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¿Hay castillos sin murallas? Sí

La UPV/EHU estudia la fortificación de Viguera, un castillo en el que los cortados naturales sustituyen a las murallas

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Fecha de primera publicación: 04/01/2019

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El concepto de fortificación es muy variado y no siempre está relacionado con un sistema de grandes murallas y desmontes extraordinarios. El Castillo de Viguera es una gran superficie rodeada en todo su perímetro por cortados naturales, al que únicamente se puede acceder por su zona sur, algo más baja, donde se retalló su acceso directamente sobre la roca.

La cuestión de las fortificaciones en época tardoantigua y altomedieval es un tema bastante complejo en cuanto a la interpretación de las funciones de las mismas, características, etc. La tremenda variabilidad formal y estructural con que se presentan no ha sido de gran ayuda para poder clarificar algo más su panorama general.

Su polivalencia y multifuncionalidad, unida consecuentemente a la versatilidad de formas de aparición de los muy diferentes tipos de fortificaciones (castros, torres y atalayas, faros para la emisión de señales visuales y lugares de emisión de señales acústicas, castillos habitacionales, motas, prisiones, fortificaciones de concentración de rentas y excedentes, cercas y muros de diversa índole para delimitar espacios o dirigir el tráfico de personas a ciertos puntos…), no favorece presentar unas líneas básicas de aplicación universal.

Las actuaciones arqueológicas han facilitado muy poco, en la mayoría de las ocasiones, la construcción de bases sólidas con las que comenzar a analizar su registro. La metodología explicaba ese hecho, en parte. En general, debido a su monumentalidad, se tendía a intervenir en las murallas, para “limpiarlas”, restaurarlas, etc., dejando muchas veces el interior de las fortificaciones sin intervenir o con una mínima intensidad. Con esa manera frecuente de proceder, había una gran cantidad de información que no se recuperaba y que era crucial para la interpretación de la fortificación. Porque una fortificación es mucho más que sus murallas…, pero como dijo un famoso científico hace años, es más fácil desintegrar un átomo que superar un prejuicio. Los últimos avances metodológicos, tanto conceptuales como en particular en diversas ramas de la arqueometría, han posibilitado el desbloqueo inicial.

Una fortificación no siempre tiene grandes murallas.

Por otra parte, los conceptos de fortificación son muy variados. Una fortificación no siempre está relacionada con un sistema poliorcético muy elaborado, grandes murallas y desmontes extraordinarios, etc., como estamos acostumbrados a ver en abundantes ejemplos de destacadas fortificaciones. Una fortificación puede ser, lo es de hecho, una pequeña torre de vigilancia realizada en madera e incluso, a veces, sin protección perimetral de ningún tipo (empalizada, foso, muro…). La finalidad de las fortificaciones es un punto capital. En el caso que vamos a analizar aquí, es el ejercicio de un control territorial eficiente.

Así, lo importante de esos sistemas de control territorial era la instalación de una red de enclaves conectados (recintos fortificados de primer orden, torres, faros, puntos de control en pasos angostos, etc.). En caso necesario, podrían emitir, transmitir o replicar el mensaje pertinente. Si alguno de esos nodos dejaba de ser operativo, la funcionalidad de todo el sistema se vería comprometida hasta el punto de dejar de ser eficaz, y no cumpliría la función por la que fue creado todo el sistema.

En conclusión, desde el punto de vista operativo, todos los nodos tenían el mismo rango funcional (no desde el punto de vista organizativo y de jerarquización interna). Así pues, la función de ese tipo específico de fortificaciones, que son las torres de vigilancia y emisión-transmisión de señales, era crucial para poder llevar a cabo de manera efectiva un control real del territorio.

 

Fortificación de Viguera

El castillo de Viguera está situado en el término municipal que lleva su nombre, en el valle del Iregua, en la zona de contacto del Sistema Ibérico con el valle del Ebro, y este verano de 2018 se ha realizado la tercera campaña arqueológica en la zona.

La vía de comunicación del Iregua tuvo que jugar un rol importante en el período último del reino de Toledo, según el registro arqueológico detectado en la parte alta del valle (finales del VII/principios del VIII y luego en el s. XIV), y en siglos sucesivos según las fuentes documentales (especialmente en los ss. IX, X, y XI/XII en la zona viguereña). Ello tenía que traducirse tanto en el registro de la propia vía, como de las fortificaciones encargadas de su vigilancia.

Antes de comenzar los trabajos de intervención arqueológica en esa fortificación, se llevó a cabo un estudio de la documentación de las fuentes árabes y latinas relativas a Viguera y su entorno entre los siglos IX y XIII, realizado por el doctor Jesús Lorenzo Jiménez. Su resultado ha sido un volumen de 290 páginas que todavía se está analizando desde el punto de vista de la investigación antes de que se publique a su debido tiempo.

