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«Mujer que sabe latín…»

Una muestra recoge el camino recorrido hacia la emancipación femenina desde el siglo XIX

  • Reportajes

Fecha de primera publicación: 02/03/2017

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"Mujer que sabe latín, ni encuentra marido ni tiene buen fin". Este dicho, fruto de una forma de pensar de antaño (… o no tanto), abre la exposición sobre ‘El largo camino hacia la emancipación femenina' que se puede ver en el edificio de Magisterio del Campus de Álava. Una visión, desde una perspectiva histórica y didáctica, sobre las bases que han hecho posible ese camino: Educación, derechos políticos y trabajo.

La Facultad de Educación y Deporte, en su sección de Magisterio, acoge una exposición que lleva por título ‘El largo camino hacia la emancipación femenina'. Situada en el pasillo de la primera planta del edificio, la muestra recoge una parte de la historia de las mujeres en Donostia, la que va desde finales del siglo XIX hasta la actualidad, en ámbitos como la educación, el trabajo y los derechos políticos. Su objetivo, visibilizar y dar a conocer la historia de las mujeres, sus aportaciones y, como indica el título de la misma, mostrar unas pinceladas "del largo camino hacia la emancipación femenina".

La exposición se podrá visitar hasta el 30 de junio, pero para el 7 de marzo, a las 12.30, se ha organizado una visita guiada a cargo de la responsable de la misma, la historiadora y documentalista María Ascensión Martínez Martín. Doctora en Historia por la UNED, es autora de diversas monografías y artículos sobre la historia de las mujeres y las políticas sociales. Ha sido también columnista en el periódico El Mundo y colabora en el Fórum Feminista María de Maeztu y en el Foro Mujeres y Ciudad del Ayuntamiento de Donostia/San Sebastián. El diseño de la exposición es obra de la artista guipuzcoana Concetta  Probanza.

A principios de siglo XX el analfabetismo femenino era abrumador. El derecho a la educación reglada fue un objetivo a alcanzar, abrirse paso en el mercado laboral requería un nivel adecuado de estudios: educación primaria, media y superior (hasta 1910, las mujeres no pudieron acceder a la Universidad en igualdad con los hombres). Por otra parte, los derechos políticos son los que permiten reclamar la igualdad, por eso la lucha por el sufragio femenino fue tan importante. Así, el derecho a la educación, al trabajo y al sufragio se convirtieron en los carriles de ese "largo camino". "A veces tenemos la impresión de que el tiempo presente en el que vivimos es lo único que importa, lo cual es cierto, pero siempre que no olvidemos lo que nos ha precedido. Y en lo que respecta a las mujeres, es fundamental saber lo que costó a nuestras antepasadas alcanzar lo que tenemos ahora en los países de nuestro entorno. Por eso hablamos de "camino" y nos servimos de fotografía, como fuente histórica, y de textos explicativos", comenta María Ascensión Martínez sobre la exposición.

Sufragistas y feministas

Las grandes protagonistas en esos logros fueron las sufragistas y las feministas, pero aquí no hubo un movimiento sufragista similar al de los Estados Unidos e Inglaterra. Solamente algunas mujeres como Emilia Pardo Bazán, María de Maeztu o Benita Asas defendieron posturas feministas y sufragistas frente a la oposición de los hombres. "Sí que hubo, y me temo que todavía la hay, oposición de los hombres en este proceso. Virginia Woolf  expresó muy bien la ira que producía ese hecho: ante "la afirmación del profesor sobre la inferioridad mental, moral y física de las mujeres. Mi corazón había dado un brinco. Mis mejillas habían ardido. Me había ruborizado de cólera". Por eso afirmaba que: "La historia de la oposición de los hombres a la emancipación de las mujeres es más interesante quizá que el relato de la emancipación misma" (‘Una habitación propia'). Pero eso no significa que no haya habido hombres que apoyaran las reivindicaciones femeninas a lo largo de la historia", explica la responsable de la exposición.

El triunfo de Franco cortó de raíz los avances que se habían producido durante la República. El trabajo específicamente femenino debía ser realizado en el hogar, ocupándose de los hijos y del marido. Pero el cambio de ciclo económico, tras el Plan de Estabilización de 1959 y los Planes de Desarrollo (1964-1971), fue la espoleta para la incorporación masiva de las mujeres a la educación y al trabajo. Aunque hubo oposición de los sectores más conservadores, fue un proceso imparable.

"Ahora que la educación, la libertad, el derecho a trabajar en las más amplias actividades humanas -todos los caminos por los que los hombres han llegado a su plena realización- están abiertos para la mujer, únicamente la sombra del pasado, conservada religiosamente por la mística de la feminidad, impide a la mujer encontrar su camino", escribía la Premio Pulitzer Betty Friedan (1921-2006) en su obra ‘La mística de la feminidad' en 1963. La llegada de la democracia supuso un gran paso adelante, ya que la Constitución de 1978 estableció la igualdad de derechos de hombres y mujeres. Fue un resurgir del feminismo y diferentes asociaciones feministas presionaron para suprimir antiguas leyes y alcanzar otras (como la ley del divorcio en 1981 y la despenalización del aborto en 1985).

Como se ha mencionado, desde una perspectiva histórica y didáctica, la exposición muestra los avances alcanzados en el campo de la igualdad jurídica y, en particular, de los avances en materia de derechos laborales y de acceso a la educación desde finales del siglo XIX hasta la actualidad. Pero ‘El largo camino hacia la emancipación femenina' no ha terminado. "Con las mujeres asesinadas por sus parejas en lo que llevamos de 2017, lo primero que hay que conseguir es acabar de una vez por todas con esa violencia contra las mujeres. Luego están la igualdad real de salarios, el techo de cristal que existe para alcanzar ciertos trabajos en las empresas privadas… Sin olvidarnos de todas esas mujeres de otros lugares que carecen de los más mínimos derechos, ni tan siquiera el de poder dar de comer a sus hijos. Por eso, decimos que "todo ha cambiado… pero no tanto". Aún nos vale el verso de Machado: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar", y en eso estamos", concluye María Ascensión Martínez.