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historiadora de la UPV/EHU

Virginia López de Maturana: «Celebren fiestas a San Prudencio…»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 25/04/2019

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Virginia López de Maturana. Foto: Nuria González. UPV/EHU

“Celebren fiestas a San Prudencio, a San Prudencio que es su patrón”. Así termina el zortziko de San Prudencio, patrón de Álava desde 1644. Virginia López de Maturana, historiadora de la UPV/EHU, es la primera mujer que dirige la Cofradía Amigos de San Prudencio. Este año, además, encabezará por primera vez los actos de esta festividad alavesa.

La fiesta de San Prudencio, el 28 de abril, está impresa en el corazón de los alaveses. No es de extrañar, ya que aparece en el Catálogo de fiestas tradicionales de precepto de Vitoria en el Concejo vitoriano de 1483 y en el Calendario de la Diócesis en 1410, así como en las costumbres de la Colegiata de Vitoria desde 1496. Incluso, aparece su referencia en calendarios mozárabes.

La Cofradía Amigos de San Prudencio es continuadora de la Cofradía del Señor San Prudencio, que se fundó en 1580 en la Colegiata de Santa María de Vitoria, coincidiendo con la llegada de sus primeras reliquias desde el Real Monasterio de San Prudencio (Monte Laturce, Clavijo. Rioja).

Pero el paso más grande para la devoción de los alaveses a su paisano es la triple declaración de las Juntas Generales de Álava (1643, 1644 y 1699) de elegir por Patrono de Álava a San Prudencio, y así lo otorgó la Santa Sede en marzo del año 1698.

Ahora, la historiadora de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea Virginia López de Maturana se ha convertido en la primera mujer al frente de esta institución con tan larga historia. Campusa ha hablado con ella ante su primera celebración de la festividad del patrón alavés en su nuevo cargo.

Desde el pasado julio es usted la primera presidenta-cofrade mayor de la Cofradía Amigos de San Prudencio. ¿Un nuevo paso hacia la igualdad?

Sí, es sin duda un nuevo paso hacia la igualdad. Las mujeres debemos ir progresivamente ganando mayor visibilidad en todos los ámbitos: políticos, económicos, sociales, culturales, etc.

¿Cuáles son sus objetivos al frente de la Cofradía?

El principal objetivo es rejuvenecerla y actualizarla. Adaptarla a los tiempos actuales. Esto incluye, por supuesto, dar más visibilidad a las mujeres, más presencia al euskera, e incentivar todo tipo de actividades ligadas a la cultura que acerquen la Cofradía y el símbolo de San Prudencio a la sociedad alavesa.

El origen de la fiesta es netamente religioso, ¿habría que adaptarla a nuestros tiempos?

Sin duda, no debemos olvidar el origen religioso de la fiesta, pues es una realidad histórica. Pero la sociedad actual es muy diferente a la que la vio nacer. Por ello, hay que adaptarla para que todas las personas se sientan a gusto y la disfruten: la fiesta ha de ser de todos y para todos.

¿Tiene algún proyecto a corto plazo?

El gran proyecto de la Cofradía actualmente es poner en marcha el Camino de San Prudencio, que partiría desde Armentia (su lugar de nacimiento), para recorrer todos los lugares que, según la tradición, habría visitado el patrón de Álava: Soria, Calahorra, Tarazona, Burgo de Osma, etc. Para Álava sería un gran atractivo turístico y cultural.

¿Se conoce bien la figura de San Prudencio en Álava?

No, ni la figura de San Prudencio, ni su fiesta. Pero sucede lo mismo con toda la historia y la cultura alavesas, son unas grandes desconocidas, a pesar de que existen muchísimos trabajos gracias a la labor de los profesionales que trabajamos en la Facultad de Letras de la UPV/EHU.

Cuéntenos alguna anécdota o hecho destacado en torno a la figura de San Prudencio que no sea tan conocida.

Al parecer, según la tradición, intervino en el restablecimiento de las relaciones ante alguna desavenencia entre la población de Burgo de Osma. Por ello, es conocido como el Ángel de la Paz.

San Prudencio y Armentia, con su basílica, van unidos. ¿Está suficientemente difundido el valor cultural de ese entorno?

No, insisto en el hecho de que los alaveses desconocemos nuestra historia y nuestra cultura. No somos conscientes del patrimonio histórico y cultural que tenemos, y tampoco las instituciones ayudan demasiado a ello. En ese mismo entorno, cabe destacar el Palacio Casa del Santo, un edificio neoclásico realizado nada menos que por Justo Antonio de Olaguíbel, y financiado por el alavés Juan José Díaz de Espada, obispo de La Habana. Él fue uno de los impulsores de la modernización en Cuba, y llevó a San Prudencio hasta la propia catedral de La Habana, donde existe una capilla dedicada a él.

Ha habido cierta polémica con el cartel de las fiestas de San Prudencio y de la Virgen de Estíbaliz. Incluso, usted expresó su opinión a través de los medios de comunicación. ¿Se ha zanjado el asunto?

Sí, el asunto no tenía más recorrido. La Diputación incluyó finalmente las referencias en el cartel.

Le esperan unas intensas jornadas para este final de abril. ¿Todo listo?

La preparación de estas fiestas supone mucho ajetreo y trabajo, pero sí, ya tenemos todo listo para disfrutar de ellas.

La figura de San Prudencio

San Prudencio vivió en la Alta Edad Media, aunque se desconoce exactamente en qué siglo transcurrió su existencia. Nació y vivió sus primeros años en Armentia, aldea alavesa hoy absorbida por el municipio de Vitoria-Gasteiz. Cuando tenía 15 años se retiró como anacoreta a las cercanías de la actual ciudad de Soria, en la margen derecha del río Duero, atraído por la gran fama del que fuera su maestro Saturio. Allí permaneció durante siete años, tras los cuales se dirigió a Calahorra, sede de una gran diócesis. Permaneció durante un tiempo en la localidad riojana, las crónicas afirman que evangelizó a muchas personas y realizó varias curaciones milagrosas, hasta que, viendo el número de enfermos que a él acudían, huyó a Tarazona para alejarse de la fama.

Tras permanecer como clérigo de la catedral de dicha localidad, llegó a ser obispo de la diócesis de Tarazona. Allí tuvo renombre su intermediación entre el Obispado y el clero de Burgo de Osma para restablecer las relaciones entre ambos. En ese municipio soriano le sobrevino la muerte y fue enterrado en una cueva del Monte Laturce (Clavijo, La Rioja).