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Los neandertales explotaron los recursos del territorio según sus intereses y preferencias

Una investigación en la que participa la UPV/EHU desvela nuevos datos de esas sociedades complejas y dinámicas

  • Investigación

Fecha de primera publicación: 23/04/2018

Antonio J. Romero
Antonio J. Romero. Foto: Nuria González. UPV/EHU.

Los grupos neandertales tuvieron unas culturas complejas y dinámicas que fueron cambiando a lo largo del tiempo y el espacio, así como unas estrategias de explotación del territorio ajustadas a sus intereses y preferencias. El estudio de nuevos restos de fauna de tres fases de ocupación del yacimiento de Jarama VI (Guadalajara), publicado en Archaeological and Anthropological Sciences, confirma que desarrollaron sus propias preferencias en relación con los recursos y su disponibilidad.

Antonio J. Romero investigador del Área de Prehistoria del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea, ha participado en el estudio de los restos faunísticos del yacimiento musteriense de Jarama VI, que ha ayudado a mejorar el conocimiento de las estrategias de subsistencia y la explotación del territorio por los neandertales en el centro de la Península Ibérica. “Aquellas sociedades neandertales hicieron un uso diferente según el momento del sitio: primero funcionó como un campamento residencial de larga estancia, luego como un lugar de visita esporádica donde forrajear vegetales y otros recursos y, por último, como un cazadero. En la fase más antigua se ha detectado la extracción de tiras de carne para su posterior conservación (mediante el secado o el ahumado) y su consumo en diferido”, confirma el investigador.

Reconstruir los modos de vida de los humanos prehistóricos no es una tarea fácil. El paso de miles de años reduce los antiguos asentamientos a poco más que restos de herramientas de piedra, huesos y huellas de hogueras y otras estructuras. No obstante, el estudio de los huesos de animales cazados por las sociedades del pasado puede proporcionar importantes pistas sobre la forma de vivir de esas gentes. Por un lado, a través de técnicas de la Paleontología, es posible calcular a qué edad y en qué estación del año fueron abatidas muchas de las presas de los humanos del Paleolítico, tales como ciervos, rebecos, cabras montesas o caballos salvajes. Por otro lado, las labores de carnicería sobre los cadáveres de los animales dejan una serie de marcas de corte en los huesos que pueden ser interpretadas. Así, es posible saber si los animales eran desmembrados para ser cocinados directamente sobre el fuego y consumidos en el momento, si se extraían tiras de carne para ser conservadas y guardadas a modo de provisiones, si lo que interesaba era la piel del animal o si se golpeaban los huesos para el consumo del tuétano, etc.

Antes de su desaparición hace unos 40.000 años, las comunidades neandertales habitaron toda Eurasia, desde las costas mediterráneas hasta Siberia, durante miles de años. El interior de la Península Ibérica no era una excepción. Estas sociedades nómadas se adaptaron a una gran cantidad de ecosistemas muy diferentes, moviéndose por el territorio en función de la estación del año y la disponibilidad de los recursos.

En el trabajo ahora publicado, se ha realizado una aproximación a las comunidades neandertales que vivieron en el corazón de la Península Ibérica a partir del yacimiento de Jarama VI en Guadalajara. Ese antiguo asentamiento neandertal fue frecuentado por humanos en tres fases diferentes hace unos 50.000 años. “En el nivel 3, el más antiguo, las sociedades neandertales establecieron en el abrigo rocoso del yacimiento, cercano al río Jarama, un campamento residencial de larga estancia en el cual residían durante todo el año. Las partidas de cazadores aportaron las partes más ricas en carne de ciervos cazados en otros lugares a ese campamento base”, explica Romero. Los investigadores han comprobado cómo los neandertales repartían y consumían la carne de esos animales y, además, parte de la misma era extraída en tiras de las patas de los venados para ser conservada, probablemente secada al sol o ahumada. También trabajaban las pieles de los ciervos para confeccionar ropa de abrigo, mantas y otros accesorios para los campamentos.

“En el nivel 2 -continua el investigador-, comprobamos que los grupos neandertales visitaron esporádicamente el yacimiento. Los humanos cazaron en el entorno algunos herbívoros entre el verano y el otoño, trasladando algunas porciones de esos animales al yacimiento, donde las consumían. Teniendo en cuenta que en esta fase existió un clima muy húmedo y las crecidas del río fueron muy frecuentes, posiblemente las sociedades neandertales estuvieron más interesadas en los recursos vegetales que en la caza”. Se han hallado en esta fase una serie de guijarros probablemente empleados para procesar juncos y otras plantas de ribera comestibles.

Por último, “en el nivel 1 (la fase más reciente del sitio), los grupos neandertales utilizan Jarama VI como un cazadero, sobre todo de caballos salvajes, entre finales de primavera y el verano. Los animales eran abatidos en el mismo sitio o en las cercanías del yacimiento, donde hacían un primer procesado de los cadáveres, consumiendo algunas partes (como los costillares y el espinazo) y trasladando las partes más ricas en carne (los cuartos traseros y delanteros) hacia otros campamentos”, expone el investigador de la UPV/EHU.

Por tanto, el estudio concluye que las sociedades neandertales supieron cómo gestionar su entorno y aprovechar los recursos en cada época del año. “Esos grupos procesaron sus presas de forma intensiva, obteniendo de ellas en ocasiones tiras de carne que, secadas al sol o ahumadas, sirvieron como reservas de comida en un medio riguroso como el del centro de la Península Ibérica. Son las comunidades neandertales, por tanto, las que desarrollan la tecnología de conservación de los alimentos. Además, el cambio de estrategias de esos grupos a lo largo del tiempo en las diferentes fases de ocupación de ese sitio nos permite asegurar que tenían una planificación importante a largo plazo, así como una cultura compleja y dinámica que les llevaba a tener una serie de preferencias en cuanto a los recursos disponibles en el entorno”, concluye Antonio J. Romero.

 

Información adicional

Antonio J. Romero forma parte del personal docente e investigador en formación de la Facultad de Letras de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea y desarrolla su labor dentro del Área de Prehistoria del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV/EHU. El artículo sobre el funcionamiento de las comunidades neandertales en el interior de la Península Ibérica, ‘Neanderthal communities in theheart of the Iberian Peninsula: taphonomic and zooarchaeological study of the Mousterian site of Jarama VI (Guadalajara, Spain)’, ha sido publicado recientemente en Archaeological and Anthropological Sciences.

Referencia bibliográfica