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Primera estudiante sordociega en Euskadi que finaliza una carrera universitaria

Guiomar Andreu: «Derriba las barreras de tu discapacidad y lucha por tus sueños»

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Fecha de primera publicación: 06/05/2021

Guiomar Andreu posa junto a tres de sus pacientes en la residencia Residencia Gurena. Foto: Tere ormazabal
Guiomar Andreu posa junto a tres de sus pacientes en la residencia Residencia Gurena. Foto: Tere ormazabal

Guiomar Andreu acaba de salir del trabajo. Ha comido un bocadillo y llega apresurada a la entrevista, en una sala de prácticas de la Facultad de Medicina y Enfermería. Finalizó los estudios de Fisioterapia hace un par de años y, desde entonces, ha trabajado en diferentes campos de esta ciencia, tanto hospitalaria, como socio-sanitaria o deportiva. Acaban de hacerla un contrato indefinido en la “Residencia Gurena”, en Loiu, como responsable del Departamento de Fisioterapia. 

Hasta aquí no deja de ser una historia más como la de miles de estudiantes que salen de esta o cualquier otra universidad; salvo por un motivo: Guiomar es la primera estudiante sordociega de Euskadi y de las primeras del Estado que ha logrado obtener un grado universitario. Y lo ha conseguido donde ella quería: en la UPV/EHU. 

Sentada frente a ella, Naia Ajuriagoeaskoa, Intérprete de Lengua de Signos (I.L.S.) de la Universidad y su habitual compañera en este viaje que comenzó en 2012, cuando decidió quedarse aquí y “no ir a Madrid, a estudiar Fisioterapia en un centro de la ONCE”, donde todo el mundo le decía que le resultaría más fácil conseguirlo. 

Hay química, se percibe; han sido muchas horas juntas, en clases, fabricando "palabras" que no existían en la Lengua de signos, con las que comprender la difícil terminología de la carrera y evitar tener que repetirlas letra a letra, una y otra vez durante toda la carrera. Aunque Naia asegura que siempre trató de mantener la necesaria distancia profesional, se palpa la empatía y el orgullo por haber participado en esta demostración de que las barreras están solo en nuestra mente si, quienes debemos, hacemos nuestra parte.  

«Tengo la experiencia de haber sido rechazada por mi discapacidad; eso es frustrante y doloroso. Sin embargo, en todos los sitios que he estado trabajando me siguen ofreciendo trabajo»

Para Guiomar es importante “que para las empresas la discapacidad no sea motivo de rechazo en nuestra valoración. Necesitamos y exigimos – reivindica- que nos valoren por nuestra capacitación. Tenemos el mismo derecho que cualquier profesional, que nos pongan a prueba. Personalmente -añade- tengo la experiencia de haber sido rechazada por mi discapacidad; eso es frustrante y doloroso. Sin embargo, en todos los sitios que he estado trabajando me siguen ofreciendo trabajo”. 

Ahora trabajo con personas mayores, explica Guiomar, tratando diferentes patologías: trauma, neuro, cardiovascular, etc... Me arreglo bien con ellas. En la situación actual la mascarilla es un condicionante más para la comunicación, pero con buena disposición y un poco de esfuerzo lo superamos con facilidad”. 

“Guiomar es sordociega, no muda”, se comunica perfectamente hablando nos recuerda Naia. Un error habitual de quienes desconocemos este entorno. Padece el Síndrome de Usher.”, una enfermedad degenerativa que le ha provocado una pérdida progresiva de la audición y la visión. “Aun me quedan restos auditivos y visuales”, explica la fisioterapeuta.  

Ahora, “Me queda visión central y un poco de la periférica, por eso -explica Guiomar- la persona con quien hablo tiene que situarse enfrente y debe haber luz suficiente para poder comunicarme”. 

“De adolescente quería estudiar Medicina o Derecho, pero, dada la evolución de la enfermedad, decidí hacer algo más manual, que me permitiera trabajar de ello. Estudié Fisioterapia y ahora es mi pasión”. 

