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Fernando Sarrionandia-Ibarra Eguidazu

Nuestros volcanes submarinos

Profesor agregado del Departamento de Geología y miembro del Grupo de Investigación GIU20/010

  • Cathedra

Lehenengo argitaratze data: 2021/11/11

Fernando Sarrionandia-Ibarra Eguidazu
Fernando Sarrionandia-Ibarra Eguidazu. Argazkia: Nuria González. UPV/EHU.

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La erupción en el volcán Cumbre Vieja (La Palma) ha despertado un inusitado, pero a la vez comprensible, interés por el vulcanismo. Las impactantes imágenes que ofrecen los volcanes se hacen noticia cada vez que entran en erupción. Sin embargo, la mayor parte de la actividad volcánica terrestre se desarrolla en los fondos oceánicos, donde son casi diarias las erupciones. Esa importante actividad volcánica submarina, que genera una inmensa cantidad de depósitos volcánicos al año (3 km3/año), pasa generalmente inadvertida debido a la enorme presión hidrostática ejercida por las aguas oceánicas sobre los centros de emisión de las lavas. Es más, aunque parezca paradójico, muchos de los depósitos volcánicos preservados en áreas emergidas también se formaron en erupciones submarinas. Un excelente ejemplo de esa situación podemos encontrarlo en Bizkaia y Gipuzkoa. En algunos taludes de las carreteras de esos dos territorios, cauces de ríos y cimas, aflora una potente sucesión volcánica, cuya formación estuvo estrechamente relacionada con la apertura del Golfo de Bizkaia. Por tanto, aunque actualmente en Euskadi no hay volcanes activos ni síntomas de actividad volcánica (emisión de gases volcánicos, gradientes geotérmicos elevados, sismicidad volcánica, etc.), se puede afirmar con rotundidad que en este territorio hubo en algún momento una actividad volcánica submarina importante.

¿Dónde están esos volcanes submarinos?

Esas formaciones volcánicas submarinas, que alcanzan en algunos puntos hasta 2.500 m. de espesor, se extienden actualmente decenas de kilómetros por Bizkaia y Gipuzkoa, definiendo un alineamiento cartográfico con dirección general N120E. Así, es posible observar interesantes depósitos volcánicos en zonas de Getxo, Sopelana, Lemoiz, Arrieta, Fruiz, Errigoiti, Gernika, Markina, Elgoibar, Eibar, Soraluze, Bergara, Azkoitia y Zumarraga. También son observables pequeñas cámaras magmáticas y diques de alimentación de esos volcanes en Zierbena, Santurtzi, Abadiño, Elorrio y Elgeta, además de en los municipios anteriormente indicados.

El volcanismo submarino terrestre

Los fondos oceánicos están formados por rocas volcánicas, parcialmente cubiertas por una capa de sedimentos. La formación de la mayor parte de esas rocas, y por tanto el volcanismo, se localizan en los márgenes divergentes de las placas litosféricas. La litosfera es la capa externa rígida de la Tierra. Está fragmentada en una serie de placas que se desplazan unas con respecto a otras generando importantes interferencias (sismicidad, volcanismo y deformaciones) en sus bordes. Las rocas situadas bajo esas placas conforman la región denominada astenosfera, donde las rocas están a más de 1200ºC. En los entornos oceánicos donde las placas litosféricas se separan (“márgenes divergentes”) las rocas de la astenosfera se descomprimen adiabáticamente (sin perder energía calorífica) y se funden generando magmas que, tras ascender, originan el volcanismo de las dorsales centro-oceánicas. Precisamente, la mayor actividad volcánica de la Tierra se concentra a lo largo de las dorsales centro-oceánicas, donde se estima que puede haber del orden de 1.000 erupciones volcánicas al año.

El registro volcánico de Bizkaia y Gipuzkoa

Las rocas volcánicas de esos territorios afloran intercaladas entre los depósitos sedimentarios cretácicos que conforman la Cordillera Cantábrica. Los materiales volcánicos se corresponden con coladas de lava (pillow lavas y lavas tabulares), tobas de cenizas y lapillis, y aglomerados de bombas y bloques. En esos afloramientos también se puede reconocer una compleja red de cuerpos intrusivos (diques, sills y lopolitos) que representan los conductos (“sistema de alimentación”) por los que ascendían los magmas que alimentaban esas erupciones. Ese volcanismo dio lugar sobre todo a la erupción de basaltos, aunque no son raras rocas subordinadas de otras composiciones (p.ej. traquitas). Las erupciones volcánicas se desarrollaron durante el Cretácico Superior (de 110 Ma a 85 Ma -Ma: millones de años-) a profundidades batiales (de 900 a 1.400 m.), un tiempo durante el cual se fue abriendo el Golfo de Bizkaia con la formación de nueva corteza oceánica en su eje central. La gran variedad de rocas y estructuras volcánicas de esa sucesión, actualmente en estudio, sugiere que la actividad eruptiva fue cambiante y diversa, con estilos eruptivos efusivos y explosivos hawaiianos y estrombolianos, pero también surtseyanos (freatomagmáticos), como consecuencia de la violenta expansión del agua al contactar con las lavas.

