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Susana Cristóbal, catedrática de la Universidad de Linköping de Suecia

«El fracaso no invalida. Lo sientes, lo analizas y sigues adelante»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 21/10/2016

La doctora de la UPV/EHU y catedrática de la Universidad de Linköping de Suecia Susana Cristóbal ha participado en la I Jornada Akademe. Por una universidad igualitaria. En ella, esta investigadora excelente en proteomica y nanotoxicología ha pronunciado la conferencia ‘Construyendo líderes tolerantes al fracaso, para ciencia y academia'. El encuentro ha sido organizado por la red de mujeres surgida del primer programa Akademe para el liderazgo.

Con Susana Cristóbal, profesora invitada de Ikerbasque, hemos hablado de liderazgo, de la cuestión de género, de su experiencia y de la importancia de tratar el fracaso en la ciencia y en el mundo académico. "Es muy difícil aprender del fracaso; pero, si indagamos en él, lo podemos convertir en un éxito". También reflexiona sobre los obstáculos que la mujer científica tiene que vencer porque "ellas tienen que demostrarlo no una vez, sino dos y tres". Cristóbal es cofundadora del grupo europeo de peer mentoring (tutoría entre iguales) para mujeres líderes en ciencia P2P++.

¿Qué características son las apropiadas para ejercer un liderazgo?
La persona líder es aquella capaz de comunicar su misión, su objetivo para que otras personas asuman el mismo ideal. Y eso es lo difícil. No se trata de mandar, se trata de hacer sentir la misma pasión por el proyecto que diriges; que el grupo de trabajo la asuma como propia. Pero eso sí, hay otros factores que también influyen, sobre todo si hablamos de una persona excelente en ciencia: el talento, la creatividad, la visión de futuro, la tolerancia al fracaso…. Aunque ser excelente en ciencia no significa ser líder.

Según su punto de vista, ¿hay diferencias entre el liderazgo masculino y el femenino? ¿Cuáles serían esas diferencias?
En términos generales, ser líder no debería estar relacionado con la cuestión del género. Sin embargo, el contexto cultural y social marca y condiciona el tipo de liderazgo. Así, existen unas características comunes al hombre y la mujer que en la práctica son gestionadas de manera diferente. Eso es así porque la sociedad interpreta de manera muy distinta la pasión por alcanzar una meta en el hombre y en la mujer.

«Ellas tienen que demostrarlo no una vez, sino dos y tres»

Esa energía está bien vista cuando la mueve un hombre, sin embargo la misma actitud en una mujer tiene una connotación negativa. Junto a ello, las jóvenes de hoy día tienen pocas adalides a las que seguir y de las que aprender. Además, esos pocos ejemplos nos enseñan que casi siempre se penaliza a la mujer exitosa, y que ellas tienen que demostrarlo no una vez, sino dos o tres. "Si me pisotean una idea, da igual porque yo genero ideas. Si me pisan esta, yo tengo otra, y otra, y otra". Pero eso no les ocurre a los hombres, porque ellos pueden vivir de una idea y no tener ninguna más. Por ejemplo, en política, un hombre puede llegar a las altas esferas demostrando que tiene talento; sin embargo, una mujer, además de talento, necesita un currículum brillante. Es decir, a una mujer le cuesta mucho demostrar el talento y además tiene que creer en sí misma para caminar y avanzar en este contexto. Es un camino duro y yo creo que algunas jóvenes no quieren meterse en esta lucha.

Es decir, la situación apenas cambia.
Cambia poco o nada, y me parece triste. La sociedad considera que se da igualdad de oportunidades porque existen unas leyes que en el plano teórico ofrecen un entorno de igualdad. Pero, cuando nos acercamos a la realidad y los datos, nos damos cuenta que esa igualdad es aparente. Solo hay que cotejar quienes presentan proyectos de excelencia, quienes alcanzan cátedras. En cualquier valoración, por muy objetiva que quiera ser, al final siempre hay una interpretación subjetiva que inclina la balanza hacia un lado u otro. En este entorno científico tan competitivo la red masculina está más desarrollada.

¿Qué papel juega el fracaso en la construcción de una persona con capacidad de liderazgo?
Hay varios tipos de fracaso: el producido por un error que no debiera haber sucedido; el derivado de múltiples factores con poco margen de maniobra; y el fracaso inteligente.

