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In memoriam: Txema Larrea

“Txema Larrea, euskaltzale: sencillo, honesto, generoso”

  • Crónica

Fecha de primera publicación: 07/08/2018

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Cada mañana acostumbraba a llegar tarde con esos andares suyos tan característicos desde que le acribillaron a tiros la pierna en los años setenta. Siempre venía acarreando papeles debajo del brazo, libros, apuntes, fotocopias, muchas fotocopias. Subíamos a Leioa en el “pato” de Jose Mari Garmendia y Txema no paraba de hablar en todo el trayecto. Cada día eran historias diferentes, algún descubrimiento en una biblioteca, pasajes de un escritor africano, poemas de un poeta gallego, anécdotas de Bilbao…

Le costó mucho hacerse a la mecánica de la universidad. No se sentía nada cómodo con los rigores académicos ni con las reglas universitarias. Afortunadamente Manuel González Portilla y Jose Mari Garmendia le protegieron y a su manera incluso le arrullaron, porque Txema nunca estuvo interesado en la lógica propia de los curriculums académicos y menos aún en las intrigas corporativas. Creo que era un sabio demasiado singular para convertirse en un profesor universitario al uso.

Orientó sus inmensas capacidades investigadoras de una manera diferente, cosmopolita e irónica. Buceó en tantos temas que sería una pérdida de tiempo buscar una lógica en su pensamiento y en sus actividades. De hecho estoy convencido de que guio su actividad de acuerdo a criterios inescrutables. Eso sí, era de esas personas de las que se dice que aquello que no les interesa, les apasiona.

Tenía una manera especial de hacerse presente, sin aspavientos, con discreción, y acabó construyendo un rol de divulgador ambulante de cultura. Por eso estoy seguro de que no le gustaría nada que yo hiciera aquí un panegírico de su producción literaria. Lo relevante es que además de lo mucho y bueno que escribió, dedicó media vida a transmitirnos con la palabra todo aquel amasijo de ideas que fluían en su cabeza.

El pasado día 1 de agosto en un tanatorio de Bilbao abarrotado, amigos y familiares le despidieron. Allí estaba toda la particular patria que él construyó. Adur presentó el acto que presidía una foto de Txema. Le miré muchas veces pero sus mejillas no enrojecieron como pasaba siempre que tenía que hablar en público o que alguien se refería a él. No sentí sensación alguna de tristeza. Ni percibí a la gente triste, ni tengo el recuerdo de un Txema triste. Yo diría que fue una despedida alegre a este euskaltzale tan sabio como tímido, una despedida sin representaciones institucionales, ni discursos de desconocidos. Mejor así.

Antes de marcharme hablé un rato con Mertxe, su ángel de la guarda. Estaba lúcida y enérgica como siempre y le pedí que me definiera a Txema en tres palabras. No lo dudó: sencillo, honesto, generoso. Luego me contó más cosas pero esas las guardo para mí con algunas fotocopias que me pasó Txema y todavía conservo.

Bon voyage eta zorte on!

 

Alfonso Unceta