El Castillo de Viguera o también denominado directamente como Valdemetria o Castillo de Valdemetria, se trata de una fortificación de gran superficie (18 hectáreas) rodeada en todo su perímetro por cortados naturales que rondan los 100-120 metros de caída. Únicamente se puede acceder por su zona sur, algo más baja, donde se retalló su acceso directamente sobre la roca.

Pequeñas zonas de toda su extensión fueron ocupadas de forma estable.

Por los indicios que se barajan actualmente, solo unas pocas y pequeñas zonas de toda esa extensión fueron ocupadas de manera “estable” (con los condicionantes temporales que las ocupaciones militares en esos lugares tan agrestes suponen). “El resto de la superficie pensamos que fue aprovechada por los sucesivos rebaños de 30-40 ovejas y cabras aproximadamente, que pudieron permanecer allí de manera habitual para el abastecimiento de las diferentes guarniciones que se instalasen: leche para quesos por la presencia de varios fragmentos de una quesera de cerámica localizada en estratigrafía, carne, piel para cuero, tendones, huesos, lana, cuernos”, explica José María Tejado Sebastián, profesor del Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales de la UPV/EHU, arqueólogo y director del proyecto.

Lo primero que se puede confirmar, tras estas primera campañas de aproximación al contexto de la fortificación del “Castillo de Viguera”, es la gran potencialidad arqueológica del yacimiento. Un yacimiento militar que, como se ha remarcado, no tiene murallas. Algo evidente cuando se accede a él. Las murallas son naturales, se escalan al subir al mismo y, por tanto, no son necesarias. “Es evidente que solo se podría acceder al interior del mismo si sus residentes lo permitían, pues era inexpugnable desde el punto de vista defensivo. No así si había una reducción por hambre por medio de asedios, como nos cuentan las fuentes que sufrió en alguna ocasión”, comenta el investigador.

Según las dataciones realizadas, corroboradas por fuentes escritas, y los estudios estratigráficos, la fortificación fue utilizada a lo largo de los siglos y reocupada en diferentes épocas para el control del territorio y como fortificación militar. Algo que se reafirma por la presencia de elementos militares de aviso, como los ejemplares de trompa de cerámica aparecidos en el castillo.

La campaña de este año ha tenido numerosas y destacadas novedades, muchas de ellas todavía en fase de estudio (cerámicas, huesos, metales, vidrios, etc.), destacando por su contexto de aparición en lo alto del cerro, un pequeño edificio de culto, orientado al Este, planta de espacios simétricos, realizada en yeso de elevada calidad y construida en la fase final del período tardoantiguo. Ha sido datada por carbono 14 (AMS), con un 95,4% de probabilidad, entre finales del siglo VII (662) y el siglo VIII (774).

La necrópolis que presenta alrededor cuenta con al menos seis individuos, de los cuales cinco se han excavado y uno se ha datado en la fase de finales del s. XI y principios del s. XII. En estos momentos se están realizando los estudios osteorarqueológicos dentro del seno del grupo de investigación para conocer más detalles al respecto.

 

Información complementaria

José María Tejado Sebastián es profesor del Departamento de Didáctica de las Ciencias Sociales de la UPV/EHU y dirige el proyecto de investigación Castillo de Viguera. Es miembro del grupo de investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales (GIPYPAC) de la UPV/EHU, cuyo investigador principal es Juan Antonio Quirós.

En la campaña arqueológica ha participado alumnado de la UPV/EHU, dentro de un programa de prácticas de la Facultad de Letras, en el marco de una campaña internacional de excavación donde han tomado parte también estudiantes de máster o doctorado de universidades de Italia, Portugal y Reino Unido. La documentación geométrica ha sido realizada por el Laboratorio de Documentación Geométrica del Patrimonio de la UPV/EHU.

 

Para saber más

- Quirós Castillo, J. A. y Tejado Sebastián, J. Mª (eds.), 2012, ‘Los castillos altomedievales en el noroeste de la Península Ibérica, Documentos de Arqueología 4’, Servicio de Publicaciones de la Universidad del País Vasco, Bilbao.

- Tejado Sebastián, J. Mª (coord.), 2018, ‘Vislumbrando la Tardoantigüedad: Una mirada desde la Arqueología’, Instituto de Estudios Riojanos, Logroño. (esp. pp. 95-104).

- Divulgación: Página Facebook de El Castillo de Viguera: https://www.facebook.com/Castillo-de-Viguera-156111965221765/