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Javier Sánchez-Beaskoetxea

Capitanes intrépidos

Piloto de la Marina Mercante y subdirector de la Escuela de Ingeniería de Bilbao

  • Cathedra

Fecha de primera publicación: 21/09/2023

Javier Sánchez-Beaskoetxea
Foto: Mitxi. UPV/EHU.

A raíz de mi tesis doctoral, en la que, combinando mis dos licenciaturas, Náutica y Periodismo, estudié la imagen de los capitanes de la marina mercante en la prensa española, publiqué en varios medios algunos artículos de opinión en los que traté de hacer algo de justicia con todas las personas que trabajan a bordo de buques mercantes por todo el mundo. Alguna de las conclusiones que saqué de la tesis fue que, en relación con su imagen, los marinos son casi inexistentes para los medios de comunicación y que si aparecen en la prensa es solo cuando han tenido un accidente, y en ese caso su imagen es más bien negativa.

Alguno de esos artículos tuvo un cierto éxito, como el publicado en julio de 2012 bajo el título “Los vivos, los muertos y los marinos mercantes” y que ganó ese año el premio de periodismo otorgado por la Asociación de Navieros Españoles entre aquellos artículos que potencian el conocimiento de la población sobre el sector de la Marina Mercante.

Al comienzo de dicho artículo, expliqué así su título: “Dicen que fue Anacarsis, filósofo escita del siglo VI a.C., quien dijo que existen tres tipos de personas: los vivos, los muertos y los marinos. Anacarsis se refería a que, cuando los marinos se hacían a la mar, nadie sabía si estaban vivos o muertos hasta que regresaban de su viaje. Hoy en día, los buques están continuamente conectados con tierra y no hay problema en saber si están bien sus tripulantes, pero en el fondo la frase de Anacarsis sigue siendo válida, ya que casi nadie se acuerda de los marinos mientras no haya un naufragio digno de figurar en las portadas de los periódicos”.

Aunque me han entrado ganas de autoplagiarme el título para esta colaboración (a ver si por suerte me caía otro premio), al final me he decidido por el de la magnífica película dirigida por Victor Fleming, con Spencer Tracy en el papel protagonista, basada en un libro de Kipling, y que nos brindó bellísimas escenas de veleros. ¿Por qué? Porque sí, porque para ser hoy en día capitán (o capitana, que cada vez son más las mujeres en los buques, por suerte), hay que tener un punto de intrepidez: al menor error de cualquier persona que esté bajo su mando y que provoque un vertido de combustible o de mercancías peligrosas, el “viejo”, como se llama en los barcos a quien está al mando, puede acabar en un calabozo.

En otro de esos artículos, copié la declaración de un capitán vasco tras el naufragio de su barco en un temporal en aguas extranjeras. Lo explicaba así: “Llegamos a la cárcel. Había tres españoles y dos filipinos. Uno de los españoles me preguntó: ‘¿Por qué le traen a usted aquí?’. Y les conté lo ocurrido. ‘Es una injusticia lo que han hecho con usted y debe protestar y reclamar’. Los marinos mercantes conocían las condiciones en que yo salí a navegar y me defendían. Se acercó la época del juicio oral, que tuvo entre los marinos mucha resonancia. El auditor de mi causa pidió para mí varios años de presidio y una indemnización pecuniaria. Me interrogaron, y yo conté lo ocurrido. El barco era muy malo; nadie hubiese sido capaz de salvarlo con un tifón; mi culpa había sido hacer caso al armador, que me obligó a salir de la bahía con aquel buque inútil y defectuoso. Mi carrera de marino demostraba que era uno de los más aptos capitanes mercantes, y que otros marinos, con barcos mejores y en circunstancias más favorables, habían naufragado”.

Casi es la misma declaración que la del capitán del “Prestige”, Apostolous Mangouras. Sin embargo, son párrafos extraídos de la novela de Pío Baroja La estrella del Capitán Chimista, publicada en 1930, en la que describe el juicio al capitán Ignacio Embil tras un naufragio en Filipinas. Y, lamentablemente, también podría ser la declaración de un capitán envuelto en un accidente hoy en día.

Como vemos, aunque han cambiado muchas cosas en los buques mercantes, sobre todo en la tecnología, en cuanto a la opinión de la gente y la legislación, no parece que hayamos avanzado mucho. Muchas veces se suele decir eso de que es mejor que hablen de ti, aunque sea mal, a que te ignoren. No estoy de acuerdo.

Como he dicho, entre las principales conclusiones de mi tesis estaba el que los marinos mercantes son casi invisibles para los medios y que cuando salen en prensa es debido a un naufragio digno de ser portada. Y eso no es bueno. No es bueno que solo hablen de ti para mal.

Hoy en día, todos vamos en avión varias veces al año: todo el mundo es consciente de la importante labor de los pilotos de los aviones. Pero poca gente es consciente también de que más del 80% de todo lo que necesitamos para nuestra vida ha ido dentro de un barco mercante en algún momento de su proceso de compraventa. La ropa que usamos, gran parte de los productos del súper, la gasolina, las bicicletas, los coches… Casi todo viene en barco, pero casi nadie sabe que los capitanes, jefes de máquinas y oficiales de esos barcos han tenido que estudiar una carrera universitaria de grado y máster, y que necesitan varios años en la mar para ir subiendo de categoría, mientras que la formación para ser piloto de aviación es mucho más corta y no es universitaria.

En fin, parece que es que lo hay y nos toca vivir con ello. Mientras tanto, quienes trabajamos en las enseñanzas náuticas en la UPV/EHU seguiremos luchando para dignificar la profesión.