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Inger Enkvist, exconsejera de Educación del Gobierno sueco

«Con tantos experimentos se está devaluando la escuela»

La catedrática en Filología Española de la Universidad de Lund considera que la sociedad es muy permisiva y complaciente con el alumnado que no trabaja

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 02/03/2018

Inger Enkvist  exconsejera en Educación del Gobierno sueco y catedrática en Filología Española de la Universidad de Lund. (Mikel Mtz de Trespuentes. UPV/EHU)
Inger Enkvist, exconsejera en Educación del Gobierno sueco y catedrática en Filología Española de la Universidad de Lund. (Mikel Mtz de Trespuentes. UPV/EHU)

“Hemos perdido el rumbo”. Son palabras de la exconsejera en Educación del Gobierno sueco y catedrática en Filología Española de la Universidad de Lund, Inger Enkvist, que visitó la UPV/EHU de la mano de Cátedra Cultura Científica. Participó en la jornada “Las pruebas de la Educación”, donde abordó el pasado y presente del sistema sueco. Pero también aprovechamos para conocer sus reflexiones sobre la escuela (“Se ha perdido el respeto al colegio”), los exámenes (“La actual fobia al examen es irracional”), los deberes (“Las tareas son para el alumno y no para los padres”), el modelo chino de educación (“Si eres más lento tendrás que trabajar más, depende de ti”), PISA (“Si las escuelas se centran demasiado en las materias de PISA dañan al sistema educativo en conjunto) y las nuevas tecnologías (“El ordenador está sobrevalorado en el proceso de aprendizaje”).

Campusa: Sus propuestas son muy polémicas, ¿cómo ve el panorama educativo en estos momentos?

Inger Enkvist: Creo que estamos haciendo tantos experimentos con la educación que hemos perdido el rumbo. Lo importante es conocer el proceso de aprendizaje para mejorarlo; sin embargo, ahora nos hemos centrados en utilizar internet como herramienta educativa, aunque no está probado que los resultados merezcan la pena. En nuestra universidad se realizó una investigación que comparó los resultados de dos grupos de escolares, con la misma profesora y con diferentes herramientas. Un grupo trabajó con el libro de texto como base, otro con internet. El resultado no ofreció diferencias en cuanto a los conocimientos adquiridos; pero sí hubo que realizar un enorme esfuerzo económico para dotar de tecnología al aula y la profesora dedicó mucho más tiempo a buscar materiales en red. El ordenador está sobrevalorado en el proceso de aprendizaje. Es necesario reflexionar sobre la tecnología, dónde y en qué invertir. Internet es un buen instrumento para las personas adultas porque permite ampliar conocimientos, buscar información. Sin embargo, no está demostrado que sea adecuado para formar.

«Igual hay que volver a la pizarra, la tiza y el libro de texto»

C: ¿Cuáles son las estrategias más adecuadas?

I.E: Igual hay que volver a la pizarra y la tiza e invertir en buenos libros de texto. Hay que centrarse en el proceso de aprendizaje, mejorar los libros de texto, las recompensas que reciban los y las estudiantes al completar el proceso de aprendizaje y las pruebas que evalúen los conocimientos. En este sentido, hay que replantarse el modo de realizar esas pruebas. Tienen que ser diferentes y no mirar tanto la edad del estudiante, sino el conocimiento adquirido. Al final de cada etapa tiene que haber una prueba para comprobar si el alumno ha aprendido y está preparados para afrontar la siguiente. Si no es así, tiene que repetir. No hay otra posibilidad.

C: ¿Pero los exámenes pueden ser discriminatorios?

IE: Hay una fobia irracional ante el examen. El examen demuestra que somos serios, que trabajamos para que el alumno aprenda y adquiera conocimientos. Todos los sistemas que funcionan tiene exámenes. Lo que no puede ocurrir es que al acabar un ciclo de Primaria el alumno no sepa leer, no tenga una base y pase al siguiente. Si no alcanza el nivel tiene que repetir, porque, si no, arrastrará esas carencias para el futuro. El alumno tendrá que esforzarse más, trabajar más, con el apoyo de la escuela y padres y madres. Si no, estamos engañando al alumno y a sus padres haciéndoles conferir falsas esperanzas. No hay otra opción. Hace poco he estado visitando las escuelas de China. En primaria los profesores tienen pocas horas de clase al día y por tanto mucho tiempo para preparar las materias. Los alumnos trabajan con los profesores y, también, con otros estudiantes de cursos superiores repasando las materias. Si necesitan más tiempo, se quedan se quedan más tiempo en el aula. Si no traen las tareas de casa hechas, tienen doble tarea. Y veías a todos los alumnos sonrientes.

