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Traductor de Leonard Cohen

Alberto Manzano: «Hay que ser un poco poeta para traducir a un poeta»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 07/11/2019

Alberto Manzano
Alberto Manzano. Foto: Nuria González. UPV/EHU.

El 7 de noviembre de 2016 fallecía en Los Ángeles (California) el poeta, novelista y cantautor canadiense Leonard Cohen. Hace unas semanas, con motivo de una actividad organizada por el grupo de investigación TRALIMA ITZULIK, del Departamento de Filología Inglesa, Alemana y Traducción e Interpretación de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, nos visitó Alberto Manzano. Poeta, ensayista, traductor, productor musical… y amigo de Cohen, aprovechamos la ocasión para hablar con él de su trabajo como traductor de la obra del artista canadiense y recordar su figura.

 

¿Qué diferencias hay entre traducir una canción o un poema a una traducción de otro tipo?

Hay diferencias muy importantes, son dimensiones muy distintas porque, cuando asumes el trabajo de una traducción para ser leída, dista mucho de hacer un trabajo de una adaptación de un texto original para ser cantado. Está sujeto a unas restricciones muy importantes, tienes que tener en cuenta la propia musicalidad del texto original, tienes que tener en cuenta la métrica, tienes que contar las sílabas de cada verso, tienes que tener en cuenta el acento de la última vocal de cada de cada verso… y que todo eso fluya de una manera natural. Tienes que crear una nueva versión del texto original porque, evidentemente, no puedes ser literal. Yo me tomo muchas licencias poéticas en una traducción para ser leída, algo que aprendí de Cohen, que hizo versiones para ser leídas de poemas de Lorca, por ejemplo, de poemas de Cavafis, donde se toma grandes libertades. Cuando hice una traducción del texto cantado de ‘Take This Waltz’, que estaba basado en el poema ‘Pequeño vals vienés’ de ‘Poeta en Nueva York’ de Federico García Lorca, comprendí que no puedes enfrentar un idioma a otro, tienes que ser muy sutil con esa labor.

¿Hay que ser poeta para traducir poesía?

Sí, yo pienso que sí. Creo que es un elemento muy importante, tienes que ser un poco poeta para traducir a un poeta, tienes que tener esa cualidad.

¿Cómo se traduce a un poeta como Cohen?

Como comentaba antes, en una traducción para ser leída puedes ser mucho más fiel a la letra, siempre al espíritu, pero más fiel a la letra. Pero yo, que de alguna manera me he especializado en la obra de Cohen y conozco muy bien su obra, en el ámbito de la adaptación de una canción para ser cantada, muchas veces tengo que recurrir a otros poemas o a otras canciones, a otras metáforas del mismo autor que yo sé que mantienen el mismo espíritu de la canción. No creo que sea un traidor, puesto que veo ahí muchas similitudes, pero sí que, a veces, estás entre la espada y la pared en esas adaptaciones y tienes que recurrir a otras metáforas a otras imágenes, porque es una disciplina extrema realmente, contar sílabas, contar métricas, contar los acentos… Cuando me propongo esa labor de adaptación, vivo el espíritu de la canción, pero también vivo toda la obra del autor en su conjunto y también la vida del mismo. Además, tengo que reconocer una gran ventaja en mi trabajo, que es que siempre le he consultado a Cohen cualquier duda que me ha despertado mi trabajo. Eso no quiere decir que sea una garantía de excelencia mi trabajo, pero, evidentemente, es algo a tener muy en cuenta el apoyo del autor, que te ayuda a aclarar imágenes y dudas que tú tienes cuando estás elaborando ese trabajo de adaptación.

¿Cómo conoció a Cohen?

