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Santiago Pascual Díaz

Una experiencia en las Aulas

Alumno de la XIII Promoción de las Aulas de la Experiencia

  • Cathedra

First publication date: 20/07/2018

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Santi Pascual, alumno de la XIII Promoción de las Aulas de la Experiencia. Foto: Mikel Mtz. de Trespuentes. UPV/EHU

Todo comenzó con una llamada en el mes de septiembre del 2011.

- ¿Santiago Pascual?

- Sí, soy yo.

- Le llamo de las Aulas de la Experiencia de la UPV/EHU UPV. Se trata de su solicitud de matrícula para cursar los estudios de nuestro centro.

- Pero... yo lo había descartado ya cuando vi que no estaba en la lista de admitidos y que ocupaba el puesto 23 de la lista de espera. ¿Cómo puede ser?

- El caso es que han ido corriendo los turnos y quedan dos plazas por cubrir, ¿le interesa?

Tres segundos de duda, y respuesta afirmativa.

- Tiene que hacer la matrícula hoy mismo.

- No hay problema.

Me había tocado la “lotería”. Acababa de tomar una de las decisiones más acertadas de mi vida. Eso sí, tendría que rediseñar toda la agenda de actividades previstas para ese otoño-invierno. De este modo me convertí en alumno de lo que sería la XIII Promoción.

Con el comienzo de curso mi curiosidad no tenía límites. Conocía las materias que se iban a impartir, pero ¿qué tipo de profesores tendría? Y mis compañeros, ¿cómo serían?, ¿tendrían un nivel cultural excesivo para mí?, ¿qué ambiente se crearía en las clases?

Vanas reflexiones, que son solo reflejo de mis inseguridades. Además, no tenía ningún tipo de referencia de personas que hubiesen cursado estos estudios en años anteriores.

Cuando entré en clase, por primera vez, vi que las mesas eran corridas. Nos sentábamos cinco en cada una y la mesa del profesor estaba en un escalón superior. Me hizo retroceder a los primeros años de parvulario. Este aspecto ha desaparecido, ya que han cambiado la “morfología” de las clases, ahora, todo con un diseño más “democrático”. Pero aquella distribución tenía una gran ventaja: creaba más intimidad con tus compañeros más inmediatos.

La primera inquietud que surgió fue pensar cómo se equilibraría el tono medio de la clase. Es decir, si cada persona procedía de diferente formación intelectual, encontraría a los clásicos sabelotodo que interrumpirían al profesorado matizando, rebatiendo, ampliando o lo que fuera, en la materia correspondiente, o por contra, las interrupciones vendrían por la necesidad de explicar los conceptos o ideas más elementales precisamente por lo contrario, por falta de formación. Nada de eso: en dos días la adaptación fue perfecta, se preguntaba lo justo, el respeto entre compañeros era completo, y ¡oh, milagro!, nadie se pegaba por ocupar sitios diferentes, que también, era un peligro a tener en cuenta (por lo maniáticos que nos volvemos con la edad).

Llegaron las primeras clases: Salud y Actividad Física (Luis Casas), Historia del Arte (Mª Ángeles Ortega), Lengua y Literatura (Luis Milla) y el resto, que lamento no poder citar a todos para no extenderme. Deslumbrantes y exquisitos, la mayoría, por la calidad de sus exposiciones. Bien es cierto que alguno me recordaba a profesores de mi juventud por un estilo de docencia “viejuno”, con toques de autoritarismo desfasado y continuas coletillas (por ejemplo: “me entienden”, “atiendan”, etc.).

Si tengo que poner alguna pega respecto al primer curso, en cuanto a la docencia se refiere, comentaría el cambio de profesores (no sustituciones, sino cambios de hasta tres y cuatro personas diferentes para las mismas materias, por motivos varios) en algunas asignaturas. Pienso que es un aspecto que se tiene que cuidar un poco más, sobre todo en el primer curso cuando el alumno está un poco “blandito” y es más suspicaz. Esta situación también acontecía en algunas asignaturas optativas o cursos posteriores, y siempre generaba desconcierto entre los alumnos.

No obstante, este grado es soberbio. La UPV/EHU debía considerar la forma de ampliar su oferta. La pirámide de edad de nuestra sociedad, la jubilación de la generación “baby boom” y otros varios motivos, indican que es indispensable aumentar esta actividad.

No solamente eso: creo que debería buscarse la forma de interrelacionarse con otros grados, aunque fuese de forma “extraoficial”. Es decir, cuando un alumno acaba en las Aulas de la Experiencia, se ha generado una dinámica de curiosidad intelectual que podría completar asistiendo como oyente a asignaturas o materias en los otros grados que oferta la universidad.

He conocido compañeros médicos, ingenieros, abogados que les gustaría actualizar temas concretos de su título. Y no solo ellos: hay gente que en las Aulas de la Experiencia descubre la historia, la literatura, el arte, y quisiera profundizar en esas materias, no matriculándose en el grado correspondiente, sino asistiendo a asignaturas específicas, movimientos o épocas determinadas. Creo que esto es una asignatura pendiente.

Pero si algo no podía prever cuando comencé estos estudios fue encontrarme con un compañerismo magnífico. Una socialización auténtica y admirable. Los alumnos, desde el primer curso y de una forma espontánea (quiero decir: no dirigida o insinuada por la dirección o por el profesorado del centro) proponen y crean una serie de actividades que sirve para generar mayor vinculación y relación personal. No solo entre ellos, sino extendiéndola al resto de alumnos del centro. Actividades extra docentes que complementan las materias que se nos imparte: visitas a exposiciones temporales de los diferentes museos de Bilbao; visitas a edificios de valor arquitectónico de la villa; creación de un cine fórum abierto a todos los alumnos del centro y sus círculos más cercanos; participación en la coral de las Aulas; excursiones culturales a lugares histórico-artísticos; participación en exposiciones de pintura, fotografía, etc; comidas-tertulias con un tema predeterminado, expuesto por un compañero, y posteriormente, debatido; fundación de una modesta asociación de aficionados a la poesía; edición de poemarios; edición de un anuario…

Estoy seguro de que se me olvidan varias, pero merece la pena mencionarse ya que la información oficial de la Universidad, respecto a las Aulas, no lo indica y considero esencial hacerlo saber.

Este segmento de personas que, por diversos motivos, ya no tienen actividad laboral y, sin embargo, mantienen una inquietud intelectual no solamente quieren tutela formativa sino también intercambio de experiencias y sentimientos. Completar su mundo afectivo y ampliar su entorno social conociendo a otras personas, es decir, socializarse. Resulta fundamental, y esta gente lo ha encontrado, lo encuentra y lo encontrará en las Aulas de la Experiencia de la UPV/EHU.