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Marta I. Saloña Bordas

Open Access y el lado oscuro de la ciencia

Profesora titular de Zoología y Biología Celular Animal. Asesora científica del Servicio de Entomología Forense SGIKER

  • Cathedra

Lehenengo argitaratze data: 2018/06/22

Marta Saloña
Marta Saloña. Foto: Mikel Mtz. de Trespuentes. UPV/EHU.
Artikulu hau jatorriz idatzitako hizkuntzan argitaratu da.

Cada vez más revistas publican en abierto. Es lo que conocemos como Open Access. ¿Qué ventaja supone? ¿Por qué cada vez más instituciones y administraciones apuestan fuerte porque publiquemos en entornos abiertos? Es obvia la ventaja que supone no almacenar centenares de ediciones semanales, mensuales, etc. de todas las revistas que se publican. Nuestras bibliotecas disponen de espacios limitados y cada vez menos personas consultan allí los nuevos números. Resulta evidente que es más sencillo realizar búsquedas desde la red, descargar los pdf de los trabajos que nos interesan y acceder rápidamente a la información; y si no accediéramos al artículo, un mensaje a nuestros contactos y el pdf puede estar en nuestra carpeta en pocos días, dependiendo de su diligencia y disponibilidad, claro está.

Para quienes se hayan incorporado recientemente a este mundo comentaré que, hasta hace pocos años, nuestra agenda reservaba una o más tardes por semana para la inspección de los índices y la solicitud de las “separatas” a las/os autoras/es. Ahora, en ese mismo intervalo de tiempo, podemos descargar centenares de pdf para leer tranquilamente. Una verdadera ventaja. Además, el formato electrónico reduce considerablemente los costes, dado que no hace falta pasar por el papel para su lectura. Nuestros árboles nos están tremendamente agradecidos.

Pero no todo iba a ser un jardín de rosas. Una vez más, nos encontramos con un lado oscuro, tremendamente oscuro, donde una voz que dice ser nuestro padre nos invita a pasar. Las revistas deben asegurar la calidad de sus contenidos si quieren mantener lectores selectos. Para ello, comités de evaluadores aseguran la calidad de los contenidos y sugieren mejoras en nuestros manuscritos. La demora puede ser elevada. No dan abasto para publicar todo lo que reciben. El manuscrito puede ser rechazado y la presión es grande. Publica o fallecerás; ésta podría ser la máxima en las puertas de nuestros laboratorios. Sin publicar no hay complementos en el sueldo ni proyectos de investigación; sin proyectos no hay becas ni contratos. Quien no publica no existe, no es nadie en una comunidad que se comunica a través de publicaciones científicas. La presión es grande y la demanda cada vez mayor; el caldo está servido.

Supongo que más de un colega habrá recibido mensajes con contenidos similares al empleado para exponer un problema que debería ser tema central de debate en nuestros foros:

On behalf of *** we would like to take the pleasure to appreciate your research work especially your article *** is very interesting and after reading it, we felt that it will definitely be a great source of information to a wide range of the scientific community.
*** is an open access, multidisciplinary journal which aims to serve the scientific community by delivering the most up-to-date and novel academic, topical, and scientific articles. We cordially invite you to submit any of your unpublished research article, review, short communications, etc, towards the upcoming issue of our journal.

Click here to submit your manuscript

*** desires publishing quality research and ensures authors with:

Rapid onset of article processing
Providing timely update on article status
Thorough peer review process through potential reviewers
Increased visibility of the research work

Por confidencialidad elimino el nombre de la revista que invita a una rápida publicación de nuestro manuscrito. El proceso es tan rápido que en pocas semanas podemos tener el trabajo publicado. En ocasiones, sin cambio alguno en el texto; ¿ni una errata? Por fin, nuestro trabajo en una revista internacional y ¡en abierto! Todo el mundo me va leer. Qué mejor ejercicio de autocomplacencia. Hasta que llega la factura. Claro, ¿quién dijo que todo esto era gratis? El acceso abierto tiene un coste.

Hasta ahora, las instituciones, con sus suscripciones, financiaban los costes. Los lectores, con la compra de las revistas, aseguraban su edición. Ahora no, esto ha cambiado. Si los consumidores (instituciones, lectores) no pagan, ¿quién paga?  El proceso es virtual, no hay gasto de imprenta, no hay evaluación, dado que sale publicado tal cual se envió. Eso sí, existe un director/a y un comité evaluador, probablemente ficticio. Recientemente, por sugerencia de un profesor invitado, alumnas/os de un máster se han presentado con nombre y CV ficticios a ser parte de dichos comités científicos. Y, en efecto, algunas/os han sido aceptados. Entonces, ¿de qué coste estamos hablando? Como Fausto, acabamos de vender nuestra alma y de pasarnos al lado oscuro. No hay vuelta atrás; o pagas o pagas. El artículo no se retira, la factura sigue ahí; miles de euros por artículo publicado, echen cuentas.

En 2008 Jeff Beall, bibliotecario de la Universidad de Colorado (Denver, USA) inició una batalla contra depredadores elaborando una lista de revistas y editoriales sospechosas. Cerró la lista por amenazas, aunque parece que vuelve a actualizarse. Nos movemos en un mundo de tiburones. Recordemos nuestra responsabilidad de informarnos antes de enviar un manuscrito a una revista y comprobar su indexado en fuentes de referencia. Lamentablemente, la opción de cobrar por publicar es creciente y, si no hay fondos detrás, estamos condenando a una parte importante de nuestra comunidad investigadora a su extinción. Parece que ya no es la calidad de la investigación la que decide sino el volumen de los bolsillos. Urge una reflexión y un debate sobre el futuro de la investigación en la universidad pública vasca.