Conocí a Cohen en el año ochenta. Había hecho de manera artesanal, un poco rudimentaria, unos libritos con las letras de las canciones y de algunos poemas, que vendía en las Ramblas de Barcelona o a la salida de los conciertos y dejaba en depósito en algunas librerías. Con aquel arsenal de libritos, me planté en el hotel donde estaba alojado cuando vino a presentar el disco ‘Canciones recientes’ a Barcelona. Le dije al recepcionista si podía subir esos libros a la habitación de Cohen y, en ese mismo momento, bajaba por la escalera del hotel. Así que cogí los libros, los puse en sus manos y me dijo: “Vente a comer, Alberto”. Ahí empezó la amistad. Fuimos a comer, después fuimos a la prueba de sonido, después al concierto, backstage… Quedamos a desayunar al día siguiente y me dijo: “¿Qué haces hoy, Alberto?”. Pues nada, le contesté. “¿Por qué no te vienes con nosotros a Toulouse, que tenemos ahí el próximo concierto?”, comentó. Así que me subí al autobús de la gira y allí que me fui con ellos. Al mes siguiente ya estaba en su casa en Grecia, en la isla de Hydra, pasando las navidades con sus hijos… fue el principio de una gran amistad.

«Cohen fue poeta antes de ser cantante y eso es una garantía»

Hasta tal punto que se convirtió en su biógrafo. ¿Cómo lo describiría?

Leonard, a nivel musical, artístico y poético, es un maestro. Cohen es poeta antes de dedicarse a cantar, ya tenía el grueso de su obra publicada. Muchas veces buscamos en las letras de las canciones elementos poéticos y creemos verlos, que sin duda los hay, pero es que Cohen es poeta antes de ser cantante y eso es una garantía. Nunca diferenció su obra poética de su obra cantada, todo es poesía evidentemente. A nivel personal, fue una persona muy humilde y sencilla, muy entrañable, acogedora, nos ha cuidado mucho siempre a todos sus amigos, a todos sus colegas. Te hacía sentir igual a él, te trataba de tú a tú, era una persona de un corazón enorme.

También produjo un homenaje discográfico con la participación de artistas nacionales y extranjeros.

El trabajo que con más pasión vivo es la adaptación de las letras de Cohen y de otros artistas, porque no sólo he adaptado canciones de Cohen. Ese trabajo de trasladar de un idioma a otro una musicalidad para ser interpretada por un cantante en una lengua distinta a la lengua de origen es mi gran pasión, es mi gran devoción. En ese homenaje, que surgió después de mi colaboración con Enrique Morente en el disco ‘Omega’, en el que Enrique cantaba varias canciones de Leonard llevados al ámbito del flamenco, quise ampliar un poco ese espectro, puesto que la gran devoción de Cohen hacia el flamenco es incuestionable, y hacia Lorca, pero quería ampliar ese espectro con otros elementos nuestros, propios, de raíz, como la música mediterránea, sobre todo. Por eso, aparte de algunos grandes cantaores de flamenco, como Enrique Morente, Maite Martín, Duquende, Son de la frontera, que participaron en ese homenaje, también quise incorporar a otros artistas nacionales del ámbito más rock, como Santiago Auserón, Christina Rosenvinge, Javier Muguruza, Luis Eduardo Aute, etcétera. Ese fue mi objetivo en la producción que hice de homenaje a Leonard, ‘Acordes con Leonard Cohen’ se tituló.

Se cumplen tres años de su fallecimiento. ¿Qué ha supuesto Cohen para la canción?

Cohen, como Dylan, de alguna manera, inventaron ese género que se ha llamado rock poético, que es la poesía cantada. Creo que hubo un antes y un después de las primeras obras de Bob Dylan y Leonard Cohen. Hay muchos artistas, en concreto nacionales, que son hijos de Leonard Cohen. A pesar de que se hizo la vasectomía, Cohen ha tenido muchos hijos por todas partes y muchos están aquí, hoy, esta mañana y en todas partes de este país. Ha sido una gran influencia, descubrir que antes de ser cantante era poeta hizo que muchos quisieran ser como él. Tenemos el caso de Aute, el caso de Sabina, que se ha declarado un gran fan de Cohen, que escriben también libros de poesía. En ese sentido, ha tenido una gran influencia y ha sido un autor que ha ido renovando generaciones. Su legado es eterno, nos lo demostró con su vuelta después de años de haberse retirado a un monasterio budista. Cuando vuelve a los escenarios, el público joven está tan entregado como aquellos devotos que éramos de su obra y que ya tenemos unos cuantos años. Siempre hay flores nuevas naciendo con el espíritu de Leonard.

