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La mejoría en la actitud hacia la inmigración que se percibía los últimos años se consolida en el escenario post-crisis de 2017

La migración y las actitudes que expresa la población autóctona están muy ligadas a la evolución de la economía y el mercado laboral

Fecha de primera publicación: 27/09/2017

Patxi Juaristi y Gorka Moreno, en rueda de prensa. UPV/EHU.

Gorka Moreno, director de Ikuspegi-Observatorio Vasco de Inmigración, que ha estado acompañado de Patxi Juaristi, vicerrector del Campus de Bizkaia de la Universidad del País Vasco y Ernesto Sainz, director de Familia y Diversidad del Gobierno Vasco y Lide Amilibia, viceconsejera de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, ha presentado los resultados del Barómetro 2017, que mide las actitudes hacia la inmigración extranjera de la sociedad vasca. Según este estudio, como en años anteriores la población vasca presenta una actitud ambivalente ante la inmigración extranjera: en ella conviven rasgos abiertos y tolerantes con otros que denotan posturas más reacias. En todo caso, los datos de este último barómetro son muy similares a los del año 2016 y muestran importantes diferencias con respecto al periodo de recesión económica.

Lide Amilibia, viceconsejera de Políticas Sociales del Gobierno Vasco, ha explicado esta mañana en rueda de prensa que "la mejoría de las actitudes hacia la inmigración que se detectaba en 2014, 2015 y 2016 se consolida en 2017", si bien los resultados en líneas generales son ligeramente peores que en 2016. De hecho, "la inmigración no es considerada como uno de los principales problemas de la sociedad vasca". Solamente el 2,4% de las personas que han participado en el Barómetro que elabora el Observatorio Vasco de Inmigración, Ikuspegi, fruto de un convenio de colaboración entre el Gobierno Vasco y la Universidad del País Vasco, lo menciona espontáneamente como primer problema de la CAE.

La ambivalencia se muestra en aspectos como el modelo de integración. Frente a opiniones que subrayan la riqueza social de la diversidad cultural también aparecen posiciones asimilacionistas, que se han consolidado en el último año.
El Índice de Tolerancia aunque es ligeramente inferior al de 2016, "va en línea con la recuperación de la confianza de los últimos años", según ha señalado Amilibia. Este ligero descenso en la tolerancia, que pasa del 59,04 al 58,48, coincide con una pequeña ralentización en el crecimiento económico, lo que abunda en la idea de que la tolerancia a la inmigración guarda cierto paralelismo con la mayor o menor confianza y certidumbre con los que la sociedad vasca aborda el futuro.

En todo caso, Patxi Juaristi, vicerrector del Campus de Bizkaia de la UPV-EHU, ha subrayado que "desde 2012, este índice ha crecido considerablemente y hemos vuelto al nivel de antes de la crisis" y que a ello ha contribuido "la actual situación social vasca en la que encontramos menor crispación, alejamiento de las críticas a la inmigración en los discursos políticos, ausencia de debates interesados, etcétera".

Según ha añadido Gorka Moreno, "el año 2017 consolida y ratifica el punto de inflexión que se dio en las actitudes hacia la inmigración en el País Vasco durante los años 2014, 2015 y 2016. En general, se detecta un mantenimiento o un leve descenso en algunos pocos ítems". De hecho, "las cifras se sitúan en la mayoría de los casos en porcentajes similares a los de los años previos a la crisis económica, por lo que podemos concluir que la coyuntura económica condiciona e influye en las actitudes hacia la inmigración de la sociedad vasca. A mayor certidumbre, mayor confianza general".

En el último Barómetro, un 12,6% de la población vasca menciona la inmigración como uno de los tres principales problemas que tiene Euskadi. En 2016 lo hacía el 12,3% de la sociedad. Para las vascas y los vascos el principal problema de Euskadi es el paro (así lo mencionan el 77,3% de las personas encuestadas), seguido por los problemas de índole económica (25%), la corrupción y el fraude (17,1%) o la clase política, los partidos políticos y el gobierno (14,9%).

Por su parte, la inmigración como problema personal desciende del 8,5% de 2016 al 5,2% de 2017.

Uno de los aspectos que continua generando mayor incertidumbre y recelo es el ligado a la llegada de las personas inmigrantes extranjeras y el mantenimiento del Estado de Bienestar de la sociedad vasca o el acceso a ciertos derechos y prestaciones sociales. Con la crisis estas percepciones tomaron fuerza, sin embargo a partir de 2014, aunque siguen siendo mayoritarias, pierden relevancia.

La visión funcional y utilitarista de la inmigración con respecto al mercado laboral, es decir, que se adaptan bien al mercado laboral, se erosiono considerablemente con el impacto de la crisis, y, por ejemplo, bajó del 55,9% de las personas que lo consideraban en 2009 al 30,4% en 2014. Sin embargo este porcentaje ha crecido desde entonces y el Barómetro de Ikuspegi lo sitúa en el 41,4% en 2017.

Refugio

Con respecto al refugio, un tema de gran impacto social y mediático, los datos apuntan a una sociedad vasca abierta y tolerante hacia las personas refugiadas. Un 27% cree que hay que acogerlas sin ninguna restricción (en el 2016 el dato era de un 29,8%). Además si sumamos los porcentajes de aquellas personas que afirman que tienen que tener acceso sin restricciones o una vez que demuestren su condición de perseguidas, la cifra asciende hasta un 67,9%.