Carlos Santamaría y su obra escrita

 

De geometría electoral

 

El Diario Vasco, 1982-10-03

 

      El profesor Fusi Aizpurua evoca, en un artículo publicado recientemente en «D.V.», el período republicano de los años treinta y uno al treinta y seis y la forma en que se desarrolló en aquel tiempo la política electoral vasca, al dividirse los partidos en tres bloques principales: nacionalista, republicano-socialista y conservador.

      Yo era ya elector en aquella lejana época y conservo un recuerdo vivo de muchas de las vicisitudes políticas y de los duros enfrentamientos ideológicos que por entonces agitaron a nuestro pueblo.

      Como es sabido no existía en aquel tiempo un socialismo específicamente vasco, es decir un «socialismo abertzale» del tipo del que ahora conocemos bajo distintas acepciones. El único socialismo no comunista que entonces se llevaba aquí era el socialismo español de Pablo Iglesias. «Acción Nacionalista Vasca» no era —según creo— otra cosa que una versión más liberal —o, si se quiere, menos clerical— del nacionalismo sabiniano clásico.

      Dejando de lado a otras fuerzas menos importantes, parece pues que puede afirmarse que el triángulo: «nacionalismo vasco, socialismo español, conservadurismo variopinto» cubría bastante bien en aquella época el mapa electoral de Euskadi.

      En tales condiciones hablar de triangulación de la política vasca, como lo hace el señor Fusi en su artículo citado, me parece completamente correcto. Sin embargo yo no estaría del todo de acuerdo con él cuando afirma, en la segunda mitad de su artículo, que esa triangulación «no era un fenómeno electoral pasajero, sino la cristalización de la verdadera realidad socio-cultural del País Vasco contemporáneo».

      Â¿La sociedad vasca una sociedad básicamente triangular? Yo no lo creo así en modo alguno.

      Puestos a geometrizar yo preferiría que hablásemos de cuadrilátero y no de triángulo. Esta concepción cuadrilátera de la vida cultural, social y política del pueblo vasco actual es, por cierto, una idea vieja en mí —o en mi cabeza— y acerca de ella publiqué hace tiempo algún artículo, en euskera, en la revista «Argia», tratando de demostrar que la sociedad vasca es efectivamente una sociedad cuadrangular.

      Trataré de justificar esta postura en pocas palabras.

      Desde hace veinte o treinta años los sociólogos franceses han empezado a utilizar la palabra «clivage», procedente del campo de la Cristalografía, dándole un significado sociológico particularmente interesante.

      En su sentido propio la palabra «clivage» expresa la forma de romperse o de dividirse un cristal mineralógico. Como todo el mundo sabe, un cristal de cuarzo o un diamante no pueden ser divididos de cualquier manera, como se puede hacer —valga el ejemplo— con una patata. El cristal mineralógico tiene una estructura interna que hace que sólo pueda ser cortado a lo largo de determinadas líneas o superficies de exfoliación. Pues bien, en cualquier sociedad humana existen también «clivages», es decir, formas espontáneas de división de la misma, debidas a motivos de muy diversa naturaleza. Así, las divisiones «rico/pobre»; «joven/viejo»; «religioso/incrédulo»; «conservador/progresista», etc. son «clivages» que ejercen una enorme influencia en el sistema de opiniones y de conductas dentro de cada pueblo.

      La diferencia «derecha/izquierda» o «conservadurismo/socialismo» es en este momento, en la mayor parte de España, el «clivage» político fundamental. Sin embargo en las nacionalidades, o regiones con problema de nacionalidad, surge otro no menos importante: la división o exfoliación «nacionalismo/unitarismo». Como quiera que dos por dos son cuatro, de esta doble exfoliación surgen cuatro posiciones que podríamos representar, al menos provisoriamente, con las siguientes denominaciones: «socialismo abertzale»; «conservadurismo españolista»; «socialismo españolista» y «conservadurismo abertzale». El lector podrá poner, si lo desea, la siglas políticas que convengan a cada una de las cuatro denominaciones citadas. Pero para mí la cosa está completamente clara. Cuadrilátero pues y no triángulo.

      Yo sugeriría al profesor Fusi que, antes de emprender la construcción de esa teoría del País Vasco que nos promete en su artículo, reconsiderase el número de lados de su polígono vasco.

 

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