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Autor de la tesis ‘El relato de una tragedia ausente’

Sabin Egilior: «Si el sufrimiento no se purga, el trauma queda latente y pasa a las siguientes generaciones»

Su trabajo introduce el testimonio audiovisual dentro de la investigación sobre memoria histórica

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 22/04/2021

Sabin Egilior
Sabin Egilior. Foto: Mitxi. UPV/EHU.

Bajo la dirección de Carmen Arocena y José Antonio Mingolarra, Sabin Egilior Mancisidor realizó la tesis doctoral titulada ‘El relato de una tragedia ausente. Testimonio audiovisual como método para la representación de la memoria traumática en las investigaciones de los desaparecidos bajo la represión de la guerra civil española’. Su trabajo pone al descubierto las limitaciones con las que se encuentran las disciplinas convencionales para contar lo ocurrido y aporta el valor del testimonio audiovisual como método para dar respuesta a dicha problemática. Trece años de trabajo de campo y nueve documentales, muchos de ellos relacionados con la memoria histórica, avalan su investigación. Campusa ha hablado con él sobre su trabajo y sus inquietudes sobre ese tema.

Su tesis pone al descubierto las limitaciones con las que se encuentran las disciplinas convencionales, principalmente la Historia, para contar lo ocurrido.

Cuando comenzamos el trabajo hace veinte años en torno a la búsqueda de desaparecidos y fosas comunes, el proyecto que teníamos encima de la mesa desbordaba la perspectiva de cualquier disciplina científica de manera unilateral. La investigación del pasado vinculado a la Guerra Civil hasta inicios de este siglo era hegemonía de los historiadores, pero a partir de ese momento se nos planteaba una tarea ingente en la que había que combinar investigación histórica, antropológica, arqueológica, fuentes orales, medicina forense y comunicación principalmente, el desarrollo del trabajo era necesariamente multidisciplinar.

Concretamente, el estudio analiza el valor del testimonio audiovisual como método para contarlo.

Sí. El pasado vinculado a los desaparecidos, paseados, fusilados, fosas comunes y la represión de la guerra carece en su mayor parte de documentos con los que hacer una reconstrucción histórica de los hechos. En algunos sucesos no hay absolutamente ningún vestigio objetivo de lo ocurrido, solo los huesos, en el caso de que se localicen. Sin embargo, sí que hay una huella que representa un trauma que todavía persiste en los familiares y allegados del represaliado, es decir, no hay signos, pero sí síntomas. El reto era hacer objetivo ese dolor que seguía presente. A través de la grabación en vídeo de sus expresiones, palabras e imagen, damos forma a esa ausencia, o no memoria, creando en consecuencia un objeto posible que lo represente. Todo lo que se expresa en relación a esa huella genera un contenido que lo define. En torno a esa estrategia elaboramos e introdujimos el testimonio audiovisual como método fundamental para el relato de unos hechos que no existían, de una tragedia ausente, de ahí el título de la tesis. A partir de lo que tenemos, de lo posible, de lo susceptible de grabar, generamos lo que no tenemos, la imagen de la ausencia. Un muerto tiene una forma física y un posible duelo, pero un desaparecido no, no hay cadáver, no hay una entidad, nada se sabe de él más que una huella. Es como las obras de arte basadas en el espacio que el autor va generando al esculpir la materia. El hueco, la ausencia de materia, que es perfectamente definible en sus formas, es lo que representa la obra.

Además, su trabajo ofrece una primera parte de carácter teórico que supone una buena recopilación crítica acerca de la construcción de la Memoria…

Era una tarea pendiente. Tanta inmersión y ocupación en el trabajo de campo dejó incompleto el análisis teórico, todavía hay mucha aportación académica por desarrollar. De hecho, con el sociólogo Vicente Huici seguimos profundizando el fenómeno de la memoria traumática y publicaremos un ensayo específico hacia el otoño. Los resultados van a ser muy útiles: si entre un suceso y su representación hay un entramado infinito de variables, condicionantes, derivadas etc., conocer y clasificar esa estructura nos aporta herramientas muy valiosas no solo para analizar fenómenos pasados desde el presente, sino también para desarrollar nuevas iniciativas, acciones y políticas en torno a la memoria de acontecimientos marcados por el trauma.

