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Coro Rubio Pobes

Partidos y culturas políticas en el País Vasco y Navarra

Profesora titular de Historia Contemporánea e investigadora principal del proyecto PGC2018-094133-B-100

  • Cathedra

Lehenengo argitaratze data: 2021/09/23

Coro Rubio Pobes
Coro Rubio Pobes. Argazkia: Nagore Iraola. UPV/EHU.

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Los partidos políticos, que son estructuras de representación y de mediación entre el Estado y los individuos, se originaron como resultado de un largo proceso histórico, un proceso que arrancó antes de la Edad Contemporánea y requirió la confluencia de dos factores: la concentración institucional del poder en el Estado y la extensión de la participación política. Para eso último fue clave la aparición del parlamentarismo liberal en el siglo XIX, de la opinión pública y de la prensa política. Los primeros partidos aparecieron en España a finales del siglo XVIII, pero hasta el último tercio del siglo XIX constituyeron lo que se ha dado en llamar “partidos de notables”, estructuras muy elitistas, comités efímeros que se organizaban solo de cara a las elecciones. Los partidos modernos no surgieron hasta la última década del siglo XIX y la primera del XX, durante la etapa de la Restauración (1875-1923), cuando la introducción de las leyes de asociaciones de 1887 y del sufragio universal masculino en 1890, con su precedente en 1869, permitió el acceso a la participación política de amplias masas de población. A partir de entonces, los partidos se convirtieron en estructuras permanentes y complejas, ampliaron sus bases sociales abriéndose a la militancia, elaboraron estatutos y programas, y desarrollaron una sociabilidad política específica para cohesionar sus bases y difundir su ideario. Pero los partidos son también espacios de expresión y de reproducción de las culturas políticas. Una cultura política es un sistema de representaciones o conjunto de referentes que implica una determinada visión del mundo y una lectura compartida del pasado, así como normas y valores, símbolos y ritos. También comprende formas de acción política específicas y formas concretas de sociabilidad, y genera identidad colectiva.

En el País Vasco, que ha tenido una agitada vida política desde el siglo XIX, el número de partidos políticos creados desde esa centuria ha sido enorme, y muy variado el arco de culturas políticas que se han desarrollado en él. En un amplio estudio que hemos realizado entre catorce historiadores (la mitad de ellos de la UPV/EHU) en el marco de un proyecto del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, hemos identificado nada menos que 403 partidos y coaliciones con marca electoral en el País Vasco y Navarra entre 1875 y 2020 (incluidos los partidos únicos de las dos dictaduras que se han vivido en el siglo XX, la de Primo de Rivera y la de Franco, aunque para hablar en puridad de “partido” se requiera la concurrencia de otro grupo competitivo en el sistema). A todos ellos hay que sumar las formaciones políticas previas, los partidos premodernos que existieron a lo largo del siglo XIX: afrancesados, liberales, realistas, carlistas, fueristas, neocatólicos, demócratas y republicanos. Entre los primeros partidos con una estructura y organización moderna hay que mencionar al Partido Nacionalista Vasco y al Partido Socialista, que son además representantes de dos de las culturas políticas más longevas que han existido y siguen existiendo en el País Vasco y en Navarra. Otra de las culturas de mayor recorrido es la carlista, originada en los años treinta del siglo XIX y agotada en la etapa franquista (formó parte de la amalgama que representó la creación por decreto en 1937 de Falange Española Tradicionalista y de las JONS), si bien en 1974 llegó a generar un partido de izquierda como EKA, el Partido Carlista de Euskadi, que rompió con la asociación clásica entre carlismo y tradicionalismo.

Entre los momentos históricos de especial fecundidad para la generación de partidos políticos destaca sobre todo la etapa de la Transición, multiplicándose exponencialmente su número al compás de la reactivación de la vida pública que se produjo entonces. En esa etapa se crearon, por ejemplo, un gran número de partidos en el seno del nacionalismo vasco, diversificando su cultura política y definiendo en ella diferentes familias, de porosas fronteras: Euzkadiko Ezkerra, por ejemplo, pasó del nacionalismo vasco radical y marxista de sus primeros tiempos al socialdemócrata y heterodoxo a partir de 1982. Y siguieron fundándose partidos nacionalistas durante la etapa democrática: nada menos que 62 partidos y coaliciones de este tipo se computan en el País Vasco y Navarra entre 1975 y 2020, poniendo de manifiesto la fortaleza del nacionalismo vasco a partir de la Transición. En contraste, otras culturas políticas siguieron una dinámica inversa, como por ejemplo la republicana, que había sido la más prolífica en la generación de partidos entre el último tercio del siglo XIX y el primero del XX, y que redujo enormemente su expresión partidaria a partir de 1975.

Si bien antes de 1975 no se registran grandes diferencias en el volumen de partidos asimilables al arco de las derechas y al de las izquierdas, desde la Transición la balanza de ese número se ha inclinado en el País Vasco claramente hacia la izquierda, incluyendo un conjunto de partidos ligados a movimientos sociales tales como el ecologismo, el feminismo o el 15 M, que han proliferado a partir de mediados de los años ochenta. Otra cosa es, no obstante, qué fuerza política ha resultado dominante, posición que en el País Vasco ocupa el nacionalismo del PNV y en Navarra el centro derecha navarrista (a partir de los años noventa). Desde el final del franquismo también se han constituido en ambas comunidades un gran número de partidos de derechas, etiqueta que hay declinar inexorablemente en plural, y bajo la que se cuentan conservadores, democristianos, liberales, regionalistas, partidos de derecha radical y de extrema derecha, esos dos últimos con una presencia marginal.

Así mismo, se han formado partidos que constituyen espacios de confluencia de diversas culturas políticas, como por ejemplo Izquierda Unida-Ezker Batua, configurado en 1992 como una federación de partidos de diversas sensibilidades a la izquierda del PSOE, y que en 1994 se fusionó con el partido ecologista Berdeak-Los Verdes. Por último, no han faltado partidos curiosos o raros, como Ciudadanos Agobiados y Cabreados (1993), el Partido de la Ley Natural (1992) o el Partido del Karma Democrático (2001).

Todo esos partidos y culturas se analizan en el libro que publica los resultados de esa investigación: Coro Rubio Pobes (dir.), ‘El laberinto de la representación. Partidos y culturas políticas en el País Vasco y Navarra (1875-2020)’, Madrid, Tecnos, 2021.