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In memoriam: Jacinto Gil Rodríguez

  • Crónica

Fecha de primera publicación: 23/08/2023

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El mes de agosto nos ha traído un día triste y funesto para nuestra área de Derecho civil. Nuestro querido Jacinto, profesor y maestro, pero ante todo amigo y compañero, falleció en calma y serenidad para descansar en paz. De la tierra que lo vio nacer, donde se instituyó la primera universidad peninsular, trajo ese aire solano propio del Cerrato que contribuyó a atemperar las brumas sempiternas del solar vasco. Ese espíritu universitario tradicional, riguroso y de servicio público, forjó el rígido hierro del Derecho civil vasco en una labor de recuperación y modernización para obrar y modelar uno de los ejes fundamentales de nuestra personalidad colectiva y social. Materializó justamente el designio y lema de nuestra universidad: ‘eman ta zabal zazu’. De esa impronta esencial en Jacinto somos testigos privilegiados y herederos académicos todos los miembros del área, así como las continuadas generaciones de estudiantes que afamaban sus enseñanzas y, sobre todo, su humanidad y atención personal.

Inició su carrera académica bajo el resguardo y patrocinio del profesor donostiarra Gabriel García Cantero con una magnífica memoria doctoral sobre los aspectos civiles del usufructo de acciones y, vinculado como profesor a la Facultad de Derecho desde 1978, obtuvo su merecida calidad de catedrático en la Universidad de Extremadura primero y en la UPV/EHU después en 1988. Su dedicación a la universidad pública se evidencia en las numerosas tareas de gestión que le correspondieron ejercer, primeramente, como decano de la Facultad y, especialmente, como director del Departamento de Derecho Civil. Sin embargo, las mayores muestras de su genialidad jurídica y sutileza lingüística se revelan en su profusa labor investigadora publicada en múltiples libros, colaboraciones en obras colectivas y artículos de revistas con un rigor y portento técnico extraordinarios que la ciencia jurídica tendrá siempre presentes como hombro de apoyo de las futuras aportaciones de la ciencia jurídica civil. Más meritorio resulta, igualmente, la certificada y rigurosa labor de dirección científica de las tesis doctorales de trece discípulas y discípulos académicos, muchos de ellas especialmente enfocadas y guiadas al aludido impulso del Derecho civil propio de nuestro territorio.

Su trato cercano permitió a muchas compañeras y compañeros, no solo de su entorno, sino también de toda la comunidad universitaria española, abusar de su confianza y generosidad para, con sus inteligentes y siempre atinados consejos, enriquecer todas las cuestiones y contribuciones que constantemente se le solicitaban porque toda demanda fue atendida con la moderación y sensatez de su carácter natural y franco. Ciertamente, nos hemos quedado huérfanos, no solo de un amigo, sino también de un modelo de comportamiento académico a emular por todas las personas que continuamos su cuidadoso afán científico.

El enorme vacío de tus lecciones y recomendaciones permanecerá en el pasillo de la cuarta planta de la Facultad y tu falta, Jacinto, perdurará el tiempo que al resto nos otorgue la vida académica.

Beti gogoan, agur.

 

Mikel Mari Karrera, profesor titular de Derecho Civil de la Facultad de Derecho