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Javier Cerrato

Trabajo y familia en la sociedad de la incertidumbre

Profesor titular de Psicología Social

  • Cathedra

Lehenengo argitaratze data: 2023/01/26

El profesor de Psicología Social Javier Cerrato
El profesor de Psicología Social Javier Cerrato | Argazkia: Mitxi. UPV/EHU.

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El índice de natalidad en Europa muestra una tendencia decreciente desde finales de los años 60 hasta la actualidad. Es inferior al que sería necesario para garantizar el remplazo generacional y ha disminuido en los últimos 10 años desde 10,5 en 2010 a 9,1 en 2021, según datos de EUSTAT y EUROSTAT. Las tasas más bajas son las de España e Italia: 7,1 y 6,8 respectivamente, siendo más baja aun la de Euskadi, al descender hasta 6,5 según datos de EUSTAT, mientras en el 2001 era 8,5 y en 1975 llegaba a 19,1.

Las ideas de Beck y Beck-Gernsheim (2003) sobre la individuación y la sociedad del riesgo aportan algunas explicaciones de esa tendencia decreciente del índice de natalidad. Estaría relacionado con el desarrollo del estado de bienestar y de la sociedad postindustrial en la posguerra, dando lugar a la disolución de los sistemas unificadores de la sociedad y a la secularización e individuación de la misma. En la sociedad tradicional, el individuo nacía en el seno de determinada clase social o religión, mientras en la actualidad debe ser constructor de su propia identidad. Además, en el contexto de una sociedad fluida y cambiante, es cada vez más complicada la búsqueda de certezas en un medio social caracterizado por la progresiva incompatibilidad entre diferentes sistemas unificadores de la colectividad (religión, ideología, política, ciencia, etc.), por la heterogeneidad de las informaciones provenientes de campos muy diferentes a través de redes sociales y medios de comunicación de masas, y por la provisionalidad de su vigencia (Moscovici,1981).

El estado de bienestar trajo consigo en los años 60 un aumento de los niveles de vida y seguridad básicos, lo cual liberó a las personas de los vínculos de clase tradicionales (por ejemplo, el trabajo o la familia) que desaparecieron como soportes indiscutibles de seguridad para el desarrollo personal. Abandonaba así al individuo a su suerte en el mercado laboral con todos sus riesgos, oportunidades y contradicciones: “el individuo ha de decidir y elegir constantemente en una sociedad llena de inseguridades para alcanzar sus metas vitales basadas en una libertad indeterminada, arriesgada y precaria” (Beck y Beck-Gernsheim, 2003; p. 82).

Los cambios en el mundo del trabajo y de la economía en la sociedad posindustrial han propiciado en las últimas décadas que gran parte del empleo sea precario, así como una baja calidad de vida laboral. Ello es incompatible con la familia, generando un conflicto entre las esferas laboral y familiar. Sus máximos exponentes, en términos demográficos, serían la baja natalidad y la necesidad de incorporar personas inmigrantes como fuerza de trabajo para las necesidades del mercado laboral y el mantenimiento de la economía. Visto eso, el trabajo y la familia se han convertido en ‘categorías zombis’, en palabras de Beck y Beck-Gernsheim, categorías que fueron fijadas en la sociedad industrial pero que en la sociedad actual se han disuelto, diluido o transformado culturalmente, perdiendo su función y sentido originales. Sin embargo, siguen siendo referentes como opciones más o menos arriesgadas para el individuo dentro de su proyecto vital. En ese sentido, esos autores hablan de la ‘familia posfamiliar’, es decir, la familia sería una opción individual que forma parte del proyecto personal de cada individuo, con sus propios intereses y planes, y está sometida a diferentes retos, riesgos y contradicciones. Una de las consecuencias de eso es que la maternidad ya no es una de las elecciones fundamentales de las mujeres, ni tiene por qué constituir su primera opción: se trata de supeditar o simultanear con el trabajo y el desarrollo profesional, planteando en muchas ocasiones dilemas sin solución que conducen a renunciar a uno de los dos ámbitos o a gestionar ambos de manera ‘acrobática’.

