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In memoriam: Joxe Azurmendi (1941-2025), pensador comprometido con el País Vasco

  • Crónica

Fecha de primera publicación: 03/07/2025

Joxe Azurmendi | Foto: Nagore Iraola. EHU.

Acabamos de recibir la noticia de que Joxe Azurmendi nos ha dejado. Por un lado, nos entristece la pérdida de un guía y compañero de viaje de su calibre, pero por otro nos felicitamos por la suerte de haberlo conocido y trabajado con él. Podemos afirmar que ha sido un pensador productivo y fecundo, como lo atestiguan los 40 libros y 600 artículos que nos ha legado. No es simplemente una forma de hablar: sus lectoras y lectores siempre le hemos ido a la zaga, sin llegar a ponernos nunca al día con su producción. Pero lo importante no es la cantidad, sino la calidad: Azurmendi no solo ha escrito mucho, sino que además lo ha hecho bien y en profundidad, y con un contenido de nivel internacional. En otras palabras, su obra está a la altura de las figuras más sobresalientes del pensamiento. Por ese motivo creamos la Cátedra Joxe Azurmendi en 2019, una iniciativa conjunta de la Universidad del País Vasco, la Diputación Foral de Gipuzkoa y la fundación Jakin. Y es que el legado de Azurmendi es un tesoro demasiado valioso para quedar enterrado.

Si algo ha caracterizado a Joxe, tanto en su vida como en su trabajo, ha sido su compromiso con el País Vasco. Ha vivido para trabajar y ha trabajado para vivir, sin conflicto ni tensión, porque amaba a su País Vasco sobre todas las cosas. Le sobraban capacidades para ganar medallas y galardones, pero ha preferido priorizar el fondo sobre la forma, y en eso radica uno de sus mensajes fundamentales: en lo que atañe a lo vasco, lo que de verdad importa es ir a lo esencial, no guardar las formas. Por eso escribió casi toda su obra precisamente en euskera, porque a la lengua vasca no la vamos a salvar en inglés, ni tampoco en español ni francés. Y esto ha tenido su precio, pero él lo ha pagado gustosamente, porque valoraba la coherencia por encima de todo. El suyo ha sido un compromiso con el euskera, o mejor dicho, un compromiso con el país del euskera, porque la lengua no es nada sin sus hablantes, y el euskera nada es sin los y las euskaldunes. Por eso Azurmendi puede hablar de sus derechos morales, es decir, de nuestros derechos lingüísticos. Joxe nos ha enseñado que en nuestra pequeñez, debemos labrar nuestra propia dignidad. Nadie nos va a hacer los deberes, y en esta tarea hemos de concentrarnos en lo colectivo, en lugar de mirar cada cual a su ombligo. ¡No hay nada sin conciencia y acción colectiva!

El propio Joxe era un hombre de grupo, concreta y especialmente, miembro del equipo del Jakin histórico: recordemos a J. M. Torrealdai, J. Intxausti y P. Agirrebaltzategi. También a Txillardegi y a P. Iztueta. A todos ellos, y a otros más, los vinculamos con la generación del 56 —en plena dictadura franquista, no lo olvidemos— y de un modo u otro todos comparten otra cosa: la idea de que para que el País Vasco tenga un futuro como pueblo, es necesario, sí o sí, desarrollar su lengua, su cultura y su pensamiento. La aportación de Joxe ha sido extraordinaria en todo esto, por ejemplo estudiando la obra de autores vascos y comparándola con la de otros autores europeos. Nos ha ayudado así a entender mejor qué y quiénes somos, y a imaginar a dónde queremos ir. A pesar de todo, Joxe jamás asumió el papel de salvador. Eso sí: tuvo las cosas claras y habló siempre muy claro, con humildad pero sin complejos. Por eso siempre fue fácil trabajar con él: era superior al resto, pero no se situaba por encima de nadie. Una de sus frases era: “Creo en el sistema de la cascada”. Nadie tiene culpa de ser más tonto que el resto, nadie tiene ningún mérito por ser más lista que los demás. Pero tampoco sobra nadie: lo importante es que cada cual se preste a aportar su “gota de agua”.

La Cátedra Joxe Azurmendi, que persigue la investigación, el aprovechamiento y la transmisión del pensamiento del filósofo, ha de entenderse en esa misma clave, porque la cuestión no es admirar o adorar su obra, sino cultivarla y desarrollarla. Para decirlo de otra manera —y Joxe estaría de acuerdo—, tenemos que usar su obra, incluso mancharla, porque el objetivo no es otro que fortalecernos críticamente. Sus libros y sus artículos no son intocables, sino herramientas o medios para complementarnos. Basta tomar cualquiera de sus textos para encontrar una idea interesante, y basta releerlo para hallarle sentidos nuevos. Lejos de ser una reliquia del pasado, la obra de Joxe Azurmendi contiene un pensamiento contemporáneo que mira directa y deliberadamente hacia el futuro. Por eso aceptó Joxe que le pusiéramos su nombre a la cátedra, porque lo más importante no era su figura, sino el testimonio que nos ha legado. El mejor homenaje que le podemos rendir es mantener nuestro compromiso con el País Vasco. Descanse en paz.

 

Iñaki Zabaleta Gorrotxategi
Director de la Cátedra Joxe Azurmendi de la UPV/EHU