Una pequeña COP30 en una asignatura de Filosofía
La simulación de una Asamblea Ciudadana Climática sienta las bases para formar una comunidad de aprendizaje crítica y empática
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Fecha de primera publicación: 13/11/2025
En el segundo cuatrimestre de 2025, el curso optativo de cuarto año ‘Justicia y Derechos en el Siglo XXI’ del grado en Filosofía, en la Facultad de Educación, Filosofía y Antropología, llevó a cabo una simulación de una Asamblea Ciudadana Climática Comunitaria. “El objetivo era integrar aprendizaje teórico y práctica experiencial para sumergir al alumnado en los dilemas éticos, políticos y ecológicos que plantea la gobernanza climática actual”, explica el profesor Antonio Casado. El proceso fue desarrollado en colaboración con el proyecto UPMS de Emaus Gizarte Fundazioa, con la facilitación de Júlia Barjau , Céline Moreaux y el profesor. El experimento simuló ser parte de una iniciativa global vinculada a la Global Assembly for People and Planet, que busca ser un altavoz para la población en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP) que se celebra esta semana en Brasil. Es decir, los y las estudiantes de la EHU reflexionaron enfocados en la COP30 de Bélem.
A diferencia de los procesos deliberativos tradicionales, cada estudiante asumió el papel de un personaje ficticio pero verosímil, que representaba diferentes perspectivas sociales, generacionales y ecológicas, incluyendo entidades no humanas. “Esto transformó la asamblea en un microcosmos simulado de justicia intergeneracional e inter-especies. La deliberación se convirtió en un espacio de imaginación ética y narración colectiva”, recuerda Casado. Así mismo, se enfatizó el desarrollo del pensamiento crítico y creativo, la empatía y la toma de decisiones colaborativa, utilizando el juego de rol encarnado o LARP (Live Action Role Playing) como método pedagógico.
Eso sí, esa fase de simulación se llevó a cabo tras una fase inicial dedicada a clases sobre teorías políticas de la justicia y ciencia climática, lecturas guiadas sobre debates actuales en gobernanza climática, y colaboración con organizaciones externas. Y la propia simulación se estructuró en dos fases: en marzo debatieron sobre alfabetización climática y análisis de megatendencias globales y de abril a mayo se llevó a cabo la ‘Asamblea Climática Comunitaria’.
Una asamblea de tres días
La asamblea, compuesta por 30 miembros, para simular representatividad, incluyendo diversidad de género, edad, origen socioeconómico, comunidades marginadas y roles de entidades no humanas, como, por ejemplo, océanos y bosques, se desarrolló en tres jornadas. Los y las estudiantes se dividieron en cinco grupos temáticos para abordar áreas como mitigación y adaptación al cambio climático, interconexión entre seres y ecosistemas, transición justa global, justicia restaurativa ambiental y derechos de la naturaleza. Cada grupo preparó recursos didácticos y presentó sus hallazgos al conjunto de la asamblea.
Tras la presentación, se llevó a cabo un debate cruzado entre grupos para integrar perspectivas y registrar dilemas e ideas, y después redactaron, debatieron y votaron las recomendaciones políticas, que necesitaron un mínimo del 75% de apoyo para su aprobación. Estas son algunas de las que consiguieron pasar el filtro: integrar la voz de personas sin hogar en la toma de decisiones climáticas; suspender proyectos ambientalmente controvertidos, como el Guggenheim Urdaibai, e impulsar reformas legales que reconozcan el valor intrínseco de entidades no humanas.
Algunos de los adjetivos que utilizó el alumnado para calificar la experiencia fueron “original”, “desafiante” y “transformadora”. También apreciaron la dinámica diferente y el aprendizaje sobre justicia restaurativa; destacaron la motivación generada por la participación activa y las facilitadoras expertas, y valoraron la oportunidad de adoptar roles diversos, lo que amplió su empatía y comprensión crítica.
En la cara b, señalaron limitaciones, como falta de tiempo suficiente para una deliberación más profunda, dificultades para conectar con algunos roles asignados y problemas en la dinámica grupal.
Pero si algo les quedó fue el valor de aprender a deliberar y argumentar mejor y de formar una comunidad de aprendizaje crítica y empática. “Experiencias colaborativas entre universidades y organizaciones de la sociedad civil, como la de EHU y Emaús, pueden generar aprendizajes transformadores”, concluye Antonio Casado.