«Del éxito se suele aprender poco»

Es decir, aquel fracaso que sí se asume y se analiza en profundidad, con independencia de las creencias, sirve para crecer. Cuando indagamos en nuestros factores internos y personales de manera sistemática podemos cambiar y convertir el fracaso en un instrumento útil para el éxito. De hecho, del éxito se suele aprender poco.

Pero, aprender del fracaso es tan difícil…
Es más difícil aprender del éxito porque hay menos capacidad de interpretación. La evaluación es muy general. ‘Tengo éxito. Como siempre'. Parece así de fácil hasta que ya no es ‘como siempre', porque algo iba mal, a pesar del éxito, y no lo has detectado ni analizado. Y esa parte no evaluada ha provocado el fracaso. Ahora bien, ¿por qué creemos que es difícil aprender y asumir el fracaso? Porque se considera que el fracaso es malo y que aprender del fracaso es obvio. Pero no es ni lo uno ni lo otro. La sociedad entiende el fracaso como algo vergonzoso, punible y ocultable. Se ponen en marcha, entonces, mecanismos para no verlo, para desviarlo al exterior. Así, en este contexto es muy difícil aprender del fracaso, aunque esté ligado a la innovación, al riesgo y a la evolución.

¿Cuál es su experiencia?
Yo no sé si he tenido un camino fácil o difícil en el mundo de la ciencia. A mí me gusta lo que hago. Yo siempre soy feliz haciéndolo. La persona que trabaja en ciencia es un ser privilegiado porque es una labor creativa, es tener ideas y transformarlas en algo útil, desde el punto de vista científico; no desde el punto de liderazgo. Para mí, mi trabajo es el trabajo ideal. Entonces evidentemente soy feliz. Sí es cierto que existen dificultades, pero en ese entorno en el que lo que ganas es tanto, las dificultades no pesan. No tienes problemas.

¿Cuándo comenzó a investigar, tenía en mente dirigir equipos?
Sí, siempre. Siempre he querido desarrollar mis ideas y he tenido suerte de poder hacerlo. No he trabajado nunca en un entorno muy jerárquico. Yo hice la tesis aquí, con dos directoras (Begoña Ochoa y Olatz Fresnedo) que me permitieron y me ayudaron a crecer mucho como investigadora. Me fui a Suecia a hacer el postdoctorado, y allí encontré —además del entorno ideal para crecer como joven investigadora— inspiración y libertad para desarrollar mis primeras ideas y financiación básica para poder arriesgar. Aprendí bastante. Y decidí quedarme. En Suecia conseguí una mi primera plaza de profesora asistente. Tenía que comenzar con un proyecto nuevo, independiente de tus mentores y empezar a liderar un grupo de trabajo. En realidad estaba yo, junto con un doctorando; pero fue muy enriquecedor ya que desde el primer día fui respetada de la misma manera que otro profesor líder de un grupo de diez personas. Yo lideraba; y la fuerza del pensamiento, ‘el hacer como sí', me reforzó en el camino a seguir. Eso y el respeto a mis ideas y la forma en que las acogieron.

¿Se considera una persona líder?
No sé si soy líder, pero sí tengo diferentes formas de pensar, entender y defender las cosas; aunque no con la intención de crear una corriente de opinión y llevar gente detrás de mí. En ese sentido no soy líder. Lo que sí me ha gustado siempre ha sido investigar en lo que a mí me interesa y nunca he trabajado en los proyectos de alguien, aunque sí he colaborado. Eso es esencial. Tampoco trato de abordar todo, porque no me siento capaz.

¿Una persona nace o se hace líder?
Nacer, vivir es aprender y es desarrollarse. Y aunque el factor innato creo que es necesario, también el entorno tiene una influencia decisiva. Siendo consciente de las dificultades, es posible aprender. La capacidad de manejar grupos, la empatía, la gestión de redes y conexiones son importantes; junto con la disposición para el trabajo, aunque hay que saber parar y no obcecarse con una idea. Cuesta controlar esos aspectos. Y, además, la tolerancia al fracaso. Saber que no te invalida: llega, lo sientes, lo analizas y sigues adelante.
 

Fotos: Mikel Mtz. de Trespuentes y Laura López. UPV/EHU