El marketing, la publicidad, la promoción… son esenciales en el porvenir de un filme, aunque siempre haya sorpresas. ¿Te ayudó a encarar tu carrera contar con estudios de Publicidad?

La promoción es fundamental para el recorrido de una película y como actriz participo en ella, pero como intérprete, hablando de los proyectos, no como publicista. A mí no me toca hacer uso de aquello que aprendí; esa es tarea de otros departamentos. Mis estudios sí que me sirvieron, quizá, para tener una mirada propia, crítica, respecto al mundo de la publicidad, que no deja de estar en contacto directo con la industria del cine y con el mundo de la imagen pública. Mi paso por la Universidad también me sirvió para entrar en relación con el resto de universitarios y universitarias. Con nuestra joven hambre de experiencias, arte y cultura, me nutrió muchísimo en ese aspecto, algo que considero que forma parte de lo que soy y de lo que entrego en mi trabajo. 
 
¿Cómo afrontaste el papel de Lide? ¿Por qué crees que pensaron en ti para darle vida?

Para mí, el guion fue una delicia. Ahí estaba todo. Trabajé mucho destripándolo, y encontré muchísimo material con el que trabajar. Las escenas, las situaciones propuestas, me fueron llenando de una memoria desde la que vivir a Lide con mucha verdad. Tuvimos muchos ensayos, eso también fue muy acertado. Por otro lado, Gorka Lazkano fue mi ‘coach’ de euskera, quien me ayudó, mucho y muy bien, con el tema del idioma. Que yo interpretase a Lide fue idea de Katixa de Silva, productora ejecutiva, y David Pérez Sañudo, director; habían visto otros trabajos míos y se interesaron. Antes, hicimos un corto para probar un poco el trabajo en común. Y al final, se decidieron y me decidí.
 
Competías con Candela Peña, Kiti Mánver y Amaia Aberasturi. Las dos primeras tienen una amplia trayectoria, y Amaia Aberasturi estaba nominada por ‘Akelarre’. Dos vascas que se podrían haber llevado el premio a mejor actriz.

Fue un honor compartir nominación con las tres. Estar entre esas veteranas, ‘animalas’ de la escena, me parecía, por momentos, surrealista. Y es verdad que compartirlo con Amaia, y llevar juntas el euskera y nuestra casa hasta allí, fue muy bonito.

¿Responde eso al gran trabajo cinematográfico que se está haciendo por aquí en los últimos años? Los Goya siempre dejan constancia de ello en forma de premios que acaban en manos de trabajadores y trabajadoras del mundo del cine vasco.

Supongo que sí, que no dejamos de ser parte de un camino. Los que nos preceden van abriendo huella, y sí, están siendo años muy fructíferos, con películas vascas preciosas, de una calidad suprema, que están llegando muy lejos. Otras, quizá, no tengan recorridos tan extensos, pero en sus pequeños caminos han ido dejando una hermosa impronta y hacen que nuestro cine sea muy interesante y de gran calidad.

¿Te ha afectado la pandemia durante el pasado 2020? ¿Este Goya será un buen espaldarazo para ti o mejor no adelantar nada en esta profesión?

¿A quién no le ha afectado? Esto es un hito en nuestras vidas. Nuestro mundo ha cambiado radicalmente. En lo profesional, me ha afectado, porque el propio sector ha tenido que adaptarse a la situación: rodajes, salas de cine, festivales… pero, a pesar de todo, ha sido un buen año para mí en ese aspecto. Entre otras cosas, porque el estreno de ‘Ane’ ha traído un importante reconocimiento a mi trabajo, y, además, me están llegando propuestas nuevas e interesantes. Lo que el Goya traiga, está por verse.