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Treinta alumnos de 5º de Arquitectura idearon una instalación que se exhibió en Montpellier

Trabajaron en equipo para diseñar el proyecto definitivo, elegido entre quince propuestas, que se presentó en el Festival de Architectures Vives

  • Kronika

First publication date: 13/12/2017

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Alumnado de quinto curso de Arquitectura han participado en una experiencia que les ha permitido hacerse una idea de los retos a los que van a tener que hacer frente como profesionales, las dificultades que se van a encontrar al llevar adelante sus proyectos. La experiencia que estos jóvenes han vivido recientemente es una de las primeras consecuencias del convenio de doble titulación que han firmado la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV/EHU y la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de Montpellier, que ha comenzado a aplicarse a partir de este curso 20172018, siguiendo el camino que se abrió con la Escuela de Arquitectura de Burdeos.

La Escuela Nacional Superior de Arquitectura de Montpellier organiza todos los años el Festival de Architectures Vives, que llena de instalaciones artísticas distintas plazas de la ciudad. La selección de las obras se realiza a través de un concurso, pero la organización se reserva un par de invitaciones y este año una de ellas estuvo dirigida a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV/EHU.

Mario Sangalli, profesor del centro donostiarra que imparte la asignatura Arquitectura del Paisaje, e Iñigo Viar, profesor del Laboratorio de Experimentación Proyectual, animaron a sus estudiantes a que desarrollaran sus propuestas. Fueron unos cincuenta los jóvenes que aceptaron el reto, y divididos en grupos presentaron quince proyectos.

Las intervenciones se tenían que realizar a cielo abierto y a ellos se les adjudicó un patio formado por varios edificios al que se accedía a través de un túnel, en el centro de Montpellier. Debían ceñirse al concepto de la emoción, aunque los profesores entendieron que era un tema demasiado vago porque «es algo que se relaciona con este tipo de instalaciones», explica el profesor Mario Sangalli, que destaca la implicación del alumnado de Arquitectura.

Todo el proceso fue un ejercicio de reflexión y de práctica para los estudiantes y ya desde la concepción misma del proyecto tuvieron que empezar a sortear dificultades. Los profesores tomando ese punto de partida de la emoción, dieron una vuelta de tuerca más al tema, y pidieron que establecieran una relación entre el Cantábrico y el Mediterráneo, así que el trabajo se giró alrededor de la luz.

Las propuestas presentadas fueron de lo más dispar. Hubo quien quiso llevar aire guipuzcoano en grandes globos y quien intentó enmarcar el cielo. Otra propuesta llenaba el espacio con un laberinto que formaba una palabra. Un jurado formado por el director de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV/EHU, Juan José Arrizabalaga, y el artista Santos Bregaña, eligió a los cuatro finalistas y fueron los propios estudiantes los que decidieron qué proyecto debía viajar a Montpellier. La pieza elegida se basaba en tres elementos: un muro, que cerraba la visión del patio desde el acceso; una puerta elevada, para despertar la curiosidad del viandante; y un plano de espejo en el suelo, que reflejaría el cielo.

“Hasta aquí no se dieron grandes diferencias respecto a otros trabajos universitarios. Fue cuando hubo que trasladar la propuesta de la maqueta a la realidad, ateniéndose a un presupuesto concreto de algo más de mil euros, cuando los futuros profesionales vieron cuáles son las dificultades que habitualmente se encuentra un arquitecto profesional como las exigencias derivadas del medio de transporte para trasladar el material y la disponibilidad de medios, espacio y tiempo en la plaza de la ciudad”, explica el profesor Sangalli.

Como si de una empresa se tratara, una treinta de alumnos, organizados en cinco equipos, se repartió las tareas de diseño, construcción, presupuesto y compras, comunicación y organización del viaje en autobús. Además de los profesores Sangalli y Viar, contaron con la colaboración de Luis Gurrutxaga, técnico de laboratorio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV/EHU, y Miquel Baquero, coordinador de montajes efímeros. Sangalli destaca el aprendizaje que supone esta forma de trabajo en la que una idea de cuatro personas tiene que ser desarrollada por muchas más. “Han sido como unas prácticas y la verdad es que han respondido muy bien. Cada uno tenía su misión, pero han trabajado mucho en común. Han tenido que debatir el proyecto y desarrollarlo, cambiando cosas, que en el fondo eso es lo que enriquece la arquitectura, hacer posible ideas abstractas”.

