves de las anteriores declaraciones episcopales. Las respuestas de Mons. de Provenchères a la A.C.O. explican los puntos más delicados, y sin duda los más controvertidos, de las decisiones episcopales. Completan y desarrollan las ideas contenidas en su pastoral (página 67 de este cuaderno), y tienen un gran valor para los lectores que quieran formarse un juicio acertado sobre el problema.

      He aquí en primer lugar la declaración del Arzobispo de Lyon:

      [...]

      El lector encontrará a continuación las respuestas de Mons. de PROVENCHÈRES a las consultas formuladas por miembros de la Acción Católica Obrera de su diócesis.

      [...]

      A fin de febrero aparecen las pastorales de los cardenales Liénart y Feltin, síntesis magníficas de todas las cuestiones planteadas y que el lector puede considerar como piezas esenciales para su información. Inútilmente trataríamos de resumirlas con objeto de facilitar su comprensión pues merecen y exigen una lectura reposada. En primer lu

      A continuación, la pastoral del 27 de febrero del Arzobispo de París S. Em. el Cardenal FELTIN.

      [...]

 

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