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El análisis de la vivienda como estrategia de perfilado criminal indirecto: Una perspectiva psicoambiental

Dr. César San Juan. Prof. de Psicología Criminal de la UPV/EHU

El perfilado criminal consiste en predecir las características de personalidad más relevantes de un delincuente desconocido a partir de las “huellas comportamentales” que vemos reflejadas en la escena del crimen. Las técnicas empleadas para este fin suelen clasificarse en: el perfilado deductivo, el inductivo, el análisis geográfico y, finalmente, el denominado perfilado indirecto[1]. El problema de esta clasificación es que alberga categorías redundantes. En sentido estricto todo el perfilado criminal es indirecto ya que las características del perpetrador desconocido de un crimen no las vamos a poder obtener aplicándole un test de personalidad, precisamente debido al hecho de que se trata de un individuo desconocido para los investigadores. La aplicación de una batería de test de personalidad a un sospechoso conocido sería la única forma “directa” de perfilado criminal. Por otra parte, el perfilado geográfico siempre debe estar basado en técnicas estadísticas, por lo que debemos asimilarlo necesariamente al enfoque inductivo.

Dicho esto, no tenemos más remedio que concluir que el perfilado criminal es siempre indirecto, – salvo en el caso de que el individuo que precisa de evaluación colabore y se ponga a total disposición del evaluador, – y puede ser desarrollado mediante dos técnicas genéricas compatibles entre sí, a saber:

  1. la deductiva, a partir del análisis de la escena del crimen que, en nuestro contexto, tiene su más sobresaliente exponente en el método VERA, diseñado por Juan Enrique Soto[2]
  2. y la inductiva, a partir de la identificación de correlaciones significativas entre las características del caso objeto de estudio y la muestra disponible de eventos delictivos registrados previamente. Es un enfoque cuyo método estadístico más prototípico podría ser el Smallest Space Analysis. Para el análisis geográfico son empleados habitualmente programas GIS (Sistemas de Información Geográfica como por ejemplo Crime Stat, ArcGIS, o software libres como QGis)

Si no tenemos sospechoso a quien aplicar nuestro protocolo psicológico de análisis de la personalidad, estas técnicas constituyen necesariamente la casilla de salida de la investigación policial. No obstante, en una fase posterior, puede darse la circunstancia de que, por ejemplo, tras una serie de agresiones sexuales y, gracias al análisis geográfico, identifiquemos una zona residencial donde vive, precisamente, un individuo con antecedentes de este delito. Tras proceder a su detención como sospechoso sería conveniente recabar información adicional sobre él con el fin de preparar adecuadamente el interrogatorio, pero no nos interesa aplicarle un test de personalidad. También puede ocurrir que sobrevenga la necesidad de llevar a cabo un perfil criminal en situaciones especiales en las que sí conocemos al individuo objeto de nuestro análisis, pero tampoco es viable la aplicación de un protocolo de análisis directo de personalidad, como puede ser en el contexto de una negociación de rehenes o en las autopsias psicológicas. Para este tipo de casos que acabamos de detallar, Halty, Gonzalez y Sotoca (2017) proponen su protocolo encuist como modelo parsimonioso de evaluación de la personalidad, inspirado en la teoría de rasgos, con el fin de facilitar la técnica de perfilado indirecto. Está estructurado en los siguientes parámetros: extroversión/búsqueda de sensaciones, neuroticismo (ansiedad, ira y asco), insensibilidad emocional, impulsividad/agresividad y necesidad de cognición.

En este contexto de perfilado criminal en el que conocemos a la persona objeto de nuestra evaluación, pero no procede o es inviable la aplicación directa de un test de personalidad, dispondríamos de un recurso adicional muy conocido en el ámbito de la psicología ambiental: el análisis de la vivienda. Efectivamente, nuestro hogar, más allá de un espacio físico donde guarecernos y cocinar alimentos, es un espacio estrechamente vinculado a nuestra identidad, a nuestras reglas sociales y a nuestras relaciones interpersonales. Desde este punto de vista, no resultaría descabellado inferir el perfil de la personalidad de un individuo mediante el análisis de su vivienda, su dormitorio, su cocina y, en fin, de la disposición y características de los objetos que su ocupante ha acumulado a lo largo de un determinado periodo de su existencia. Además, por supuesto, nos permitiría obtener una gran cantidad de información sobre sus aficiones, gustos musicales o literarios y, eventualmente, sus perversiones más o menos ocultas. De hecho, una investigación de Pérez López (2011) vincula precisamente algunas características de los dormitorios con los factores de los Cinco Grandes, de tal forma que podríamos encontrar interesantes sinergias con el modelo encuist, citado anteriormente. En cierto modo, además, los ocupantes de un espacio actúan activamente sobre el mismo como una forma de presentarse ante el mundo. Es decir, la manipulación de los espacios personales no tiene una mera función decorativa para satisfacer la experiencia estética de su ocupante, sino que es un mensaje sobre su estatus, valores e ideales. En esta línea, en un estudio de Amaturo, Costagliola Y Ragone (1987) se observó que los residentes con altos ingresos, pero con bajos niveles de educación adoptaban un patrón de personalización del espacio basado en el valor de los objetos, más que en su funcionalidad. Por su parte, en un trabajo de 2009 Aragonés y Pérez-López relacionaron diferentes categorías de estilos de vida y sentimientos con la decoración de los dormitorios de una muestra de estudiantes universitarios.

 

Mina Murray en la película Drácula (F.F. Coppola)

 

Aunque es evidente que la aplicación la Psicología Ambiental en este ámbito concreto de la investigación criminal necesita mucha más evidencia empírica, la práctica de evaluar a los individuos examinando sus entornos no es nueva. De hecho, en mayo de 1942, la Oficina de Servicios Estratégicos (predecesora de los que es hoy la CIA) inició un programa de reclutamiento de espías en el que una de las pruebas de selección fue el “test de pertenencias” mediante la cual los candidatos debían describir a otros individuos únicamente analizando sus dormitorios y las pertenencias que en ellos encontraban (MacKinnon, 1977)[3]. En definitiva, se puede aprender mucho sobre las personas a partir de los espacios en los que habitan, incluidos los delincuentes.

 

 

Para saber más: San Juan, C. & Vozmediano, Laura. (2018). Psicología Criminal. Madrid: Síntesis

P.D. Debe usarse siempre el concepto “perfilado” (criminal). “Perfilación”, mala traducción de “profiling” y “perfilamiento”, son palabros no contemplados en nuestro idioma.

[1] Gimenez-Salinas, A. y González Álvarez, J.L. (2015). Investigación criminal: principios, técnicas y aplicaciones. Madrid: LID.

[2] Soto Castro, J.E. (2014). Manual de investigación psicológica del delito: El método VERA. Madrid: Pirámide.

[3] MacKinnon, D.W. (1977). From selecting spies to selecting managers: The OSS selection program. In J.L. Moses & W.C. Byham (Eds.), Applying the assessment center method. New York: Pergamon Press, pp.13–30.

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