La permeabilidad entre los ámbitos familiar y laboral ha provocado que el conflicto trabajo-familia sea uno de los riesgos psicosociales que más atención ha recibido durante los últimos años, siendo considerado como un factor de riesgo dentro de los factores de tiempo de trabajo y como doble presencia, por los principales métodos de diagnóstico de riesgos psicosociales. La perspectiva que más se ha utilizado en las ciencias sociales para estudiar la interacción entre los ámbitos familiar y laboral desde los años 80 ha sido la del conflicto, dado que el trabajo y la familia han sido entendidos tradicionalmente en la sociedad industrial como esferas separadas e incompatibles entre sí. Sin embargo, desde el advenimiento de la sociedad posindustrial, se están produciendo cambios en esa concepción, dando paso a una nueva visión de la interfaz trabajo-familia vinculada a la transformación del modelo económico, industrial y social de la actual sociedad de la información, la comunicación y la digitalización que han desembocado en lo que se denomina Industria 4.0. Ello ha dado paso a nuevas formas de trabajo y a innovaciones en el diseño de los puestos, pero también a la aparición de riesgos emergentes unidos a la digitalización y a la deslocalización del trabajo, cuestiones que también inciden en el conflicto trabajo-familia.

Desde los primeros años de este siglo, ante los cambios en la economía y la sociedad, y ante la aparición de nuevos valores en los que el trabajo y la familia comienzan a ser considerados como ámbitos no separados, aparece el paradigma de ‘integración, sinergia o facilitación trabajo-familia’. El uso de ese nuevo modelo de enfoque integrador se justifica por los cambios de valores en las nuevas generaciones, fundamentalmente ‘millennials’ y ‘generación Z’: esas parecen considerar que, tanto el trabajo como la familia, son ámbitos igualmente importantes en su vida, y tratan de encontrar la forma más adecuada de conciliar ambos aspectos (Beutell & Wittig-Berman, 2008). Lo hacen sobre la base de la autonomía personal y la responsabilidad, restando importancia al presentismo en el trabajo y siendo más partidarios de la flexibilidad.

Los factores estudiados desde la perspectiva del conflicto como causas, efectos o variables mediadoras están relacionados tanto con la familia (tipo de familia, número de hijos e hijas, interacción y soporte social familiar...) como con el trabajo y la organización (cultura organizacional, soporte social organizacional, políticas y prácticas…), con el puesto de trabajo (flexibilidad horaria, características del puesto, sector...), con las actitudes (satisfacción laboral, implicación en el trabajo, compromiso organizacional...) o con el género.

Las políticas públicas para el apoyo a la familia y la conciliación suelen centrarse fundamentalmente en ayudas económicas y en favorecer la conciliación y la corresponsabilidad parental. En ese sentido, la igualdad de género puede ser un motor para el cambio de valores que facilite la decisión de tener hijos o hijas, repartiendo el esfuerzo entre los miembros de la pareja y facilitando la conciliación por parte de ambos. Sin embargo, el papel de las instituciones públicas podría trascender el mero ámbito legislativo, desarrollando políticas y recursos de asesoramiento familiar y formación para facilitar una gestión eficiente de la interfaz trabajo-familia. Se trataría de minimizar el conflicto entre ambas esferas, sin olvidarnos de las familias monoparentales y de las nuevas formas familiares. Las empresas y organizaciones también podrían participar en ese proceso de cambio social. Podrían contribuir, por ejemplo, a través de políticas favorables en la búsqueda del equilibrio entre la familia y el trabajo. Ello supondría una forma de mejorar la calidad de vida laboral de la persona trabajadora y, al mismo tiempo, revertiría en la mejora de la cultura y la eficiencia organizacional, así como en una sociedad más justa, y equitativa.

 

Referencias bibliográficas

  • Beutell, N. J., y Wittig-Berman, U. (2008). Work-family conflict y work-family synergy for generation X, baby-boomers, and matures. ‘J. Managerial Psychol’. 23, 507–523. doi: 10.1108/02683940810884513.
  • Moscovici, s. (1981). ‘On Social Representations’. In FORGAS, J. P. (Ed): ‘Social Cognition: Perspectives on everyday understanding’. London: Academid Press.
  • Beck, U. y Beck-Gernsheim, E. (2003). ‘La individualización: el individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas’. Barcelona: Paidós.
  • Cerrato, J.; Ugarteburu, I.; Zappala, S. y Rega, E. (2022): ‘Conflicto trabajo-familia. Análisis psicosocial de los factores organizacionales, familiares, actitudinales y de género que lo determinan’. Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzua.

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