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Convertir la universidad en un laboratorio viviente

Estudiantes presentan sus TFG basados en la resolución de problemas reales de sostenibilidad de la UPV/EHU

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Fecha de primera publicación: 07/07/2017

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Presentación de los TFG de Campus Bizia Lab. Foto: Laura López. UPV/EHU

Estudiantes de la Universidad del País Vasco han basado sus Trabajos Fin de Grado en la resolución de problemas de sostenibilidad detectados en la UPV/EHU, gracias a Campus Bizia Lab, un programa que implica a estudiantes, profesores y personal de administración y servicios y que quiere convertir los campus en auténticos laboratorios vivientes. Este curso se han presentado más de 25 trabajos que proponen mejoras en el ámbito de la economía circular, de la transformación energética y de la alimentación sostenible y tienen aplicación real en el día a día universitario.

La resolución de cada caso ha implicado a estudiantes de diferentes grados, formando equipos transdisciplinares que han tenido que compartir ámbitos de conocimiento, metodologías y prácticas en aras a un objetivo común.  Sonia García y Alex Ezquerra, estudiantes de la Escuela de Ingeniería de Gipuzkoa, y Estíbaliz Treviño y Sara Belver, de la Facultad de Economía y Empresa, han participado en uno de los retos de Campus Bizia Lab. Han colaborado para analizar la huella de carbono de  la Facultad de Economía y Empresa y buscar fórmulas para reducirla.

Sonia y Alex se han encargado de realizar mediante mediciones y simulaciones el análisis térmico y energético del edificio, así como establecer propuestas de mejora. Por su parte, Sara y Estíbaliz han estudiado la viabilidad económica de esas medidas y han cuantificado cómo contribuirían las mismas a la reducción de la huella de carbono de su facultad. El resultado es un diagrama del comportamiento energético del centro y un plan de acción que permitiría la reducción del consumo de energía y, en consecuencia, de la huella de carbono.

Campus Bizia Lab from UPV/EHU on Vimeo.

Las medidas de ahorro que incluyen en su plan son ajustar el encendido de la calefacción al horario de uso de las instalaciones (evitando el uso en periodos donde el edificio está vacío), colocar válvulas termostáticas en los radiadores, instalar sistemas de sensores de movimiento en los baños y utilizar sistemas de iluminación LED. En el calendario que proponen han tenido en cuenta que el ahorro generado con cada medida permita financiar la puesta en marcha de la siguiente.

"En primer lugar aplicaríamos la de ajustar horarios, ya que no tiene ningún coste económico y eso nos permitiría a los dos años tener dinero suficiente para comprar las válvulas termostáticas. A los dos meses ya seríamos capaces de incluir la iluminación en aseos, ya que es una medida de coste muy bajo", explica Estíbaliz Treviño.

Hasta dentro de aproximadamente quince años no se podría ahorrar dinero para financiar la instalación de LED en todo el edificio, la medida más eficaz de las que han planteado pero también la que requiere una mayor inversión. "Como es un periodo de tiempo muy largo la opción que encontramos es que a medida que se vayan estropeando las bombillas normales se vayan sustituyendo por LED", propone Estíbaliz Treviño.

Para afrontar este reto cada estudiante ha aportado al proyecto conocimiento propio de su campo. "Campus Bizia Lab ha sido una experiencia muy positiva puesto que nos ha permitido colaborar y relacionarnos con personas no solo de nuestra propia carrera sino con gente de carreras distintas; hemos trabajado ingenieros y personas relacionadas con el mundo de la economía para que este reto se llevara a cabo", explica Sonia García.

Trabajo colaborativo

Miriam Jiménez es estudiante de la Facultad de Educación y Deporte del Campus de Araba y Jon Fernández, de la Escuela Universitaria de Ingeniería de Vitoria-Gasteiz. Juntos han gestionado durante casi medio año los residuos orgánicos procedentes de las cafeterías de sus respectivos centros y los han derivado a las cuatro composteras situadas en el huerto ecológico del Campus de Araba.

El objetivo común de ambos era determinar la viabilidad de un sistema de compostaje a nivel de campus universitario, aunque él ha estudiado los aspectos técnicos del proceso de gestión de residuos mientras que ella ha abordado el proyecto desde la creación de materiales docentes relacionados con el compostaje.

Ambos coinciden en la importancia que ha tenido el trabajo colaborativo y la implicación de profesorado y personal de administración y servicios a la hora de abordar el reto. "Hemos tenido un objetivo claro y tanto profesores como bedeles, mi compañera de la Facultad de Educación y los responsables de las cafeterías hemos puesto mucho de nuestra parte para que los problemas hayan sido minimizados y hayamos conseguido los objetivos que se pretendían", explica Jon Fernández.

Resultados tangibles

En el Campus de Gipuzkoa, uno de los retos que se han abordado este año es el diseño de un huerto urbano sostenible. El reto ha implicado a alumnos y alumnas de la Escuela de Ingeniería de Gipuzkoa, de la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología y de la Facultad de Economía y Empresa, que han partido de la referencia del que ya existe en funcionamiento en Álava.

Miguel Nvo, estudiante de Ingeniería Civil, ha examinado en su trabajo cuál sería la ubicación más adecuada para acoger el huerto, teniendo en cuenta tanto el impacto ambiental como los requisitos para hacerlo accesible a personas con problemas de movilidad. Sus compañeras de la Facultad de Economía y Empresa de Gipuzkoa, Idoia Aginagalde y Monika Aizpitarte han elaborado un diagnóstico del sistema alimentario en la universidad y han analizado la viabilidad del futuro huerto.

Uno de los aspectos que destacan de su participación en Campus Bizia Lab es el beneficio de abordar un proyecto de aprendizaje en colaboración con personas de diferentes especialidades. "He podido reforzar mis conocimientos sobre la carrera y tocar otros sectores y otras materias que no son propias de mis estudios", destaca Nvo.

También valoran la importancia de basar su proyecto en la resolución de casos concretos. "He podido ver cuáles son los problemas reales cuando vas a crear un huerto", explica Nvo. Además, el resultado de su trabajo no es sólo algo que queda escrito en un papel, sino que de él "sale algo real", explica Monika Aizpitarte, algo que puede aportar beneficios a la vida en el Campus como, por ejemplo, "poder poner en práctica asignaturas del grado de Magisterio, cambiar el sistema de alimentación en los restaurantes del Campus o vivir de forma más saludable".