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JON KORTAZAR

Volver a la casa de la poesía de Gabriel Aresti

Catedrático de Literatura Vasca

Fecha de primera publicación: 25/03/2021

Jon Kortazar. Foto: Mitxi. UPV/EHU.

La prestigiosa editorial Visor acaba de publicar una antología de la poesía social de Gabriel Aresti (1931-1975) con el título de ‘El ciclo de la piedra’. En ella se recoge una selección de textos de los tres libros principales del poeta bilbaíno: ‘Harri eta Herri/Piedra y Pueblo’ (1964), ‘Euskal Harria/La Piedra Vasca’ (1967) y ‘Harrizko Herri Hau/Este Pueblo de Piedra’ (1970).  A través de sus 190 páginas se ofrece un recorrido por esa literatura que en los años 60 del pasado siglo cambió el panorama de la poesía y la literatura vascas.

La importancia de la obra poética de Gabriel Aresti merecía una edición general, bien distribuida, que pusiera su producción artística al alcance de cualquier lector que se acercara a una librería. Como recordaba el editor Mario Muchnick: “Editar es distribuir” y esta edición asegura una correcta y amplia distribución del libro y, en consecuencia, de la obra de su autor. La edición está pensada para un lector que viva fuera del País Vasco, allí donde Aresti puede ser menos conocido. Hubo un momento en el que la figura de Gabriel Aresti se estudiaba en el bachillerato, gracias a su presencia en los libros de texto de Literatura de la editorial Anaya firmados por Lázaro Carreter y Vicente Tusón.

Gabriel Aresti cambió el rumbo de la literatura vasca atendiendo a dos vectores. Uno tenía que ver con la lengua, el otro con la estética. El poeta propuso una lengua literaria que fuera rápidamente comprensible, frente al purismo que todavía era fuerte en los años 50 y 60 del siglo XX, y que nació para alejarse de la influencia castellana en la lengua vasca. En el purismo los autores utilizaban un sistema de lengua alejado del uso diario, porque atendían a lo que la lengua “debería” ser según su criterio y no a lo que de verdad se “utilizaba”. Aresti fue consciente de que el purismo suponía la muerte del idioma, y propuso un “euskara klaroa” comprensible en su primera lectura, que debía mucho a la admiración del autor por la literatura oral y los bersolaris. Además, impulsó con entusiasmo el ‘euskara batua’, fundada sobre la tradición de los escritores clásicos vascos.

En lo estético se situó junto a la poesía social, que se mostraba antifranquista y detestaba el franquismo sociológico. La lectura de la poesía de Blas de Otero, y en concreto de su libro ‘Ancia’, configuró un nuevo rumbo en su estética.

En la trayectoria poética de Aresti pueden distinguirse cuatro épocas. Comenzó su recorrido proyectando un libro de sonetos a la manera de Shakespeare, transitó por una estética cercana al bersolarismo que dio como fruto dos tendencias distintas (una realista y otra simbolista), y produjo una poesía de clave política (‘Zuzenbide debekatua’ [La justicia prohibida] 1961, que no pudo editar). Y desde ahí diseñó una estética social que bebía de la lectura de Blas y de las enseñanzas socialistas y comunistas de su suegro Darío Esteban, un referente importante es su conciencia política.

En esa tendencia, Aresti propuso una estética realista que tomaba su experiencia vital como punto de partida de una poesía que denunciaba las injusticias de la sociedad capitalista, como el terrible chabolismo presente en Bilbao, que se palió con la construcción del barrio de Otxarkoaga. Esa estética se oponía a la corriente esteticista y sublime que provenía de las referencias simbolistas de la poesía que se realizaba en el sistema literario vasco.

En un momento declaró que su poesía iba a buscar un asidero en la blasfemia, frente a la oración que proponía la poesía simbolista de la época. Una blasfemia que se recogía de la boca el pueblo y se devolvía convertida en conciencia social. Como recogía unos de sus poemas más conocidos. “Aquí en castellano, / y allí en vascongado. / Juraban [Blasfemaban]. / Porque la injusticia no es políglota / e igual / trata / al castellano / y al vascongado”.

Los tres libros plantean recursos distintos para hacer llegar el mensaje social al lector. En ‘Harri eta Herri/Piedra y pueblo’ Aresti planteó una poesía de la cercanía. Cualquier cosa podía ser poesía: una cita bíblica, un pasaje de los Fueros, un recado dejado a un amigo. La ironía y el humor aparecían aquí y allí en poemas que se convirtieron en populares gracias a los cantantes que los llevaron a las plazas.

La censura intervino para cercenar su obra. ‘Euskal Harria/La Piedra Vasca’ (1967) contenía 120 poemas en la versión que quería editar Aresti, con una sección escrita en castellano. La censura autorizó una publicación de 60 poemas, lo que dificultó enormemente la lectura recta de su obra. Era un libro que el poeta venía creando desde 1962. Y ya en esa fecha tenía claro que el símbolo de la piedra (el euskara y el pueblo vasco) iba a estructurar su poesía de la protesta ante un mundo injusto. En este libro el poeta buscó las referencias internacionales para presentar un mundo incendiado por las revueltas y la opresión.

‘Harrizko Herri Hau/Este Pueblo de Piedra’ (1970) utilizó los materiales del libro anterior que la censura había prohibido. La segunda parte del libro se abría con un homenaje a Rikardo Arregi (1942-1969), amigo del poeta y muerto en accidente. En él, Aresti une la poesía popular con una ejecución vanguardista. Los tres poemas que se unen bajo el tema de Martín Otxoa de Aiorabide, un ajusticiado en el siglo XVII por levantarse contra el impuesto de la sal, sirvieron a Aresti para protestar contra el franquismo.

Este libro, ‘El ciclo de la piedra’, es una propuesta para volver a leer la poesía de Aresti, directa, simple, elaborada y rebelde.


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