Utilizamos mucho el concepto “memoria histórica”, pero ¿cómo lo definiría?

Es un concepto resultado de una hibridación con muchas contradicciones y complejidades. Sin embargo, en España ha adquirido una entidad que ya conoce gran parte de la sociedad, pero no por su definición, sino por todo lo que representa y que es concretamente todo el trabajo de investigación desarrollado en relación a la Guerra Civil española. Es más, al fenómeno de la memoria histórica se le conoce asociado a la contienda del 36 de manera exclusiva.

Formó parte desde el inicio (finales de 2002) del equipo creado en Aranzadi para dar respuesta a las investigaciones en torno al proyecto de localización y recuperación de personas desaparecidas en la Guerra Civil, un trabajo que ha sido la base principal de la tesis.

«Registramos en vídeo todas las acciones de campo que íbamos desarrollando»

Sí. En aquellas primeras reuniones en que diseñamos el plan de trabajo, la clasificación de las tareas y la estrategia de abordaje de las investigaciones, decidimos grabarlo todo. Además de los testimonios, también registramos en vídeo todas las acciones de campo que íbamos desarrollando: localizaciones de fosas, exhumaciones y demás eventos. El análisis de ese material grabado, pero sobre todo el método diseñado y empleado como estrategia de relato y representación de los hechos, ha sido el eje de la tesis.

Para su trabajo ha seguido la metodología de Claude Lanzmann, relator de una de las peores páginas vividas el siglo pasado.

Conocí el trabajo de Lanzmann en la Facultad a través de los profesores Zunzunegui y Mingolarra. El visionado de ‘Shoah’ -son nueve horas- me dejó profundamente marcado. A partir de ahí pensé en la posibilidad de aplicar un tratamiento similar al que él había desarrollado con el Holocausto, a la represión de la guerra y el franquismo. Inmediatamente después surgió el proyecto de Aranzadi y fue una gran oportunidad de poner en practica esa idea que, aunque había grandes distancias entre ambos acontecimientos, también había aspectos comunes: represión, desaparecidos, aniquilación, trauma, silencio… también había que generar un nuevo lenguaje para contarlo.

Tiene en su haber nueve documentales para cine y televisión, muchos de ellos relacionados con la memoria histórica de la Guerra Civil.

La memoria en general ha sido siempre mi ámbito de trabajo como documentalista y como investigador. A la represión de la guerra y el franquismo, en concreto, he dedicado casi dos décadas en las que he publicado tanto en formato audiovisual en género documental como en escrito en varios artículos. Cuando llevaba varios años investigando recurrí al productor Carlos Juárez, que también había conocido en unos seminarios de la Facultad -ya ves que todo el germen está en la UPV/EHU- y junto con el arqueólogo y compañero del trabajo de grabaciones en Aranzadi, Jimi Jiménez, nos embarcamos a dar forma en los siguientes años a varios documentales que podríamos englobar como de Memoria Histórica, producidos por Basque Films.

La Ley de Memoria Histórica fue aprobada a finales de 2007. Desde su perspectiva, ¿qué valoración hace de su cumplimiento durante estos años?

Es evidente que ha sido insuficiente, tanto es así que se está tramitando otra que si todo va bien se aprobará en unos meses. En esta ocasión tengo confianza plena ya que detrás, asesorando al gobierno, están dos grandes profesionales que conozco: Francisco Ferrándiz y Francisco Etxeberria, sin duda los mayores expertos en la materia.

