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Paulí Dávila Balsera

De la Universidad de Bilbao a la UPV/EHU, este ha sido el camino

Director del Museo de la Educación de la UPV/EHU

  • Cathedra

Lehenengo argitaratze data: 2018/12/14

Irudia
Paulí Dávila Balsera. Foto: Nagore Iraola. UPV/EHU.
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Artikulu hau jatorriz idatzitako hizkuntzan argitaratu da.Para hablar de la creación de la Universidad de Bilbao, en un mes de mayo de 1968, resulta evocador hablar del famoso mayo 68 francés, en nuestro caso bajo el tardofranquismo. El camino seguido fue de la Universidad de Bilbao (1968) a la UPV/EHU (1980).

Para explicar brevemente la historia de la Universidad de Bilbao nos podemos fijar en unos cuantos elementos explicativos: 1) El mayo 68 en un contexto franquista; 2) El acceso a la universidad de nuevas generaciones; y 3) La construcción de la Universidad en Leioa.

 

El mayo 68 en el tardofranquismo

Para los universitarios vascos, nuestro mayo del 68 fue la creación de la Universidad de Bilbao, en un mes de mayo gris, color que vestía la policía en esa época. De forma que, al igual que las universidades autónomas de Barcelona y Madrid, la de Bilbao nació en el mismo Boletín Oficial del Estado del 7 de junio de 1968, después de su aprobación en un Consejo de Ministros del día 22 de mayo. La propuesta de creación correspondió al recién nombrado Ministro de Educación y Ciencia, Villar Palasí, creador de la reforma educativa de 1970, que duró hasta 1990. Las razones para la creación de estas universidades eran claras: la masificación universitaria y las protestas de la juventud universitaria. Todo ello respondiendo a un fenómeno extensivo a toda Europa, como era el cambio de la “universidad de élite” a la “universidad de masas”.

No obstante, hay que considerar que el Ayuntamiento de Bilbao y la Diputación de Bizkaia, entre otros organismos e instituciones, llevaban tiempo solicitando la creación de una Facultad de Medicina oficial, ya que tan solo la Facultad de Económicas, creada en 1955, era la única que dependía de una Universidad pública, en este caso de la de Valladolid. El tejido socioeconómico del territorio había cambiado y cada vez era más patente la demanda de un alumnado que deseaba acceder a la universidad. El resultado no fue la Facultad de Medicina solicitada, sino una Universidad. He aquí la sorpresa. Pero todavía había otra sorpresa más: la no mención de la Facultad de Ciencias, que se resolverá unos meses más tarde, al incluirla en el mismo proyecto. Por lo tanto, el núcleo inicial estaba formado por las tres facultades citadas: Económicas, Medicina y Ciencias. La alegría fue inmensa, como se recogía en la prensa de la época.

Frente a las consolidadas universidades tradicionales, la Universidad de Bilbao tuvo un crecimiento insospechado de alumnado. A partir de 1969, debido a una disposición legal, ya se podían integrar en la universidad todos los centros superiores del territorio de Vizcaya y, en 1977, otra disposición creó el Distrito Universitario de la Universidad de Bilbao, abriendo la posibilidad de cambiar su denominación teniendo en cuenta “un marco culturalmente vasco”. En este distrito, se integraron los centros de enseñanza superior de los territorios históricos de Álava y Gipuzkoa. Finalmente, en 1980, ya se procedió al cambio oficial, adoptándose el de UPV/EHU. En estos años, se logró integrar todos los centros en la estructura universitaria.

En este proceso podemos constatar dos novedades: la creación de un Patronato de la universidad, que es un antecedente del Consejo Social, recogido posteriormente en la Ley de Reforma Universitaria de 1983, y un nuevo concepto de la “autonomía universitaria”, desconocida entonces y que resultaba ser un elemento básico.

