Carlos Santamaría y su obra escrita

 

Una filosofía actuante

 

El Diario Vasco, 1983-10-02

 

      Â«La filosofía de Zubiri ¿es actual? Y, sobre todo, ¿es actuante? ¿sirve para algo?». Con estas preguntas terminábamos nuestro anterior artículo sobre Xavier Zubiri. Una cuestión que merecería la pena estudiar a fondo y de modo completamente serio. Y no sólo respecto a la filosofía de Zubiri —claro está— sino sobre cualquiera otra, o sobre la Filosofía misma en su totalidad.

      Podríamos decir que una filosofía es actuante cuando directa o indirectamente cambia el modo de sentir, de pensar, de actuar, y en suma de vivir, de la «gente», en una sociedad o en una civilización determinadas. Es decir, que a partir de ella, o como consecuencia de ella, los pintores se habrán puesto a pintar de otra manera; los literatos habrán creado una nueva literatura; los políticos habrán hecho una política distinta de la que hasta entonces habían hecho, etcétera.

      Esta interpretación podrá parecer exagerada y carente de bases históricas. Sin embargo, por citar un solo caso, creo que podría afirmarse que el pensamiento de Descartes, y sobre todo el de Kant, influyeron de modo decisivo en la construcción de la Ciencia moderna y, a través de ésta, en la invención de las modernísimas técnicas que están ahora mutando la vida humana en todos sus niveles.

      Sé perfectamente que esto lo rechazará cualquier marxista sin más que apelar a la tesis de Marx de que «las filosofías no han hecho más que interpretar el mundo de diversas maneras (mientras que) lo que importa es transformarlo». Reconozco que muchas veces han sido las condiciones materiales de la vida social —modos de producción, etc.— las que han hecho que cambien las ideas. Pero no me resigno a aceptar la tesis de que las ideas carezcan de autonomía y no sean capaces por sí mismas de transformar la vida material.

      En mi opinión —modesta— ha habido filosofías actuantes. Más aún pienso también que una filosofía que no sea actuante, es decir que no sea capaz de cambiar hasta cierto punto la vida de un pueblo o de una sociedad, es pura diversión especulativa y carece enteramente de interés práctico.

      Pues bien, vistas las cosas de esta manera entiendo que en la filosofía de Zubiri hay muchas cosas que podrían hacer de ella una filosofía actuante, sin que esto quiera decir que tal potencialidad se haya manifestado ya o se vaya a manifestar a plazo breve. Requerirá tiempo y dependerá de muchas circunstancias el hecho de que la misma pueda ejercer una influencia real sobre la vida de nuestro pueblo.

      Así, para no citar más que un ejemplo, en el libro de Zubiri: «Inteligencia sentiente» hay páginas sumamente densas y llenas de observaciones agudísimas sobre la estructura del sentir, las cuales podrían ejercer un efecto transformador y profundizador en la actividad creadora de cualquier artista o científico que las asumiese.

      Pero hay que reconocer que Zubiri es difícil de leer. Construye con un rigor cuasi-matemático y hay que seguirle con el lápiz en la mano, deteniéndose en cada definición y en cada «teorema», como se hace con un libro de lógica matemática.

      Esto da lugar a que la obra de Zubiri sea muy poco conocida. A Zubiri le han faltado verdaderos seguidores, intérpretes y cultivadores y es de temer —por esta razón— que quede aparcado durante largo tiempo, hasta que alguna generación futura lo redescubra.

      Para evitar que el pensamiento de Zubiri quede infecundo hará falta que sea enseñado a fondo en las aulas —sobre todo aquí en Euskadi, su patria afectiva— descubriéndose a los jóvenes toda la potencia de modernidad que se encierra en él. (Es por completo falsa la creencia de que se trata de un pensamiento «reaccionario» como dicen algunos que a lo mejor, jamás se han dedicado en serio, a leerlo).

      Hará falta que dicho pensamiento sea no sólo explicado, sino «ex-plicado», es decir desplegado, desarrollado y proyectado.

      Hoy las distintas corrientes filosóficas tienden —cada una a su manera— a volver al realismo. O, más bien, a ir hacia un nuevo realismo que no se reduzca al materialismo, fracasado ya bajo muchos aspectos. En este sentido la importancia de Zubiri es a mi juicio grande. El objetivo de su gran tarea fue precisamente el de construir instrumentos absolutamente rigurosos para poder llevar adelante ese mismo quehacer filosófico del nuevo realismo.

 

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