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Impacto social de la universidad: el caso de la Universidad del País Vasco
- Cathedra
Fecha de primera publicación: 12/06/2025

En los últimos años, el debate en torno al papel de las universidades ha cobrado especial relevancia, especialmente a raíz de la nueva Ley Orgánica del Sistema Universitario (LOSU). A ello se suma la reciente regulación sobre la creación de universidades, que ha llevado a la CRUE a advertir sobre el riesgo de banalización del sistema universitario español. ¿Son las universidades solo centros de formación? ¿Se limitan a investigar? ¿O deben convertirse en agentes activos de transformación social? Estas preguntas, cada vez más presentes en la agenda pública, exigen respuestas claras. En este contexto, la Universidad del País Vasco ha dado un paso significativo al evaluar su impacto social mediante un modelo de contabilidad social riguroso, adaptado a la realidad compleja de la educación superior.
Esta iniciativa ha sido desarrollada por el grupo de investigación ECRI (Ethics in Finance & Social Value), y se ha enmarcado en un proyecto competitivo Universidad-Sociedad financiado por la EHU, y por LantegiBatuak y GEAccounting. El objetivo no ha sido solo medir, sino también visibilizar el valor que la universidad genera para la sociedad, es decir, para sus grupos de interés o stakeholders.
Más que el resultado final, lo más valioso es el propio proceso. Medir el impacto social no consiste simplemente en obtener una cifra, sino en abrir un espacio de reflexión continua sobre el propósito institucional, sus relaciones con la comunidad y su contribución al bienestar colectivo. De hecho, aunque sea la foto del momento, el modelo es siempre dinámico ya que las actuaciones y realidades van cambiando. Sin duda, hacia un cambio de lograr responder a las necesidades de la sociedad.
Para valorar ese impacto social, se ha utilizado un modelo que monetiza el valor social, es decir, que lo traduce en unidades monetarias. Este valor se divide en dos partes: el valor de mercado, que incluye todas las transacciones económicas recogidas en las cuentas (sueldos, becas, impuestos, etc.), y el valor de no mercado, que recoge aspectos sin una contraprestación en euros, pero con gran valor social, como el voluntariado, las redes y asociaciones, la promoción del euskera o las alianzas con agentes del entorno. Aunque estos valores no se compran ni venden, los stakeholders los reconocen como relevantes. Para poder integrarlos en el análisis, se utilizan equivalentes monetarios llamados proxies, que permiten estimar su valor en euros.
Aun así, el resultado numérico tiene peso. El análisis estima que la universidad ha generado más de 1.000 millones de euros en valor social, y que, por cada euro recibido en financiación pública, devuelve más del doble en valor social. Este retorno se alinea con lo observado en otros estudios similares. Todo ello ha sido validado por el comité de ética de la universidad, lo que refuerza la calidad y transparencia del trabajo, y ha quedado recogido en una publicación editada por ESIC.
El enfoque del proyecto ha sido participativo: se ha escuchado a los distintos grupos de interés para identificar qué aspectos valoran y cómo perciben la contribución de la universidad. Esta escucha activa es esencial para una institución que aspira a ser socialmente responsable, no solo hacia fuera, sino también dentro de su comunidad.
Se ha cumplido el objetivo principal de diseñar un modelo de contabilidad social aplicable al ámbito universitario. No obstante, quedan retos pendientes. Es fundamental seguir midiendo periódicamente, analizar los datos con espíritu crítico y tomar decisiones estratégicas basadas en esa evidencia. Aunque la universidad destaca en formación e investigación, también genera valor en transferencia, cultura y cohesión social. Sin embargo, en estas últimas áreas aún no se han establecido incentivos claros que animen al personal académico a implicarse, ni una gobernanza del dato que permita visibilizar todo lo que se hace.
Uno de los desafíos más complejos es medir el valor emocional, ese impacto intangible pero crucial que afecta al bienestar, la autoestima y el sentido de pertenencia de quienes forman parte de la universidad. Aunque más difícil de cuantificar, es un componente clave del valor social generado.
La presentación pública del informe, celebrada el 9 de junio de 2025 en el Bizkaia Aretoa, fue un hito institucional. Contó con la presencia de rectores, exrectores, representantes del Gobierno Vasco, directivos de entidades sociales y financieras, profesorado, alumnado y otros actores de la sociedad civil. Esta visibilidad institucional refuerza la legitimidad del modelo y evidencia el compromiso de la universidad con su entorno.
Finalmente, uno de los retos a futuro será impulsar un proceso de isomorfismo mimético, es decir, fomentar que otras universidades adopten este modelo al reconocer su utilidad. Cuando una buena práctica se extiende, se refuerza su legitimidad y se fortalece el compromiso del sistema universitario con la sociedad. Cuantas más universidades se sumen, más sólido será el modelo y más transformadora será la educación superior.