 

El acceso a la universidad de nuevas generaciones

En las décadas de los sesenta y setenta se produjeron dos fenómenos importantes: el primero, la ya mencionada masificación universitaria o “la expansión sin precedentes de la población universitaria”, en palabras del Ministerio y, segundo, las constantes manifestaciones contra el franquismo en el ámbito universitario, con nuevas organizaciones de estudiantes de carácter democrático, en un contexto mundial en el que surge una juventud contestataria, cuya expresión máxima fue mayo 68. Además, en esos años, no podemos olvidar el clima que se vivía en Euskadi y las respuestas que se estaban produciendo, desde las movilizaciones obreras, políticas, culturales, o el primer atentado mortal de ETA.

Así, mientras en otras universidades se escribía en las paredes “prohibido prohibir”, o “la imaginación al poder”, la juventud estudiantil universitaria de Bilbao no cesaba de matricularse en la recién nacida universidad. Estamos hablando de que se pasó de 3.000 estudiantes matriculados en 1968 a 15.000 estudiantes en 1976. A esta universidad cada vez más masificada tuvieron acceso los hijos y las hijas de las clases media y trabajadora. Este aumento de matrícula supuso el incremento del profesorado, y del Personal de Administración y Servicios, no siempre en las mejores condiciones de contratación.

 

La construcción de la Universidad en Leioa

Los dos primeros cursos de las facultades de Medicina y Ciencias se impartieron en locales precarios y que escasamente cumplían las condiciones adecuadas para la docencia o la investigación. De ahí que, desde el mismo momento de ponerse en marcha la Universidad, las autoridades municipales, provinciales y universitarias, incluido el Ministerio, comenzaran la construcción de un campus universitario. El criterio del Ministerio, que era el que financiaba, estaba claro: situar las universidades autónomas lejos de los núcleos urbanos, y que el tipo construcción fuese barato y rápido. De esa manera, se solucionaban dos problemas: la masificación y las manifestaciones callejeras, siguiendo un modelo “sui generis” de las universidades americanas, pero con dificultades de accesibilidad. La concepción arquitectónica del campus seguía los dictados de la reforma educativa de 1970. El interlocutor en aquel momento en el Ministerio era el bilbaíno Ricardo Díez Hochleitner, personaje clave en la modernización del sistema educativo y buen conocedor de los organismos internacionales en educación.

La buena marcha de este proceso era tal que, ya en 1969, la revista Vizcaya, publicación oficial de la Diputación, dedicó un número monográfico al tema de la Universidad, centrando la mayoría de las aportaciones en la creación de la “ciudad universitaria”, incluyéndose planos arquitectónicos. El buen ritmo de las obras permitió que ya el curso 1972/73 pudiera iniciarse en las instalaciones de Leioa.

 

El camino a la UPV/EHU

A la vista de lo sucedido en estos años, podemos señalar que 1977 marca un punto de inflexión en la historia de la Universidad de Bilbao, pues abre una etapa que culminaría en el cambio de denominación, ya previsto en el decreto que restructuraba los distritos de las universidades de Valladolid y Bilbao, sugiriendo una propuesta de denominación, “en forma más expresiva, atendiendo a la nueva reestructuración de su distrito, en un marco culturalmente vasco”. Estamos en los años de la transición política y tampoco podemos olvidar que, desde 1975, se desarrolló un conjunto de actividades alrededor de la campaña “prouniversidad vasca”, encaminadas al logro de una universidad pública que integrase todos los territorios vascos. El mismo emblema de nuestra universidad, creación de Chillida, es buena muestra de esta reivindicación.

Este proceso, ocurrido entre 1977 y 1980, logró la incorporación de todos los centros de estudios superiores de Álava y Gipuzkoa. A la vista de los años que han transcurrido, esta etapa de la historia de la Universidad de Bilbao puede tener diversas lecturas explicativas y complementarias: 1) Fue una consecuencia del cambio de contexto político, en el que se estaba recuperando el autogobierno vasco; 2) Se debió a la expansión de la Universidad de Bilbao; 3) A la integración del proyecto de una Universidad de Gipuzkoa; o 4) La implementación de las reformas educativas en el ámbito universitario marcó este tipo de políticas, etc. Lo cierto es que de la Universidad de Bilbao a la UPV/EHU hay que constatar no solo un cambio de denominación, sino también una concepción diferente de la universidad, más inclusiva territorial y culturalmente, superando muchos retos en una época de constante cambio.