euskaraespañol

Director del Instituto Wake Forest de Medicina Regenerativa (WFIRM)

James J. Yoo: «La medicina regenerativa requiere de diferentes conocimientos para crear nuevos órganos y tejidos»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 02/11/2023

James J. Yoo
James J. Yoo | Foto: Nuria González. UPV/EHU.

El Dr. Yoo es profesor y director asociado del Instituto Wake Forest de Medicina Regenerativa (WFIRM) y miembro electo del Instituto Americano de Ingeniería Médica y Biológica (AIMBE). Su investigación se centra en el desarrollo de tecnologías de ingeniería de tejidos y enfoques terapéuticos para su traslación a la clínica y ha desempeñado un papel decisivo en el desarrollo de sistemas de bioimpresión de piel e impresión integrada de tejidos y órganos para aplicaciones preclínicas y clínicas.

James J. Yoo impartió una conferencia en la Facultad de Farmacia de la Universidad del País Vasco sobre el desarrollo de tecnologías de apoyo para abordar las brechas traslacionales en la medicina regenerativa, promovida por el Laboratorio Conjunto de Investigación en Desarrollo Farmacéutico Avanzado sustentado por la UPV/EHU y Tecnalia. Su visita ha permitido materializar una colaboración internacional entre el grupo de investigación NanoBioCell y el de Wake Forest.

Conseguir piel, tejidos u órganos mediante bioimpresión es mucho más que reunir un conjunto de células. ¿Qué hace falta?

La bioimpresión es una herramienta muy sofisticada que nos ayuda a construir mejores tejidos y órganos para aplicaciones clínicas. Hay muchos componentes diferentes dentro de una bioimpresora que nos permiten generar tejidos. Uno de ellos es, obviamente, un hardware de bioimpresora lo bastante sofisticado y potente como para distribuir las células y los biomateriales en los lugares deseados. Otro de los componentes es la biotinta (la análoga a la tinta para impresora): se trata de un material que se mezcla con las células para su administración. Y luego, por supuesto, hay un software, que guía a la bioimpresora en la distribución del tejido necesario.

¿Cuáles son los hitos más importantes que ha conseguido en su recorrido profesional?

Nos interesamos por la bioimpresión hace casi 20 años, y antes de ello construíamos tejidos y órganos manualmente. Sin embargo, hacer las cosas a mano crea discrepancias. Por lo tanto, buscábamos una forma de cerrar esa brecha y ofrecer a los y a las pacientes órganos más precisos y reproducibles. Estudiamos distintas tecnologías, y determinamos que la bioimpresión es una tecnología que podría desarrollarse para conseguir precisamente eso, cuando esta tecnología todavía no estaba disponible. Se ha demostrado que la bioimpresión puede liberar células individuales. Sin embargo, nosotros queríamos desarrollar un sistema que pudiera crear tejidos implantables o construcciones tisulares para terapia. Formamos un equipo para construir un bioimprimible adecuado para generar construcciones tisulares para implantes. Nuestro equipo ha desarrollado varios prototipos diferentes, como una impresora de tejidos o una impresora que puede imprimir piel directamente en las heridas. Esos son algunos de nuestros logros en hardware. También desarrollamos diferentes biotintas que pueden utilizarse para imprimir y generar tejidos y órganos.

En muchos ámbitos de la biomedicina resulta muy difícil dar el salto del laboratorio a la aplicación preclínica y clínica. ¿Cómo se pueden superar esas brechas traslacionales en la medicina regenerativa?

Es una pregunta muy difícil porque la mayor parte de la investigación se ha realizado en el laboratorio. Llevar esa tecnología a la aplicación clínica ha sido todo un reto, no sólo por las limitaciones tecnológicas a las que nos enfrentamos, ya que creo que hay que mejorar el hardware y el software, y desarrollar biotintas específicas para cada tejido u órgano. Además, existe un componente legislativo; hay que demostrar la seguridad y eficacia de la bioimpresora frente a organismos reguladores como la FDA u otras agencias reguladoras de todo el mundo. Eso ha retrasado el progreso. La comercialización es otro componente en el que tenemos que pensar, porque se puede desarrollar una tecnología de bioimpresión que pueda proporcionar determinados tejidos y órganos, pero ¿cómo distribuirla ampliamente entre las personas? Eso sólo puede hacerse mediante su comercialización. Esos son los dos grandes retos con los que los investigadores y las investigadoras no estamos familiarizados y que hay que integrar para que la tecnología avance y llegue a los y a las pacientes.

Los órganos artificiales desarrollados a partir de células del propio paciente cambiarían vidas, reducirían las listas de espera para trasplantes y ayudarían a acabar con la escasez de órganos. ¿Estamos cerca de conseguirlo?

Estamos más cerca que ayer, pero tenemos un largo camino por delante. Hemos avanzado mucho en el desarrollo y la creación de tejidos y órganos para aplicaciones clínicas. A pesar de que hemos llevado múltiples sistemas de tejidos a pacientes, y tenemos estudios en curso y otros previstos, aún están en fase de ensayo clínico. Algunos tejidos ya han sido utilizados en pacientes; pero, en términos generales, todavía queda un largo camino que recorrer hasta tratar a pacientes de todo el mundo, porque los ensayos de los tratamientos tienen diferentes fases. Hay que seguir demostrando la eficacia de la terapia. Nos estamos acercando, pero aún no hemos llegado.

El instituto WFIRM colabora con más de 400 organizaciones de todo el mundo. ¿Es importante la colaboración multidisciplinar para alcanzar esos objetivos?

Absolutamente. Hoy en día no se puede hacer nada solo. Por eso hay que trabajar con un equipo de expertos de diferentes especialidades para lograr un objetivo común. Porque la medicina regenerativa es un campo muy amplio que requiere de diferentes conocimientos para crear nuevos órganos y tejidos. Por lo tanto, sí, sin duda colaboramos no sólo dentro de nuestro instituto, sino también dentro de la Universidad Wake Forest, así como a nivel nacional e internacional. Trabajamos con mucha gente, y esperamos trabajar también con la Universidad del País Vasco. Esperamos establecer una colaboración con el grupo NanoBioCell.