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Roles que mejoran el trabajo en equipo

El profesorado de Ingeniería Química lleva implementando durante más de cuatro años la metodología Belbin para la creación de equipos de trabajo eficaces en el ámbito universitario

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Fecha de primera publicación: 07/04/2022

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Alex de la Rúa, Eva Epelde, Víctor Torres, Asier Aranzabal, Ane Otero, Maite Artetxe y Paula Maza. Foto: Jorge Navarro. Oficina de Comunicación, UPV/EHU.

Asier Aranzabal, Eva Epelde y Maite Artetxe, profesores del Grado de Ingeniería Química de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU, llevan implementando durante más de cuatro años la metodología Belbin para la creación de equipos de trabajo eficaces en el ámbito universitario, que, además, ha conseguido resultados sensacionales. Así, Víctor Torres, Alex de la Rúa, Ane Otero y Paula Maza, cuatro de sus estudiantes, nos cuentan cómo ha sido su experiencia durante la aplicación de este método en la asignatura de Ingeniería de Procesos y Producto de tercer curso.

“El trabajo en equipo tiene que estar para que merezca la pena esforzarse. El método Belbin no solo ayuda a trabajar en equipo, sino a mejorar las relaciones y las habilidades sociales, ya que las habilidades transversales no se trabajan de manera habitual” explica Eva Epelde.  

La aplicación de la metodología comienza con un test de autopercepción y cuatro test de observadores que miden las debilidades y fortalezas de cada estudiante en cuanto a comportamientos en trabajo de equipos, a lo que Belbin se refiere como roles de equipo. Existen 9 roles de equipo y lo óptimo es que entre los miembros de un equipo estén representados todos los roles: cohesionador, investigador de recursos, coordinador, cerebro, monitor evaluador, especialista, impulsor, implementador y finalizador. “Los roles que te da Belbin son roles `sanos`, esto es, que en el test te salga un rol determinado no significa que únicamente tengas que trabajar con él, sino que puedes moverte en más áreas donde te sientas cómoda”, dice Ane Otero, una de las estudiantes de tercer curso. 

La propuesta fue acogida por los alumnos con cierta incertidumbre, sorpresa e interés, pero con el paso del tiempo, la mayoría de los estudiantes coincidía en la mejora del trabajo en equipo respecto a años anteriores. “Cuando los grupos son entre amigos, las cosas no salen tan bien. Te llevas bien con ellos, pero a la hora de trabajar no funciona. Por eso, esta metodología es clave para encontrar a personas afines con las que trabajar. Además, el grado de implicación e interés de todas las personas es prácticamente el mismo”, afirma Víctor Torres, otro de los alumnos.  

Una vez se adjudican los roles, el seguimiento por parte del profesorado es continuo. En primer lugar, este debe comprender y evaluar el comportamiento de cada equipo, si existe un cambio de roles o si las expectativas se están cumpliendo. Y, en segundo lugar, debe encargarse de que el grupo funcione y de que el alumnado se sienta cómodo dentro de un ambiente de trabajo agradable. “Hemos tenido mucha suerte con los profesores. Ellos te iban apoyando durante todo el trabajo, por lo que la mayoría de conceptos los teníamos interiorizados antes del examen. La implicación que han tenido ha sido ejemplar”, menciona Alex de la Rúa, alumno de tercero, aunque los cuatro estudiantes se sienten muy agradecidos.  

De esta manera, Belbin no solo facilita la creación de equipos funcionales y de alto rendimiento, sino que promueve las relaciones interpersonales e impulsa el talento y la motivación personal. Unido a ello, Alex de la Rúa afirma que Belbin “te aporta estabilidad y confianza dentro del grupo y con el trabajo. Quizá tu no sepas hacer algo, pero tu compañero o compañera sí. Al final, inconscientemente, se impulsa la confianza en grupo. Paula Maza, alumna de cuarto curso, coincide con él: “Te das cuenta de que también aportas, y ahí es cuando, sin darte cuenta, empiezas a depositar confianza en los demás”. 

Asier Aranzabal, uno de los profesores de Ingeniería Química que utiliza la metodología Belbin desde hace ya cuatro años, sostiene que esta metodología ayuda a impulsar la interdependencia positiva y la responsabilidad individual dentro de los equipos y mejorar el desempeño de los y las estudiantes en un entorno de aprendizaje basado en proyectos. “El objetivo es que el resultado en equipo sea mejor que el resultado trabajando solo o sola. Hemos comparado los resultados de la época en la que los alumnos formaban sus propios equipos con los de la época en la que formamos los equipos con la metodología Belbin. Hemos observado que el número de alumnos que se presenta al examen final es casi del 100%, y que el número de suspensos ha bajado de forma considerable”, afirma.  

Tras los diferentes entregables del proyecto y sus evaluaciones con feedback constructivo, los estudiantes coinciden en que tanto la confianza en uno mismo como en la confianza grupal ha aumentado, también la autopercepción y el aprendizaje sobre los conceptos de la asignatura. “A mí me ha ayudado a reconsiderar la forma en la que me veía en los trabajos en grupo. Yo pensaba que era una persona más tranquila, que intentaba cohesionar a las personas, y, sin embargo, según vi que el resultado del test era el de `impulsor´ me di cuenta de que mi autopercepción no era real”, menciona Víctor Torres.  

Maza, sin embargo, sostiene que los beneficios de utilizar el método Belbin son varios: “Primero de todo, identificar cuáles son mis mayores virtudes y debilidades para ser más conscientes de ellas y trabajarlas. Por otro lado, saber que no todas las personas del grupo piensan igual que tú, por lo que aprendes a ser más flexible y ver más allá de tu modo de trabajar. También creas vínculos con personas con las que con un grupo de amigos no se hubieran desarrollado. Y, por último, el conocerte a ti mismo y desarrollarte tanto personal como profesionalmente”.  

Académicamente, la metodología Belbin ha demostrado obtener mejores resultados en comparación con los años en los que no se ha aplicado el método. Así, Asier Aranzabal, Eva Epelde Y Maite Artetxe han publicado recientemente la metodología y los resultados en la revista ‘Education for Chemical Engineers’. “Además, hemos conseguido que la asistencia a clase sea prácticamente del 100%, el interés por la asignatura haya aumentado considerablemente”, concluye Eva.  

Gracias al apoyo del profesorado y al trabajo y la motivación del alumnado de la asignatura de Ingeniería de Procesos y Producto, los resultados académicos y los relacionados con el crecimiento personal de este año han sido mejores que nunca. Tanto el profesorado como el alumnado desea que el método siga acompañándoles en el futuro e implementándose en diferentes ámbitos profesionales y escolares.  

 

 

 

 

 

 

Referencia bibliográfica