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Enrique Barón, economista y abogado, expresidente del Parlamento Europeo entre 1989 y 1992

«Europa es una potencia emergente, la superpotencia invisible»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 14/07/2017

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En la imagen: de izquierda a derecha, José Luis de Castro, Enrique Barón y Juan José Álvarez (Foto: Nuria González. UPV/EHU)

En el marco de los Cursos de Verano de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales de la UPV/EHU, el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz ha concedido la medalla "Francisco de Vitoria" a Jacques Delors, expresidente de la Comisión Europea entre 1985 y 1995. La distinción honorífica reconoce a Delors como una figura clave para entender los principales avances de la Europa de los últimos decenios. La medalla ha sido recogida por Enrique Barón, quien presidió el parlamento Europeo entre 1989-1992 y colaboró con Delors en una etapa clave para la Unión Europea.

En la entrevista han participado Juan José Álvarez, catedrático de Derecho Internacional Privado de la UPV/EHU y experto independiente designado por la Comisión Europea para las áreas de libertad, seguridad y justicia, y José Luis de Castro, profesor titular de Relaciones Internacionales y Cátedra Jean Monet.

En 1989 usted asumió la presidencia del Parlamento europeo. ¿Cómo se imaginaba entonces que sería la Europa de hoy, 28 años después?
La Europa que deseaba era una Europa más fuerte, y más unida. Y no lo hemos conseguido todo, pero cuando me eligieron presidente del Parlamento europeo en la Comunidad Europea éramos 12 estados, unos 380-390 millones de habitantes. Ahora, a pesar de los pesares, y de nuestra pasión de autoflagelarnos, somos 500 millones, a la espera de lo que pase con el Brexit. Somos 28 estados, seremos 27, pero hay lista de espera. Tenemos una moneda única, y una ciudadanía compartida, y hemos creado una Unión Europea, y hay quien dice, y no es precisamente europeo, que somos una superpotencia invisible. Y ese es el desafío que tenemos.

¿Y cómo le va a Europa ahora?¿Goza de buena salud?
Se acaba de celebrar el 60 cumpleaños del tratado de Roma, y con todas nuestras diferencias, todos lo hemos celebrado y hemos firmado una declaración conjunta señalando prioridades importantes de cara al futuro: avanzar en la construcción de Europa, afirmar lo que fue el proyecto inicial y desarrollarlo; darle una dimensión política, y con atención especial a la seguridad e incluso la defensa ¬—en términos de situarnos los europeos en el mundo de hoy, en vez de estar mirándonos siempre al ombligo—, y hay que volverle a dar un alma social y volver a la trama social europea; y luego fortalecer la unión económica y monetaria.

«Hay que volver a darle a Europa un alma social»

¿Ve masa crítica en estos momentos para avanzar en el ámbito de la seguridad?
El tema de la seguridad lo veo muy importante, porque la Unión Europea está rodeada del mayor número de conflictos abiertos en el mundo, que van desde Ucrania hasta Afganistán y hasta Somalia, ya por no citar el agujero negro de Libia, y demás, toda la situación de Oriente Medio, el desastre que es la explosión iniciada en Iraq y luego en Siria, el conflicto árabe-israelí, que está siempre latente...  Tenemos que ser consciente de eso, y de otra cosa: de que somos el paraíso para los que nos rodean; nosotros tendremos muchos problemas, pero los que se atreven a pasar el Mediterráneo con el riesgo de morir ahogados piensan que llegan al paraíso. Y no son solo los refugiados. Tenemos un continente al sur con una dinámica demográfica impresionante, que es África.  Ahí nos jugamos mucho, y eso hace que tengamos que ser más conscientes en temas de políticas de seguridad.

¿A quién se está culpabilizando con respecto al drama de los refugiados?
No se puede hacer una causa general: los suecos están en cabeza en cuanto a la solidaridad en términos de asilo. Alemania también, y Alemania además lo ha hecho no solo por razones económicas y demográficas, sino sobre todo por una obligación política de la que son conscientes, porque los demócratas alemanes sobrevivieron gracias al asilo. España es un país en el que los demócratas han sobrevivido casi dos siglos gracias al derecho de asilo, y no hay mucha generosidad, ni mucha memoria. Cada uno tiene que mirar cómo está su casa.

En el tema de la crisis de los refugiados, creo que hay que decir que la respuesta no ha sido perfecta, que Europa no ha estado en el origen del problema, que no somos suficientemente activos, pero también es cierto que Europa es la que está haciéndose cargo de todo el tema humanitario, y no tanto del tema de enviar armas a la zona, que otros lo hacen con mucha más eficacia.

La juventud universitaria, que no ha vivido las razones por las que emergió Europa, y que ha vivido ya la generación Erasmus, da por supuesto que es el orden natural de las cosas, y a lo mejor por eso no aprecia los costes de una eventual no Europa…
¿Qué pasa con la generación Erasmus? Que para ellos Europa es un territorio que forma parte de su dimensión, de su hábitat natural, y yo creo que eso es muy positivo. Hasta el punto de que un tema de discusión en el caso de Gran Bretaña, es que hay un debate sobre cuál fue el interés por parte del gobierno Cameron de plantear el referéndum en un momento en el que las universidades habían acabado el curso y los jóvenes estaban desperdigados. Y así lo han pagado. Y en este momento, en el debate británico, que no está acabado —se ha notificado y apenas se ha empezado a negociar—, está el que no haya fronteras interiores, la posibilidad de estudiar y de vivir en un territorio como la Unión europea, el que haya unos programas de investigación y desarrollo... yo creo que es el hábitat natural. Y lo veo siempre que voy a las universidades, y a los debates: me parece que es de los temas que siempre son actuales y movilizadores.

«Para la generación Erasmus Europa es su hábitat natural»

¿Es  Europa una potencia emergente o en decadencia?
Emergente y en vías de consolidación. Y no es exagerado hablar de la superpotencia invisible. Y además, nos jugamos nuestra existencia: o conseguimos consolidar eso, o si no desaparecemos de la historia.

Europa tiene la segunda moneda de reserva del mundo, es la primera potencia comercial, encarna el modelo social europeo… Cuando uno va a una de las universidades más importantes de Pekin, y uno de los profesores dice: "ustedes no se pueden imaginar la popularidad que tiene el modelo social europeo en China"; bueno, pues a defenderlo, no a desmantelarlo. Y uno circula por América, por África, por Asia, y la demanda de que haya un protagonismo y una presencia europea es grande también desde el exterior. Por eso es invisible: ¡si no lo vemos nosotros! Lo primero es creérnoslo.