“La gente todavía no se ha dado cuenta que esto no es un problema del pasado sino del presente”. La frase es suya…

Sí, lo que investigamos son sucesos que tuvieron lugar hace muchos años, pero lo hacemos desde el presente, desde la memoria. Todo acontecimiento violento deja una huella traumática y, como ya descubriera Freud hace más de cien años, lo reprimido, tras un periodo de latencia, retorna en forma de repetición. Así ha ocurrido no solo en España en relación a la guerra, sino también en otros procesos de memoria como el Holocausto o las dictaduras militares represivas latinoamericanas. Cuando el sufrimiento no se purga, no se elabora un duelo necesario, el trauma permanece latente a la espera de ser resuelto. Además, no se desvanece tras la desaparición de la generación que lo vivió y sufrió de manera directa, sino que se transfiere a las siguientes generaciones, aunque esas no hayan vivido los hechos, ni el periodo en que tuvieron lugar o ni siquiera les hayan contado nada de lo ocurrido. ¿Cómo es posible? Porque los hijos y nietos han heredado el trauma a través de la huella que en sus antecesores persistía en la familia. Hay todo un lenguaje no verbal del que los nietos han sido testigos. La transición española no tuvo en cuenta todo esto.

Recientemente, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos Gogora ha abierto una base de datos sobre las víctimas mortales de la Guerra Civil y el primer franquismo (1936-1945). Ahí aparecen 7.795 personas cuyo lugar de inhumación se desconoce. ¿Queda mucho trabajo por hacer?

«Mientras se solicite saber el paradero de un familiar, habrá trabajo por hacer»

Creo que el trabajo debe ser proyectado en función de la demanda de los interesados y de la dimensión del trauma presente en la sociedad. Efectivamente, mientras haya personas que solicitan saber del paradero de un familiar habrá trabajo por hacer porque, como ellos tienen derecho a la memoria, la sociedad tiene un deber de memoria. Cuando se haya purgado la memoria traumática y ya no haya demandantes, se seguirá investigando, pero de otra manera, como lo hacemos con otros acontecimientos del pasado.

El informe recoge desaparecidos de los dos bandos, algo que muchas veces no se explicita.

Al margen del aspecto cuantitativo, que tampoco me interesa mucho, muertos, desaparecidos y represaliados hubo en ambos bandos y el dolor y sufrimiento generado en sus allegados fue el mismo. La diferencia entre ellos radica en que los sublevados tuvieron memoria y fue ampliamente socializada en tiempo y espacio ilimitado, sus familias tuvieron libertad para hacer su duelo necesario en la medida de lo posible. En el caso de los vencidos todo eso quedó pendiente porque fue aniquilado durante el franquismo y arrojado al olvido durante los primeros veinte años de la democracia.

La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica y otras entidades, como Aranzadi, siguen con su labor a pesar de las trabas. ¿Qué les diría a los políticos para que se involucren más?

Al contrario, a los políticos les diría: dejen ustedes hacer, no se metan. Y a mis colegas les diría: hagamos el trabajo antes de que vengan los políticos. Son necesarios para empujar las iniciativas sociales, pero se tienen que limitar a preguntar qué hace falta para seguir trabajando y dar su apoyo. Es cierto que fue eso lo que hizo el Gobierno Vasco en los primeros años de trabajo en que yo estuve activo en el equipo de Aranzadi.

Tzvetan Todorov advertía de los usos y abusos de la memoria, que no son sino intentos del poder por controlar la memoria y hacer un uso de ella no para establecer un mayor conocimiento de un determinado acontecimiento, sino en beneficio de unos intereses políticos propios del presente. Los “conmemoradores” los llamaba Todorov, una figura que se aprovecha del trabajo de historiadores, rememoradores y testigos para establecer su verdad irrefutable.

Fíjese en el espectáculo bochornoso que hemos presenciado con la pandemia. La incapacidad de llegar a acuerdos mínimos debido a sus intereses partidistas mientras está muriendo y sufriendo mucha gente y con profesionales de primera línea que han estado muy al límite, eso sólo tiene un nombre: abyección. Ha habido mucho sufrimiento reprimido, duelos pendientes y memoria sin socializar que, también en ese caso, como en la represión de la guerra, habrá que trabajar, elaborar, porque, en definitiva, tarde o temprano habrá que purgar. Se abre también una línea de trabajo en las Ciencias Sociales, ya estamos con ello.