210 espejos

El diseño final, denominado 'Falling into the Sky', contemplaba 210 espejos, una serie de módulos de madera, una puerta roja, -que procedía de la propia escuela ya que era una de las originales del edificio, que se desmontó hace años debido a un cambio de distribución-, y 24 sacos de arena. Todo pensado para poder ir en la bodega del autobús que les iba a trasladar a la ciudad francesa.

Finalmente fue una veintena de alumnos la que se trasladó hasta Montpellier, en un viaje con paradas en Carcassonne y la abadía de Valmagne. Pero antes, para no llevarse ningún susto o que surgiera algún imprevisto en el momento del montaje hicieron un ensayo en el vestíbulo de la escuela.

Unai Urrutikoetxea es uno de los futuros arquitectos que tomó parte en todo el proyecto. De la experiencia se queda con el aprendizaje: “Hasta entonces todo era muy teórico y tener que montar nosotros la pieza me hizo ver la complejidad que puede tener un trabajo por muy sencillo que parezca. Lo que para nosotros es una línea en el ordenador, a la hora de la verdad son muchos problemas, empezando por la nivelación, que es algo que no se ve”. Urrutikoetxea y su equipo presentaron un trabajo que no salió elegido y tras volver de Montpellier tiene claro por qué: «Me di cuenta de que era muy bonito, pero hubiera resultado imposible realizarlo». Asegura que también ha aprendido “a trabajar en masa porque hasta ahora nunca habíamos formado un equipo de 30 personas”. La experiencia ha resultado tan satisfactoria que tienen previsto participar en el festival Concéntrico de Logroño, con unas características similares.

La alumna Miriam Sánchez a su vez también valora de forma muy positiva su participación en el proyecto. “Me pareció una experiencia muy enriquecedora. La verdad es que no suele ser muy habitual tener la oportunidad de llevar a la práctica algo de lo que diseñamos en la escuela y es muy reconfortante ver que uno de los proyectos en los que has trabajado e invertido tantas horas se va a convertir ser un proyecto real.  Además, el hecho de ir a otro país a construir con tus propias manos la idea dibujada en un papel, te hace ver la complejidad real de la ejecución de un proyecto, sea cual sea su escala. Destacaría sobre todo el trabajo en equipo que se realizó, en la fase de diseño, y posteriormente en Montpellier para la construcción del mismo. También la oportunidad que se nos dio de construirlo con nuestras propias manos. Valoro muy positivamente esta experiencia y animo a los estudiantes a que se presenten a este tipo de concursos, ya que la experiencia merece la pena”.

Los estudiantes que fueron a Montpellier son: Maite Aizpuru, María Barasorda, Joana Barriocanal, Andrea Burgoa, Ainhoa Cabezón, Alejandra Contreras, Andrea Daraban, Olga Egia, Leire García, Arantza González, Irene Gregoris, Rok Lovsin, Cristina Martínez, Diana Matei, Stefania Praf, Amaia Renteria, Viviana Riponti, Miriam Sánchez, Natalia Uribe-Echevarria y Unai Urrutikoetxea.

Festival des Architectures Vives

Este evento, público y gratuito, tiene lugar desde 2006 en Montpellier y ofrece la posibilidad de descubrir algunos rincones de interés histórico de la ciudad. Se trata de una colección de instalaciones arquitectónicas, especialmente creadas para cada edición, que invitan a los visitantes a hacer un recorrido por el casco histórico, en el que están distribuidas. Una ruta que conecta una selección de patios de antiguas mansiones, que se encuentran habitualmente cerrados para la visita del público en general, y abren sus puertas durante una semana, ofreciendo al visitante una imagen inédita, resultado de intervenciones efímeras.

Las instalaciones, que en cada edición deben responder a un determinado lema, son seleccionadas entre un gran número de propuestas, como resultado de un concurso de ámbito internacional dirigido a equipos de arquitectos. El lema de la edición de este año estaba dedicado a la “emoción” que es capaz de transmitir la arquitectura que, en tanto que disciplina artística, trasciende el hecho constructivo. Como consecuencia del Convenio de Doble Titulación recientemente firmado entre la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de la UPV/EHU y la Escuela de Arquitectura de Montpellier, el centro donostiarra fue invitado a participar en este festival, asignándosele uno de los patios: el correspondiente al Hotel des Tresoriers de la Bourse.

Información adicional sobre el proyecto

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