Karlos Santamaria eta haren idazlanak

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Terrorismo blanco

 

El Diario Vasco, 1968-03-10

 

      Salisbury anuncia seis nuevas ejecuciones de terroristas negros para mañana, lunes. Otra veintena o treintena de negros más serán posiblemente ejecutados en los próximos días, una vez que se ha decidido considerar como papel mojado los indultos de su graciosa majestad.

      Todo induce a pensar que la minoría blanca de Rhodesia, sea porque teme verse pronto acorralada por los negros, o porque, al contrario, se encuentre más segura de sí misma, trata de hacer un escarmiento en las cabezas indígenas.

      ¿Es cierto que los negros de Rhodesia se han lanzado a un auténtico terrorismo revolucionario? La palabra «terrorismo» es particularmente apta para impresionar a la gente y justificar toda clase de medidas represivas. Esa palabra tiene la virtud de provocar en las personas de orden determinados reflejos instintivos de defensa social. Todo el mundo, hasta los mayores ladrones, se siente amenazado por el terrorismo.

      Sin embargo, en este caso de Rhodesia, ocurre que los verdaderos terroristas son los blancos, los cuales, como es sabido, están ejerciendo el poder de un modo violento e ilegal. El actual régimen rhodesiano se inició por un acto de rebelión contra el Gobierno de Londres, que en ningún momento podía aceptar, al menos sin perder la cara, la política segregacionista de Salisbury.

      Muchos se han imaginado una confabulación entre Londres y las insumisas autoridades rhodesianas, dando por seguro que todo este asunto es valor entendido, hipótesis que, ciertamente, no parece del todo inverosímil.

      ¿No existen en aquel país grandes intereses económicos en juego? ¿No es cierto que tanto en Rhodesia como en África del Sur la política del «apartheid» armoniza perfectamente con la explotación «a máximo rendimiento» de aquellos ricos territorios?

      El presidente del comité especial de la O.N.U. contra la negociación racial, Sr. Marof, se ha explicado recientemente sobre este asunto, mostrando el trasfondo económico de la situación sudafricana.

      Lo cierto es que en Rhodesia se asiste actualmente a un terrorismo «de arriba abajo» forma de intimidación más condenable que la del terrorismo de «abajo arriba» que se pretende perseguir.

      Por otra parte, convendría analizar qué es lo que los señores blancos de Salisbury llaman «terrorista».

      Si juzgamos por la legislación sudafricana, que no es de suponer sea menos severa que de Rhodesia, vemos que cualquier ciudadano de más de quince años que sea sorprendido en simple posesión de un arma de fuego es reputado terrorista y automáticamente reo de la pena de muerte. (Ley número 76 de 1962 del Estado de África del Sur, Capítulo 21). (Este dato y los que siguen provienen de un minucioso estudio legislativo realizado por los juristas Leslie y Neville Rubin, que parece ofrecer las máximas garantías de autenticidad).

      Los negros de África del Sur viven en su propio país como en una situación «concentracionaria» en la que cada ciudad es para ellos como un campo alambrado.

      Así, un negro o mestizo no puede ausentarse por un período de más de tres días de su ciudad, sin permiso de las autoridades y si es sorprendido en falta a este respecto, pierde el derecho a seguir residiendo en aquella, aunque sea su propia ciudad natal o su lugar habitual de residencia desde hace treinta o cuarenta años. Un negro o mestizo no puede recibir a su familia en su casa por más de setenta y dos horas, aunque se trate de su padre o de su hija casada, sin incurrir en graves responsabilidades. El Ministerio de Asuntos bantúes puede decretar la expulsión de un negro de su ciudad natal por la simple razón de que juzgue que la mano de obra negra en esa ciudad es demasiado abundante. Ningún negro o mestizo puede acceder a la propiedad de la tierra, ni siquiera en la «zona de reserva», habitada sólo por los negros. Etcétera.

      La legislación segregacionista sudafricana es el instrumento más diabólicamente fabricado para mantener a una mayoría bajo la opresión de una minoría explotadora, con apariencias de legalidad.

      Si algún día la violencia de abajo arriba llega a desatarse en aquellos territorios y los negros se ponen a descuartizar a los blancos, se volverá a hablar de la barbarie de la jungla.

      Creo que sería oportuno preguntarse de qué lado anda en este caso la barbarie y el terrorismo.

      Y no parece que la respuesta sea demasiado difícil.

 

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