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Los espacios verdes pueden desempeñar un papel en el desarrollo cognitivo infantil

Investigadoras e investigadores del Departamento de Psicología Clínica y de la Salud y Metodología de Investigación participan en el proyecto Infancia y Medio Ambiente (INMA)

  • Investigación

Fecha de primera publicación: 08/04/2024

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Mikel Subiza ha analizado los efectos de los espacios verdes y azules del entorno residencial en el desarrollo cognitivo infantil

Un estudio realizado por investigadores e investigadoras de la UPV/EHU con más de 1.500 niños y niñas no ha mostrado evidencias claras de la relación entre vivir en entornos más verdes o azules y un mayor rendimiento de la memoria de trabajo. El estudio pone de manifiesto la necesidad de seguir investigando, y ahora trabajan para replicar este mismo estudio en diferentes lugares europeos en el marco del proyecto LifeCycle (Horizon 2020).

Siempre se ha asociado una mejor salud a aquellas personas que viven en entornos verdes o azules, donde predominan parques, jardines, estanques, riberas, etc., y por tanto se esperan menores niveles de contaminación. De hecho, la disponibilidad de espacios verdes y azules en la zona de residencia se ha relacionado con diversos resultados en salud durante la infancia, incluido el neurodesarrollo. Algunos estudios han mostrado que los niños y niñas que viven en zonas más verdes y/o azules obtienen mejores puntuaciones en tareas cognitivas, aunque otros estudios no han podido confirmarlo.  

El investigador Mikel Subiza, del Departamento de Psicología Clínica y de la Salud y Metodología de Investigación de la Universidad del País Vasco, ha querido abordar esa pregunta de investigación estudiando el impacto de estos espacios en su salud y desarrollo cognitivo. Para ello ha utilizado datos provenientes del estudio INfancia y Medio Ambiente, INMA, que “recoge datos de una cohorte de mujeres embarazadas que fue reclutada en la primera década de los años 2000 y a la que se le realiza un seguimiento a lo largo de los años para ver cómo evoluciona su salud y la de sus hijas e hijos en diversos ámbitos”, comenta. En dicho contexto, el estudio ha contado con datos de 1.500 niños y niñas de entre seis y doce años de diferentes lugares del estado. 

En el estudio se han analizado “los efectos de los espacios verdes y azules del entorno residencial en el desarrollo cognitivo infantil (es decir, en sus capacidades de atención, de memoria, de inteligencia, etc.), para ver si niños y niñas que viven en entornos más verdes obtienen mejores puntuaciones. Concretamente hemos estudiado la memoria de trabajo infantil: una función ejecutiva que surge de la interacción entre la memoria y la atención y nos permite mantener y manipular información durante cortos periodos de tiempo”, explica Subiza. 

La disponibilidad de grandes espacios naturales no predijo el rendimiento de la memoria de trabajo 

El estudio encontró escasas pruebas que apoyaran “la hipótesis de partida de que vivir en áreas residenciales más verdes y azules contribuya a un mejor desempeño en pruebas de memoria de trabajo”. Subiza afirma que existen investigaciones a nivel internacional que concluyen que aquellos jóvenes que viven en barrios más verdes obtienen mejores resultados en pruebas de inteligencia o memoria, pero que otros trabajos no muestran lo mismo. “En nuestra investigación —añade Subiza— algunas medidas de verdor residencial están asociadas a la memoria de trabajo, pero otras no”.  

“A pesar de la inconsistencia de la evidencia en esta área de investigación y del hecho de que se necesita más trabajo para alcanzar un consenso científico, nuestros resultados contribuyen a la literatura específica y justifican futuros estudios —señala—. La provisión de espacios verdes puede desempeñar un papel en la memoria de trabajo de los niños, pero es necesario seguir investigando”. El investigador añade que “contamos con evidencia que sugiere que los espacios verdes, la naturaleza, nos ayudan a relajar los niveles de estrés, a focalizar nuestra atención y nos permiten también recuperarnos de la fatiga mental, etcétera. En cuanto al desarrollo cognitivo, no podemos lanzar las campanas al vuelo todavía porque el número de estudios es limitado y la evidencia sigue siendo mixta”. 

Actualmente Subiza trabaja en el proyecto europeo LifeCycle (Horizon 2020), que aglutina datos de investigación de diferentes estudios de cohorte de Europa. Es una red de estudios con un diseño similar a INMA. “Estamos tratando de replicar los análisis que hemos realizado con datos de INMA, con una muestra de alrededor de 15.000 niños y niñas, que nos van a permitir ver si en estos otros lugares encontramos algo parecido o no”, explica. “Creemos que los espacios verdes y azules en contextos urbanos pueden ayudar a mejorar la salud y el desarrollo infantil, pero queda mucho trabajo por hacer para determinar en qué procesos psicológicos y de salud tienen efecto y en cuáles no”, concluye Subiza. 

Referencia bibliográfica