Cerca de una tercera parte de toda la comida que se produce a nivel mundial para consumo humano se pierde o se desecha. Estas pérdidas se producen a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde el cultivo y producción hasta el consumo. Pero en los lugares industrializados, el 40% de las pérdidas se generan cuando el alimento llega al consumidor. Después de EEUU y China, los desperdicios alimentarios son la tercera mayor fuente de emisión de CO2 a la atmósfera.

Los alimentos que se producen pero no se consumen ocupan aproximadamente 1.400 millones de hectáreas de tierra; esto representa casi el 30% de la tierra cultivable en el mundo. La disminución de desperdicio alimentario no solamente disminuiría el gasto de recursos naturales sino que, además, disminuiría la necesidad de aumentar la producción de alimentos para alimentar a la población mundial del 2050 en un 60%.

Los productos de origen animal requieren una mayor cantidad de agua por kilo de alimento listo para el consumo en comparación con las frutas y las hortalizas. Una dieta con menor contenido de proteína de origen animal necesitaría menos cantidad de agua para sostenerse. Porque la falta de agua es una de las principales causas de hambre y desnutrición, el aumento de la producción de alimentos usando menos agua es uno de los grandes desafíos para las próximas décadas.

La comida no procesada o poco procesada sirve para nutrir a todas las personas de distintas edades y distintas situaciones nutricionales; la conservación y el uso sostenible de alimentos contribuyen al buen estado de la salud además de al medio ambiente.

«La sostenibilidad no pasa solo por la forma de producir sino también por la forma de consumir»

Estas son algunas de las conclusiones que se extrajeron del Congreso Internacional de Dietistas-Nutricionistas celebrado en Granada y que se expusieron en la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea dentro de una jornada sobre alimentación sostenible y en la que, además, se proyectó el documental ‘SustainablEating'.

Según explicó Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Dietistas-Nutricionistas, "la alimentación sostenible es aquella con bajo impacto ambiental, que contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional, y fomenta la vida saludable para las generaciones presentes y futuras. Las dietas sostenibles –continuó- son protectoras y respetuosas de la biodiversidad y de los ecosistemas, son culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas y asequibles, además de nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables, porque mejoran los recursos naturales y humanos".

Ahora más que nunca, existe una gran necesidad de desarrollar un sistema alimentario sostenible, que incluya tanto el uso sostenible de los recursos naturales como políticas que posibiliten una producción alimentaria sostenible y faciliten una dieta y estilos de vida también sostenibles. "La sostenibilidad no pasa solo por la forma de producir sino también por la forma de consumir", afirmó Russolillo.

SustainablEating

Juan Carlos Sabater Calafat ha dirigido el documental ‘SustainablEating', un proyecto gestado a lo largo de cuatro años que ha llevado al equipo de rodaje a ambos lados del Océano, creando un vínculo que une la necesidad del mundo occidental en recuperar su sostenibilidad para impulsarla al futuro. "Entre el 25% y el 35% de la huella ecológica y las emisiones de gases de efecto invernadero se genera en la producción y consumo de alimentos. A través de una producción sostenible y consumo responsable de alimentos podemos reducir en gran medida el daño ecológico", recalca el director, con el que hablamos en la jornada organizada en el Campus de Álava.

¿Qué es lo que se ha querido transmitir en este documental?
Con el documental hemos querido mostrar que existe la posibilidad de producir y consumir alimentos de manera responsable con el medio ambiente y con nuestro entorno sociocultural y económico.

Cuatro años de arduo trabajo en pro de la alimentación sostenible…
Todavía queda un largo camino por recorrer. La sociedad debe integrar en su día a día el concepto de la sostenibilidad. Todos, desde los productores hasta el consumidor, debemos trabajar unidos para llevar a cabo una defensa del medio a través de lo que consumimos.

¿Realmente podemos cambiar el Planeta modificando nuestra forma de comer?
Sin lugar a duda, si algo hemos aprendido durante la realización de este documental es que podemos reducir de forma muy significativa la emisión de gases de efecto invernadero y la huella hídrica modificando, sin grandes cambios, nuestra forma de alimentarnos. También debemos tener en cuenta la gran cantidad de alimentos que se desperdician en cualquier momento de la cadena, desde su producción hasta nuestras mesas. El 33% de todos los alimentos que se producen serán desperdiciados. Si cambiamos esos procesos y los optimizamos podemos cambiar el Planeta.

A pesar de la situación, se traslada un mensaje optimista en la película.
Desde el primer momento que planteamos el documental sabíamos que no queríamos enfocarlo de forma negativa o pesimista, siempre lo planteamos como un mensaje constructivo y que motivase a otras personas a seguir el ejemplo de los personajes de nuestro documental y llevar a cabo un estilo de vida y alimentación sostenible.

La película cuenta a los ciudadanos del mundo entero que la forma de comer puede cambiar el Planeta y puede ayudar a las personas que trabajan en el mar, en el campo, en las granjas, cerca del lugar donde vivimos. De la mano de productores primarios de alimentos sostenibles y ecológicos se puede ver cómo producir alimentos de forma sostenible con el medio ambiente. Además, algunos de los nutricionistas internacionales expertos en sostenibilidad dan su punto de vista de la salud del planeta y cómo, a través de una alimentación sostenible, podemos ayudar a mejorar nuestro ecosistema.

Trailer del documental.

Fotos: Nuria González. UPV/EHU.