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Profesor de Filosofía en la Universidad del País Vasco

Agustín Arrieta: «La filosofía casa mal con los valores de mercado que imperan en la actualidad»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 20/02/2020

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Agustín Arrieta Urtizberea. Foto: UPV/EHU

El profesor de Filosofía en la Universidad del País Vasco, Agustín Arrieta Urtizberea, acaba de publicar “Gogoeta bide irekiak”, un ensayo filosófico sobre ficción, verdad, valores y educación, donde trata de abordar algunos temas candentes. Ha descubierto que los temas del libro, supuestamente independientes, han resultado estar estrechamente ligados, y se congratula de ello.

¿La verdad está de rebajas?

Sí, ese es el planteamiento del libro. Hoy en día se habla mucho de la posverdad y creo que se trata de un tema importante y grave. Hay una especie de desprecio por la verdad. Ese desprecio se manifiesta de muchas maneras y no afecta solo a  la verdad: los denominados valores epistémicos como la objetividad, la evidencia, la neutralidad… todos estos conceptos están de rebajas, y en el libro muestro mi preocupación. Creo que es un camino peligroso y no sé hacia dónde nos conduce.

El lenguaje nos hace humanos. ¿Pero el lenguaje humano es natural o cultural?

Hago un planteamiento intermedio: en una época predominaban los que apuntaban hacia la biología en los debates sobre la lengua, y ahí apareció un hipernaturalismo en lo que se refiere al lenguaje; luego el péndulo se ha movido al otro extremo y se ha impuesto un hiperculturalismo, que defiende que el lenguaje es totalmente cultural. Yo analizo en el libro la cuestión lingüística y la cuestión de la percepción, y creo que esas dos posiciones extremas van por mal camino y que la respuesta está a medio camino entre las dos. En el libro hago una propuesta para el debate: todavía hay muchos flecos que es preciso desarrollar, pero la tesis sería la siguiente: ni hipernaturalismo, ni hiperculturalismo.

«Conceptos como la verdad, la objetividad y la evidencia están de rebajas, y ese camino es peligroso»

¿Qué conocimiento nos ofrece la ciencia?

Creo que el concepto central de ese conocimiento es la justificación. En la ciencia hay que justificar las tesis, las hipótesis, las teorías, y la justificación es la esencia; la ciencia debe ofrecer siempre una justificación. Estas justificaciones pueden ser de mayor o menor calidad y puede haber grandes controversias, pero se trata siempre de un conocimiento basado en la justificación.

¿Qué riesgos tiene el humor?

Sobre el humor se habla muchas veces desde un punto de vista ético-político y actualmente se oyen muchos mensajes censuradores. Yo, en principio, tiendo a maximizar la libertad de expresión. Pero sí que pueden existir limitaciones. Al fin y al cabo, la libertad de expresión debe combinarse con otros valores ético-políticos como la justicia, y quién sabe, puede suceder que de la mano de la libertad de expresión venga la injusticia.

El humor es una cuestión muy difícil, es muy difícil ser coherente. Es muy fácil censurar un tipo de humor y luego permanecer callado ante otro tipo de humor, muchas veces de forma incoherente; yo quiero preservar esa coherencia. En el libro digo que el contexto es muy importante. Pongo el ejemplo de un caso de tortura en el que una persona que ha sido torturada hace humor con la tortura, en un contexto determinado y con unos objetivos. Creo que este tipo de humor es totalmente aceptable. Pero, claro, si ese humor o ese chiste lo hiciera uno de los torturadores, la evaluación del humor sería otra, y yo no descartaría la posibilidad de censurarlo, sobre todo porque ese tipo de humor puede hacer mucho daño, porque puede provocar una injusticia. Por lo tanto, quiero proteger la posibilidad de maximizar la libertad de expresión, pero no descarto que el humor pueda ser muy perjudicial, sobre todo cuando hay un colectivo débil en el punto de mira. Hoy en día, a mí me parece muy doloroso, por ejemplo, el tipo de humor que se practica en algunos foros sobre inmigrantes y refugiados. Eso no es ofensivo, es perjudicial, es una vía contra los derechos de las personas.

«La filosofía ha influido en la justicia, en la revolución francesa, en el nacimiento del feminismo… la lista es muy larga»

¿Qué pasa con la filosofía para tener que andar reivindicando siempre su importancia?

El problema es que la filosofía no tiene una aplicación directa. Vivimos en una sociedad que requiere aplicaciones directas e inmediatas. La rentabilidad y la productividad son los principales valores de nuestro sistema educativo y nuestro sistema político; la filosofía y las humanidades en general se encuentran en una situación muy difícil. A mí me gusta decir que las cuestiones que trata la filosofía son muy importantes: quién puede decir que el concepto de justicia no es importante, el concepto de justicia se ha analizado siempre en la filosofía. A esas reflexiones no se les puede pedir una aplicación inmediata, y ese es el problema: la filosofía casa mal con los valores de mercado que imperan en la actualidad. Mirando atrás con perspectiva, ¿quién puede decir que la filosofía no ha influido? En la revolución francesa, en el nacimiento del feminismo... la lista es muy larga. Desde un punto de vista más general, si se observan las disciplinas con una mayor perspectiva temporal, el mapa que se obtiene resulta seguramente diferente.