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DOCTORANDO Y GANADOR DEl VII CERTAMEN DE AFORISMOS OIHENART

Juan Ramón Alberdi: «He perdido demasiado como para no aprovechar lo que me queda»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 06/05/2019

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Juan Ramón Alberdi. Foto: Nagore Iraola. UPV/EHU

“He perdido demasiado como para no aprovechar lo que me ha quedado; y me ha quedado mucho, tanto, que me sorprendo cada día”. Así de sincero y rotundo se expresa Juan Ramón Alberdi, ganador de la VIII edición del certamen de aforismos Oihenart y doctorando de la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología de la Universidad del País Vasco. Juan Ramón sufrió una lesión medular en el año 2007. Se encontraba podando unos árboles cuando se cayó y, en ese preciso momento, su vida cambió.

Tras pasar varios meses de rehabilitación, tuvo que aprender a escribir y lo hizo creando poesía, cuentos cortos… Cuando le dieron el alta, vino el abismo. Qué hacer a partir de entonces. Su mujer estaba preparando el acceso a la Universidad para mayores de 25 años y decidió preparar también él los exámenes. De este modo comenzó su andadura en la Universidad del País Vasco, un viaje que este alumno tardío califica de ‘apasionante e ilusionante’. Juan Ramón finalizó el Grado en Antropología Social y, tras cursar el Master en Antropología Social, en la actualidad se encuentra realizando el doctorado sobre el tema de la discapacidad.

¿Nunca pensó en cursar un grado en la universidad?

Jamás se me pasó por la cabeza. Dejé los estudios a los 15 años para trabajar, primero en una carpintería y más tarde fabricando cocinas de carbón y leña, al tiempo que realizaba labores en el caserío.

Y, en el año 2007, su vida cambió.

Totalmente. Estaba podando unos árboles en el caserío y me caí. Supe al instante que era una lesión grave y no me equivoqué. Estuve ingresado unos meses en el hospital de Donostia y, otros más, en el de Cruces. Luego hice terapia ocupacional. Tenía que volver a aprender a hacer muchas cosas, y entre ellas a escribir. Así que, empecé a escribir cuentos cortos, poesía… Pero, cuando me dieron el alta, dude sobre qué hacer con mi vida.

Entonces pensó acompañar a su mujer en su trayecto de acceso a la universidad.

Ella estaba estudiando para aprobar el acceso a la universidad para mayores de 25 años. Como el de mayores de 45 contaba con menos asignaturas, siendo ese mi caso, me pareció asequible y decidí hacerlo yo también. Tenía mis propios miedos. Pensaba que mis conocimientos no serían suficientes. El caso es que aprobé con una alta calificación y ante la duda de emprender la aventura universitaria, acudí al Servicio de Atención a Personas con Discapacidades de la UPV/EHU. Me asesoraron y me animé a cursar el Grado de Antropología.

¿Cómo fue ese primer día de clase?

Me desestructuraron todos mis esquemas mentales nada más empezar (se ríe recordando ese día). Yo fui a clase pensando que aprendería temas sobre Aita Barandiaran y nuestros orígenes, pero comenzamos la clase hablando de Platón y la República. En antropología me enseñaron a abordar temas como la identidad, el género, el feminismo o la lucha de las minorías desde una perspectiva nueva y apasionante. Desde luego, fue un acierto. Finalicé el grado con excelentes calificaciones y un claro empeño en seguir formándome en algo que, si bien al principio me costó mucho esfuerzo, posteriormente forma parte de mi vida y disfruté muchísimo; tanto, que, al terminar el grado, cursé un Master de Antropología Social. El Trabajo Fin de Máster lo centré en el tema de la identidad, concretamente, en cuándo nos sentimos parte de un lugar. Tras el master, me tomé un año sabático; pero los días se hacían eternos sin un objetivo; así que, hace dos años regresé a las aulas e inicié un doctorado de forma parcial sobre el tema de la discapacidad.

«Existe aún una discriminación silenciosa hacia las personas con discapacidad»

¿Ha tenido ayuda en todo este camino?

Claro. Cuando cursaba el grado, en los exámenes, me daban más tiempo para responder y, en clase, debido al movimiento reducido de mis manos, escribía más lento, sintetizando las frases. Luego, en casa, leía y trabajaba los textos que nos aconsejaban los profesores y profesoras. Tanto al estudiar el master, como ahora que estoy realizando el doctorado, he seguido teniendo un gran apoyo del Servicio de Atención a Personas con Discapacidades de la UPV/EHU.

De hecho, es la discapacidad el tema central de su doctorado.

Sí, así es. Creo que las personas que tenemos algún tipo de discapacidad somos las más indicadas para decir a la sociedad qué es la discapacidad. Tenemos que construir puentes porque la sociedad ha cambiado muy poco y sigue viéndolo como algo negativo. Existe aún una discriminación silenciosa; y la dignidad que se nos debe, se diluye entre la indiferencia, la compasión y le paternalismo. Yo mismo, sin querer, antes de sufrir el accidente era así, sin ser consciente de ello. Tenía prejuicios. Pero ahora entiendo lo importante que es aprender a normalizarlo. Y, en ese proceso de normalización, la formación es vital. La Universidad del País Vasco me ha demostrado que es una universidad abierta para todos y todas. Y, las personas que tienen algún tipo de discapacidad, deben saber que pueden formarse si esa es su voluntad. Yo creo que ahora soy una persona mejor, menos egoísta. Aunque, en verdad, la voluntad para seguir adelante parte de la propia familia, sin lugar a dudas.