Una progresión ascendente 

“Los principios fueron muy duros”, recuerda. “Desplazarme a Leioa no era el problema, porque hice Bachiller en Donostia y estaba habituada a coger autobús; pero empezar un grado, en un sitio nuevo, con gente nueva, nuevo profesorado, organizar las clases para poder seguir el ritmo, nueva terminología… eran muchas cosas a las que hacer frente”. 

Javier González Velasco, profesor suyo durante toda la carrera y director de su Trabajo Fin de Grado (TFG) explica que “no era la primera vez que trabajábamos con alguna persona que tenía una discapacidad, pero sí la primera que requería de alguien que estuviera en el aula con ella para seguir las clases”.  

“El Servicio de Discapacidad de la UPV/EHU nos explicó qué debíamos tener en cuenta -recuerda Javier-; en la medida en que pudimos, adaptamos el material y se lo pasábamos por adelantado; intentábamos tener las presentaciones con fondo negro y letras blancas para facilitarle la lectura y, si había algún audio, tratábamos que tuviera subtítulos. Aunque no siempre lo conseguíamos”. 

“Yo no podía seguir las clases y tomar apuntes a la vez, porque tenía que estar pendiente de lo que me decía la intérprete -explica Guiomar-; pero las compañeras y compañeros me pasaban los apuntes para que pudiera estudiar. Empezaron sorprendidos al verme los primeros días en clase y acabé la carrera teniendo buenas amistades”.  

El camino no estuvo libre de obstáculos. Situaciones tan habituales en cualquier trabajo, como la sustitución de la Intérprete de Lengua Signos por una enfermedad u otra causa, suponían para Guiomar un grave contratiempo. “Imagina -subraya- lo que era para mí volver a acordar todos los signos que correspondían a las palabras técnicas con cada una de las intérpretes que sustituían a Naia… ¡Y, en toda la carrera, fueron unas trece!”.

Javier reconoce que, al principio, “las cosas nos daban un poco miedo, pero luego todo fue transcurriendo con normalidad; ver su evolución ha sido una experiencia muy grata y satisfactoria”. 

«Quiero trasladar al futuro alumnado discapacitado: necesitaremos bastante más esfuerzo, pero, con ilusión y trabajo, lograremos las metas que nos propongamos»

El profesor recuerda que, “como el resto del aula, su progresión ha sido ascendente: al principio, necesitó situarse en la carrera, comprender el vocabulario; luego, su línea en los resultados fue mejorando, curso a curso hasta llegar al TFG, que supuso un reto aun mayor, especialmente para ella, pero que superó de manera muy notable, como se ve en la nota que obtuvo”. 

“Para el TFG quise investigar la contribución de la Fisioterapia en los procesos oncológicos, porque no habíamos profundizado en las clases y es un tema que me interesaba especialmente”, explica Guiomar. “Me llevó mucho trabajo por la escasez de artículos sobre el tema -continúa- pero quedé muy satisfecha con el resultado. Incluso el Tribunal me dijo que era como un doble TFG”. 

Como cualquier estudiante, Guiomar siente un gran orgullo de haber finalizado el grado y poder trabajar en eso que le apasiona. Pero es consciente de que lo que ha conseguido trasciende a ella y abre el camino a las futuras generaciones que le sucederán en la Universidad. 

“Yo quiero trasladar a la sociedad y en particular a los futuros estudiantes discapacitados la certeza de que: necesitaremos bastante más esfuerzo, pero, con ilusión y trabajo, lograremos las metas que nos propongamos”, asegura con determinación. 

“Mi paso por la facultad me ha dado madurez, habilidades y tablas… Me ha ayudado a desarrollarme como persona”, afirma Guiomar. Y a buen seguro que ella también es consciente de que, en estos años, también ha sido pionera al enseñar a su entorno a aprender a ser más inclusivo ante realidades diferentes a las propias; empezando por la propia universidad.