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Anton Erkoreka

Las grandes pandemias víricas: de la gripe al coronavirus

Director del Museo Vasco de Historia de la Medicina y especialista en historia de las enfermedades

  • Cathedra

Lehenengo argitaratze data: 2020/03/26

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Las pandemias masivas y brutales de siglos pasados, como la peste, el cólera o la endémica tuberculosis, fueron sustituidas a finales del siglo XIX por pandemias víricas que han marcado estos últimos 130 años. La primera fue la gripe rusa, que desde China llegó a Rusia y desde allí asoló el continente europeo, saltando luego a América y al resto del mundo. Esta pandemia se inició en 1889 y alcanzó su cénit en 1890 provocando una tasa de mortalidad de 2,1 por 1.000 habitantes. En París, entre el 16 de diciembre del 1889 y el 31 de enero, mató a 5.042 personas.

Luego vino la gripe española; a mediados del siglo XX, la gripe asiática de 1957 que mató en todo el mundo 1,1 millones de personas; el sida ha matado entre 1981 y la actualidad unos 45 millones de personas; el ébola ha provocado brotes aislados y limitados en el corazón de África hasta que ha saltado, por primera vez en 2014, a la costa occidental del continente provocando, solo en 2015, más de 10.000 muertes. En las últimas dos décadas ha habido también una serie de pequeños brotes, pero muy significativos y graves, que han puesto en alerta a la comunidad científica. El primero, la gripe aviar (H5N1) de Hong Kong, en 1997, que pasó de aves a humanos, con pocos casos pero con una alta tasa de mortalidad; el SARS, hermano del actual coronavirus, que apareció en China a finales de 2002 y desapareció, totalmente y sin dejar rastro, en julio de 2003, presentando una tasa de mortalidad de casi el 10 % de los diagnosticados; la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009, que pasó sin pena ni gloria; el MERS de 2015, que alarmó por su extrema virulencia (2.500 casos y 450 muertos); y el zika que se pensó que podría afectar al desarrollo de los Juegos Olímpicos de Brasil, pero que se esfumó antes de sus inicios.

Los medios, cuando hablan de las pandemias, transmiten a la población la sensación de que los científicos las conocemos y las dominamos todas. Y eso es falso, siempre nos quedan preguntas sin respuesta y elementos incomprensibles en su desarrollo. De ahí el interés de la historia que, muchas veces, nos da claves para entender el comportamiento de pandemias como la actual.

En este momento, el SARS-CoV-2, responsable de la enfermedad bautizada como covid-19, está provocando una alarma sanitaria mundial que llevó a la OMS a decretar el estado de pandemia el pasado 11 de marzo. Distintos países han declarado el estado de alarma y tomado medidas extraordinarias, como cuarentenas y confinamientos a domicilio, que debemos seguir a rajatabla. El perfil que va tomando la pandemia, este mes de marzo de 2020, se parece cada vez más a la primera onda de la pandemia de gripe española, en la primavera de 1918. Esa pandemia de gripe fue la más grave e importante de la Edad Moderna y alargó sus tentáculos hasta 1920. Por su actualidad y para comprender lo que está pasando, es conveniente despojar el relato de la pandemia de gripe de 1918 de polvo y paja, dejando a un lado tópicos, datos falsos, propaganda militar, manipulaciones, anécdotas y toda clase de inexactitudes que se han escrito y se siguen escribiendo sobre ella.

En los últimos 20 años la pequeña comunidad científica que hemos trabajado sobre este tema, unos 25 investigadores de todo el mundo, hemos publicado un elevado número de ‘papers’ en revistas de biomedicina (en PubMed este tema tiene 1.099 entradas), que nos permite tener una idea clara y contundente de cómo fue esta pandemia, nacida al final de la gran carnicería que fue la Primera Guerra Mundial.

En los primeros meses de 1918, miles de soldados americanos, franceses, británicos, alemanes y de otras nacionalidades padecieron una epidemia de gripe de carácter muy leve. En Francia, por ejemplo, y según los documentos de los ‘Archives du Services de Santé des Armée’, en el mes de abril enfermaron de “influenza” 1.124 soldados americanos, si bien no falleció ninguno; en mayo 24.886 soldados franceses enfermaron de “grippe”, muriendo sólo 7. En el mes de mayo, en que esa epidemia leve de gripe estaba presente en casi toda Europa, ocurrió un episodio muy importante en Madrid. La ciudad contaba entonces con 600.000 habitantes y, según datos del Archivo Municipal, antes de aparecer esa enfermedad morían, por todas las causas, unas 40 personas al día. A partir del día 21 los periódicos informan de una epidemia que afecta a los soldados acuartelados en la ciudad y a la población civil; como muestra podemos decir que el día 24 mueren 53 personas en toda la ciudad; el día 27, 84 personas, y el día 31, 114 personas, alcanzando el cénit de la epidemia. A partir de ahí, el número de muertos va bajando, el día 6 de junio fallecen 98 personas; el día 10, 67 personas más y, por fin, el día 15, solo 45, manteniéndose a lo largo del resto del mes en esas cifras. Como vemos, la fase aguda de ese episodio epidémico primaveral duró unos 25 días, que fueron seguidos de un goteo importante de fallecidos por gripe y sus complicaciones durante varias semanas.

La enfermedad desapareció en verano, pero el virus mutó y, con la llegada del otoño, se inició la verdadera pandemia de gripe española que afectó a todo el mundo, de una manera simultánea, desde principios de septiembre. En tres meses mató a 40 millones de personas, sobre todo adultos jóvenes, entre 15 y 35 años. Su tasa de mortalidad fue del 2,5 % de toda la población del mundo. En algunos grupos humanos aislados del Pacífico o Alaska, las tasas de mortalidad fueron del 20 % y hasta el 90 % en las aldeas más alejadas. En Europa mató el 1 % de su población, variando entre el 1,2 % en los países del Sur, sobre todo Italia y España, y el 0,9 % en zonas de Escandinavia. En la primera mitad de 1919 ocurrió la tercera onda que afectó fundamentalmente al hemisferio Sur y, en 1920, se extinguió tras afectar a niños de corta edad. Fue provocada por una nueva cepa del virus de la gripe que ha recibido la denominación de H1N1 por ser la primera de la serie.

Estos son los datos, seguramente muy útiles para aplicarlos en la pandemia de covid-19.