C: Entonces, ¿apuesta por el modelo chino?

IE: A los chinos les va magníficamente con su filosofía: ”Si eres más lento tendrás que trabajar más. Si quieres avanzar, depende de ti”, como a nosotros antes en los años 60 y 70. Lo que ha pasado es que en la sociedad occidental aceptamos que el alumno no trabaje, y eso le perjudica porque no consigue autodisciplina ni hábitos de estudios. Somos una sociedad muy permisiva y complaciente con quienes no trabajan. La educación se hace paso a paso, es producto de un proceso de maduración. Si consentimos que pasen de primaria o secundaria sin los conocimientos adquiridos es consecuencia de nuestra falta de seriedad y de un verdadero compromiso social.

C: ¿Esta tarea le corresponde al profesor o profesora?

IE: El docente no puede hacer nada solo. Son cuatro los actores que tienen que unir fuerzas: el profesor, el sistema educativo, el alumno y los padres. El alumno tiene que hacer un esfuerzo que conlleve una recompensa, el sistema poner metas claras y los padres apoyar.

C: ¿El apoyo de madres y padres se traduce en hacer los deberes?

IE: No es buena estrategia prestar demasiada atención a los niños y sus deberes. Las tareas de casa son necesarias cuando sirven para reforzar, repasar o entender mejor lo explicado y aprendido en clase; sobre todo cuando se trata de alumnos con retraso, porque facilita que siga al mismo nivel que el grupo. Las tareas son para el alumno y no para los padres. Ellos tienen que acompañarle, pero no hacerles los deberes.

«No hay que caer en la tiranía de Pisa»

C: Sin embargo, en muchas ocasiones, los deberes son una carga añadida a las actividades extraescolares.

IE: Hoy día es una exageración la cantidad de actividades extraescolares que tienen los niños. Los padres desean dar una amplia educación a sus hijos, y quizás una actividad o como mucho dos esté bien. Pero si hay problemas, lo mejor es que no vaya a ninguna y se centre en los estudios. Si no se hace así, tener el futbol antes que el estudio sería como burlarse de la sociedad y la financiación pública. No deberíamos permitir ese engaño.

C: Su apuesta por los exámenes es clara. En este sentido, ¿qué opina de las pruebas PISA?

IE: Estas pruebas son muy útiles porque son internacionales, no tienen sesgos nacionales, políticos y sirven para comparar de manera seria, con datos objetivos. Sin embargo, adolecen de algunos defectos. Estos exámenes, convocados por la organización económica OCDE, se centran en matemáticas, ciencias y lectura, materias que sirven para el desarrollo económico y empresarial. Sin embargo, PISA no recoge lengua, arte, filosofía, religión o historia materias muy necesarias para comprender el mundo y la cultura de un país. Por ello, hay que hacer otras pruebas nacionales. Si el sistema se centra en preparar los conocimientos que testa PISA se perderán otros elementos fundamentales que la escuela tiene el deber de entregar a cada generación y, además, desarrollar. Si nos olvidamos de esos conocimientos, caeríamos en la tiranía de Pisa y dañaríamos el sistema educativo en su conjunto.

C: Por último, ¿qué opina sobre la escolarización en casa?

IE: Si ha surgido esa tendencia, que para los padres supone un esfuerzo impresionante en tiempo y dinero, es porque hay una gran desconfianza hacia la escuela. Si deciden que los conocimientos se adquieran en casa, puede ser porque tengan miedo a la violencia que se vive en las aulas y en los pasillos de los centros. Es verdad que no es un fenómeno nuevo, que ya se ha vivido en otras épocas, pero es consecuencia de la pérdida del respeto a la educación y al valor de la escuela. La otra razón puede ser ideológica, que los padres no comulguen con las ideas de la escuela. Y la escuela tiene que ser lo más objetiva y neutra posible. Lo ideal es que sirva a toda la comunidad, que se preserve como un centro necesario, atractivo, deseable, pero estamos haciendo tantos experimentos que estamos perdiendo el valor de la escuela.