«Siempre hay flores nuevas naciendo con el espíritu de Leonard»

A pesar de su delicada salud, estuvo activo hasta el último instante.

Leonard estuvo muchos años sin grabar un disco. Desde el disco que publicó en el año noventa y dos, ‘El futuro’, hasta el dos mil uno estuvo recluido en un monasterio budista y después fue a estudiar con un maestro hindú. Estuvo fuera de juego. Fue debido a una estafa millonaria por parte de su manager, que le robo cinco millones de dólares, por lo que él regreso a los escenarios. Pero nunca se planteó volver al escenario solo por eso porque, en primer lugar, tenía un pánico escénico tremendo. Cuando terminaba el concierto salía del escenario corriendo, como si le persiguiera el diablo, y para salir a cantar, tenía que beberse unas botellas de vino. Pero su obra nunca se interrumpió, tanto en el monasterio como en sus estudios con el maestro hinduista siguió escribiendo poesía, componiendo canciones, y todo eso refleja también una evolución en el artista y a nivel personal extraordinaria. En los últimos trabajos, después de todos esos estudios de meditación zen y con su maestro hinduista, de alguna manera, pasa a ser un ser iluminado. Es un ser que ha dejado de ser él mismo para integrarse con el todo, con el cosmos, con la divinidad. Esos últimos trabajos que ha hecho realmente son magistrales en ese sentido, son de una sabiduría y de una profundidad increíble. Llega allí donde casi nadie se ha atrevido a pisar. Cohen siempre se expuso a todo eso, pero, después de esas experiencias, fue donde el mundo estaba ardiendo. Nunca dejó de ser un profeta bíblico anunciando el apocalipsis. Y todo eso se resume también en esos últimos trabajos. Es extraordinaria la labor que ha hecho este hombre… es único, es un gran maestro, es un sabio, es un místico.

Además, como ha indicado, llegó a muchas generaciones y, de ahí, el éxito de su último disco ‘You Want It Darker’…

Él tenía muchas dudas, estaba muy enfermo. Con la enfermedad que le impedía moverse de la cama, inmovilizado, me dijo: “Alberto, no voy a poder llegar a terminar la grabación de este disco, porque me encuentro muy mal”. Todos los allegados a Cohen sabíamos que estaba viviendo sus últimos días, que estaba próximo a su último aliento. Pero su hijo Adam le ayudó en la producción del disco, fue una gran ayuda y, finalmente, grabó el disco. Un día de estos voy a hacer un libro dedicado al rock y la muerte, sobre todos esos grandes artistas que han sentido que sus días estaban contados y grabaron un disco como testamento. Todos los discos de Cohen han funcionado bien en España y en Europa, en general, mucho más que en Estados Unidos. Creo que aquí la cultura se cuida un poco más que en Estados Unidos, donde todo pasa tan rápido, todo es están efímero, todo es casi de usar y tirar. En Europa, Cohen siempre estuvo muy bien valorado por una aportación cultural extraordinaria.

¿Qué mensaje les lanza a futuras generaciones de universitarios y universitarias que se puedan dedicar a este campo?

Que trabajen, que trabajen en el mundo de la poesía, que la traducción exige muchísima disciplina, muchísima vocación. Es un trabajo muy duro, pero la recompensa es maravillosa. Puedo decir que no se puede conocer a un autor mejor que diluyéndote en su obra, estudiarlo término a término, palabra a palabra, verso a verso y estrofa a estrofa… Hundirse en ese mundo del conocimiento del autor y de su obra es la mejor manera de conocer realmente, profundamente, y con una altura infinita a ese autor. No hay mejor manera de conocer a un autor, desde mi experiencia, que traduciéndolo.