Karlos Santamaria eta haren idazlanak

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Lectura «sintomal»

 

El Diario Vasco, 1968-05-05

 

      Muchas veces pensamos, o simplemente lo suponemos sin pensarlo, que el interés de una filosofía radica en las nuevas «respuestas» que aporta. Sin embargo, conviene tener presente que tan importantes como las respuestas —en realidad más importantes aún que ellas— lo son las «cuestiones» que cada filosofía se plantea o plantea en su derredor.

      Althusser y sus camaradas de ingenio tienen razón seguramente al afirmar, en «Lire le Capital», que cuando Marx acometía el estudio de la Economía Política, lo más importante de su empresa no era el presentar nuevas contestaciones al cuestionario de los economistas clásicos, Smith y compañía, sino en alumbrar una temática de la que los mismos clásicos no había podido siquiera tener conciencia.

      Sin embargo, éstos se habían adelantado ya a dar una especie de balbuceantes respuestas a las mismas cuestiones que ellos no estaban en condiciones de enunciar. Es decir, poseían unas respuestas para unas cuestiones que no poseían.

      Por eso Marx empieza por destruir el horizonte cuestional y luego lo reconstruye de modo que en él puedan tener sentido y significación las indecisas y proféticas intuiciones de sus inmediatos antecesores.

      La sutileza de Althusser consiste en mostrar el anticipacionismo de la economía de Smith y el verdadero sentido de su lectura por Marx. Según Althusser, Marx lee a Smith de modo que descubre en él las respuestas a las cuestiones que Smith no había soñado siquiera en plantear. Más aún: ¡Marx lee en Smith lo que en Smith había de ilegible para el propio Smith!

      Creo que esto está claro. Y tal es la lectura que Althusser llama «sintomal».

      Ahora bien, lo terrible de los estructuralistas es que ellos se proponen aplicar a Marx el mismo trato que Marx dio a Smith; es decir, se proponen leer a Marx «sintomalmente», para descubrir en Marx las cuestiones, o más bien, el horizonte cuestional, que «depasa» al propio Marx.

      Â«La ciencia no progresa —dice Althusser—, es decir, no vive, más que por una atención extrema a sus puntos de fragilidad teórica».

      Así, «Lire le Capital» consiste, en cierto modo, en superar «Le Capital»; en dar por traspasado el horizonte de Marx para situarse ya en un horizonte post-marxista.

      Esto podrá causar satisfacción a ciertos ingenuos antimarxistas, quienes se frotan las manos creyendo que las aguas vienen de nuevo fluyendo hacia sus propios molinos reaccionarios. pero la evolución ideológica y política de las sociedades marxistas no puede retroceder hacia el liberalismo por la sencilla razón de que la historia nunca recula.

      En realidad, los citados ingenuos tendrían más bien motivos para alarmarse, ya que todo nuevo avance de la historia puede suponer un nuevo retroceso para los que se empeñan en permanecer inmóviles.

      El máximo peligro de la lectura «sintomal» va a consistir en que ahora ya nadie va a querer leer inocentemente. ¿Y qué va a pasar aquí si todos nos ponemos a leer «sintomalmente»? ¿No es esto algo terriblemente «subversivo»?

      La gran ventaja de la subversión filosófica consiste en que los encargados de velar por el orden ideológico no suelen entenderla y así no toman medidas contra ella. Mientras que para cuando la entienden, ya ha dejado de ser subversiva.

      El inconveniente de todos los inquisidores es la tardicracia.

 

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