euskaraespañol

In memoriam: Julián Aguirre

  • Crónica

Fecha de primera publicación: 03/06/2019

in memoriam: Julián Aguirre

La muerte de Julián Aguirre, inesperada y prematura, unos meses antes de cumplir los 65 años, nos deja a todos los que tratamos con él un enorme poso de tristeza y vacío, una sensación de pérdida irreversible y de desolación.

José Ángel Valente empezaba uno de sus poemas más conmovedores así: Cruzo un desierto y su secreta desolación sin nombre. Así nos vemos: cruzando un desierto y su secreta desolación sin nombre.

Antes de nada diré que el otro día, hablando con su hijo, Mikel Aguirre, sobre los detalles del acto de despedida en la Facultad de Ciencia y Tecnología, le comenté que era él quién debía decidir sobre los detalles: hora, día, etc. Me impactó mucho la contestación que recibí de Mikel. Me dijo: “Juan Carlos, debes tener en cuenta que mi padre también era vuestro”. Muchas gracias, Mikel. Es así como le consideramos.

Querida familia, querido Mikel, desde la tristeza que siento difícilmente mis palabras pueden trasmitir algún consuelo en estos momentos tan amargos, pero voy a trazar brevemente algunos rasgos de la trayectoria de Julián.

Nada más entablar una conversación con él se tenía la certeza de estar en presencia de alguien brillante, acertado en sus juicios tanto matemáticos como de cualquier otra cuestión. Julián era hombre de pocas palabras, pero de ideas profundas e interesantes.

Su trayectoria académica comenzó cursando la carrera en la UPV/EHU, donde sus profesores y sus compañeros le recuerdan como uno de los mejores alumnos que han pasado por estas aulas.

Luego siguió la etapa americana, con el doctorado en Washington University (en St. Louis) donde trabajó bajo la dirección de una de las figuras más relevantes de la época, Ronald R. Coifman. Su tesis, titulada “Pseudodifferential Operators and Paraproducts” fue defendida en 1981 y mereció las más altas calificaciones y excelentes menciones de todo tipo. También allí destacó en todo clase de pruebas y exámenes previos al doctorado. Un detalle significativo es que en su tribunal de tesis estuvo Yves Meyer, que siempre ha manifestado su excelente opinión de Julián o, como Yves solía decir, “el vasco”. Aquí hay que mencionar que la opinión de Meyer no es cualquiera: el profesor Meyer recibió hace poco la más alta distinción de las Matemáticas: el premio Abel.

Durante su estancia en St. Louis, ocurrió algo esencial en la vida de Julián: el nacimiento de su hijo Mikel. Frecuentemente hablábamos sobre su hijo y el mío, que son de una edad parecida y trabajan en el mismo sector.

Tras su etapa en EEUU, Julián pasó por la Universidad Autónoma de Madrid y luego recaló de nuevo en la UPV/EHU, donde ha desarrollado, hasta la jubilación de hace algo menos de dos años, su labor profesional. Aquí obtuvo su Cátedra de Análisis Matemático ante un tribunal en el cual tuve el honor de participar.

Durante todos estos años Julián ha sido un referente para muchos de nosotros. Era esa persona con la que hablar de Matemáticas, por su conocimiento extenso y profundo de muchos temas. Fue el chairman casi vitalicio del seminario semanal de Análisis Matemático y Aplicaciones que se desarrolla en la sección de Matemáticas.

Por otra parte, era un entusiasta de la programación. De hecho, en mi ordenador tengo en funcionamiento un código que escribió con el programa Mathematica. Con su programa sigo trabajando y trataré por todos los medios de alcanzar el valor de una constante que nos habíamos propuesto (Julián, tengo al alcance el 1.7920, espero lograrlo y entonces publicarlo con la correspondiente dedicatoria. Voy o, mejor dicho, vamos ya por 1.79196… Queda poco).

Julián era lector compulsivo. Le encantaba Julio Cortázar, hasta el punto de que su ordenador se llama Cronopio. Le apasionaba la ciencia ficción y fue uno de los impulsores del concurso de relatos de ese género que lleva organizando nuestra facultad desde hace 30 años. Se trata del certamen Alberto Magno de relatos sobre ciencia ficción, que cada año atrae a numerosos autores, nacionales e internacionales.

La trayectoria de Julián en estos años ha ido desde su implicación en la docencia y la investigación hasta la gestión. Dirigió las tesis doctorales de Judith Rivas Ulloa y de Martín Blas Pérez Pinilla. Fue tutor en el Centro asociado de la UNED en Portugalete. En investigación se interesó por diversos temas: Análisis de Fourier, Ecuaciones en Derivadas Parciales, Sistemas Dinámicos y Teoría de Números, entre otros.

En el apartado de gestión, desarrolló su trabajo en diferentes ámbitos. Fue director del Departamento de Matemáticas, vicedecano y secretario de la Facultad de Ciencia y Tecnología, y participó en todo tipo de comisiones como junta de facultad y de gobierno, etc. Es decir, fue generoso con su tiempo para dedicar parte del mismo a estas cuestiones de interés colectivo. Entre 2007 y 2017 dirigió el Negociado de Acceso de la UPV/EHU.

Sus aficiones, también variadas, van del tiro con arco al ajedrez, pasando por la navegación, la ciencia ficción y los viajes. Santi Fernández, Eduardo Sainz o Lucio Fernández y muchas otras personas han compartido con él estas aficiones. Desde que se jubiló había hecho viajes a Filipinas, Nueva Caledonia, Sudáfrica, etc. Y para primeros de junio tenía previsto un viaje a Corea del Norte.

De hecho, uno de los motivos para su prejubilación era poder viajar sin tener que hacerlo únicamente en las épocas de vacaciones. Pero entre viaje y viaje siempre hacía una visita a la facultad para charlar con unos  o comer con otros.

Ha sido un privilegio y una suerte compartir estos años con él. Es muy complicado y muy extraño referirse en pasado a una persona tan excepcional y tan querida como Julián. Acabo este texto con un par de citas.

La primera, es un verso de Cesar Vallejo, en el que se menciona el vacío que  deja  una ausencia como esta. Siento ahora profundamente que, en palabras de Cesar Vallejo, Julián Aguirre nos hace ya “una falta sin fondo”.

La segunda, como escribía Jorge Luis Borges en su famoso poema “Límites”, es que hay:

 

De estas calles que ahondan el poniente,

una habrá (no sé cual) que he recorrido

ya por última vez, indiferente

y sin adivinarlo, sometido

(…)

Hay en el Sur más de un portón gastado,

(…)

que a mi paso está vedado…

 

Descansa en paz Julián, te recordamos y te queremos.

 

Juan Carlos Peral

Catedrático de Análisis Matemático de la UPV/EHU y amigo de Julián