¿Cuáles fueron las causas de ese volcanismo?

En el Pérmico (299 Ma) la práctica totalidad de la litosfera continental estaba unida formando un supercontinente denominado Pangea. En el Pérmico superior (259 Ma) se inició el desmembramiento de Pangea. El estiramiento y la fracturación de la litosfera continental de ese supercontinente, trajo consigo la separación de la microplaca Ibérica de la placa Euroasiática. La separación de ambas placas se estaba desarrollando en el marco de la apertura del Atlántico Norte, en el que también se integraría el origen del Golfo de Bizkaia. Entre ambas placas se generó una cuenca marina, instalada sobre una corteza continental hiperextendida, en la que podría haberse acumulado una secuencia sedimentaria de hasta 17 km. de espesor. La hiperextensión de la litosfera continental también trajo consigo la fusión parcial del manto, como consecuencia de su descompresión adiabática. La fusión del manto generó magmas basálticos alcalinos que ascendieron a través de la litosfera continental a favor de fracturas, formando diques. Muchos de esos diques alcanzaron el fondo marino, alimentando las erupciones volcánicas submarinas. En cambio, otros magmas no llegaron a la superficie, formando pequeñas cámaras magmáticas en el interior de la corteza que actualmente están representados por los sills y los lopolitos. En esas pequeñas cámaras magmáticas, algunos magmas basálticos experimentaron procesos de cristalización fraccionada, alcanzando las composiciones traquíticas anteriormente citadas.

¿Cómo emergieron los volcanes submarinos de Bizkaia y Gipuzkoa?

Tras la extinción del vulcanismo submarino, la sedimentación en la cuenca marina comprendida entre la microplaca Ibérica y la placa Euroasiática continuó. Los volcanes y sus depósitos quedaron cubiertos por una potente pila sedimentaria. Durante el Santoniense (86 Ma) la placa Africana empezó a desplazarse hacia el norte como consecuencia de la expansión del océano Índico. El acercamiento entre las placas Africana y Euroasiática empujó la microplaca Ibérica hacia el norte, provocando su colisión contra la placa Euroasiática. Ese proceso de convergencia e imbricación litosférica, y que trajo consigo la formación de la cordillera Pirenaica, tuvo lugar entre 70 y 40 Ma. La deformación y emersión de los materiales rocosos de la cuenca marina que separaba ambas placas puso en exposición los afloramientos volcánicos que hoy podemos visitar en Bizkaia y Gipuzkoa.

¿Por qué son interesantes esos depósitos volcánicos?

A pesar de la cotidianidad de las erupciones submarinas, ese proceso geológico continúa siendo enigmático, ya que son testimoniales el número de observaciones directas realizadas hasta hoy. En contra de lo que inicialmente se creía, las observaciones realizadas desde batiscafos tripulados, las imágenes obtenidas con sumergibles no tripulados y las muestras de rocas extraídas con dragas y sondeos mecánicos, evidencian que la actividad volcánica submarina no es muy distinta a la que se desarrolla en condiciones subaéreas. Es cierto que la investigación del desarrollo de las erupciones submarinas sigue presentando importantes limitaciones tecnológicas, pero existe un itinerario alternativo: el estudio de los depósitos volcánicos submarinos que afloran en áreas emergidas. Por ese motivo, las formaciones volcánicas de Bizkaia y Gipuzkoa son un extraordinario laboratorio en el que se pueden inferir, a partir del estudio de los productos volcánicos, cómo se desarrollan las erupciones submarinas. Sus excelentes afloramientos han sido visitados por geólogos de distintas universidades y centros de investigación. La calidad de esos afloramientos ha sido incluso reconocida por varios investigadores de prestigio internacional. Sin duda alguna, la investigación geológica de los fondos oceánicos actuales y la de las sucesiones volcánicas submarinas en áreas emergidas deben considerarse complementarias. En ambos casos están aportando información crítica que permite entender mejor las unas gracias a las otras. De ahí la necesidad de seguir progresando en la senda del conocimiento, en este caso geológico.