Investigadoras del grupo de investigación BIRTE (Bilbao Research Team in Economics) de la EHU han analizado cómo contribuyen diferentes políticas fiscales a reducir las emisiones de carbono, el uso de agua y el desperdicio de comida que genera el consumo de alimentos. Concluyen que la subida generalizada de impuestos sobre todos los productos no es tan efectiva como subvencionar y gravar de forma diferenciada cada categoría de alimentos. También señalan la importancia de diseñar políticas diferenciadas según los objetivos a alcanzar.
Las políticas fiscales, muy efectivas para mitigar los impactos ambientales de la alimentación
El grupo de investigación BIRTE de la EHU identifica combinaciones óptimas de impuestos y subvenciones para reducir las huellas ecológicas del consumo de alimentos
- Investigación
Fecha de primera publicación: 19/06/2025

La alimentación tiene un gran impacto en el medio ambiente, dado que la producción, el procesado, el transporte, la preparación y su consumo final requieren mucha agua, generan altas emisiones de carbono y provocan el desperdicio de muchos alimentos. Así lo afirma M.ª José Gutiérrez, catedrática de Análisis Económico de la EHU y miembro del grupo de investigación BIRTE. Sin embargo, cabe recalcar que no todos los productos tienen los mismos efectos ecológicos. Por ejemplo, la producción de cereales destaca por necesitar muchos litros de agua, mientras que la de carne produce grandes cantidades de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, lo que comemos juega un papel importante tanto en nuestra salud, como en la del planeta. Si nuestra dieta cambia, nuestra huella ambiental también.
Ante esta situación, entre las razones que llevan a cambios en nuestra dieta, el grupo de investigación BIRTE de la Universidad del País Vasco (EHU) se ha centrado en los factores económicos, y en concreto en el potencial de las políticas fiscales para paliar la huella ecológica de la alimentación. El grupo de investigación BIRTE (Bilbao Research Team in Economics) de la Facultad de Economía y Empresa investiga demografías de mercados laborales, macroeconomía y finanzas, políticas económicas, economía de recursos naturales y medio ambiente, mercados energéticos, redes, análisis de conflictos, economía industrial y política económica, entre otros. “Cuando suben y bajan los precios de los alimentos, la composición de la cesta de la compra cambia y, por lo tanto, el efecto sobre el medio ambiente también. Y teniendo en cuenta que los impuestos y las subvenciones, al fin y al cabo, son una manera de modificar los precios, hemos analizado la forma concreta en la que influye gravar y subvencionar ciertos alimentos en los hábitos de compra de la gente”, explica María José Gutiérrez, catedrática de Análisis Económico de la EHU.
Para realizar los cálculos, han partido de la base de datos del Ministerio español de Agricultura, Pesca y Alimentación que ofrece información muy detallada sobre la composición mensual de la cesta de la compra de un hogar medio, en un periodo de 20 años. “A través de herramientas estadísticas, somos capaces de estimar cómo respondería la población a diferentes combinaciones de impuestos y subvenciones. Es decir, qué dejaría de consumir o qué compraría en mayor cantidad. A su vez, sirviéndonos de resultados de otros estudios, hemos podido calcular el impacto medioambiental de cada cesta de la compra y, de los resultados obtenidos, concluimos que, efectivamente, las políticas fiscales son herramientas efectivas para reducir la huella ecológica de la alimentación”, detalla Gutiérrez.
Impuestos y subvenciones por categorías de alimentos y adaptados a los objetivos
Por un lado, una de las conclusiones principales que han extraído es que las políticas generales no son muy efectivas. La investigación revela que, por ejemplo, una subida del IVA del 20 % a todos los productos alimenticios, bajaría la huella de carbono solo un 3 %, y las huellas de consumo de agua y desperdicio de comida menos del 1 %. “Con tal subida de los precios, consumiríamos muchos menos alimentos y, por lo tanto, se reduciría el impacto ambiental, pero hemos comprobado que sería de manera muy limitada. En cambio, las conclusiones del estudio constatan que las políticas diferenciadas, las que gravan algunos alimentos y subvencionan otros, obtienen mejores resultados alcanzando en algunos casos una reducción de la huella de carbono del 18 % o del 11 % del uso de agua”, explica Gutiérrez.
En lo que se refiere a las políticas diferenciadas, el estudio de la EHU da un paso más y logra identificar las combinaciones de impuestos y subvenciones óptimas para mitigar el impacto ecológico de la alimentación. “No nos decantamos por una opción en concreto, si no que ponemos a disposición de los y las legisladoras información para que puedan diseñar las políticas fiscales que mejor se adaptan a sus objetivos”, aclara Gutiérrez.
Y es que las investigadoras subrayan que es especialmente importante marcar las prioridades y tener presente qué huella es la que más interesa mitigar, porque el estudio ha revelado que no existen combinaciones de impuestos y subvenciones que consigan reducir los tres tipos de impactos ambientales de manera significativa. De hecho, han comprobado que la mayoría de las fórmulas estudiadas, acarrean inevitablemente que alguna de las huellas aumente. Sin embargo, Gutiérrez indica que también han dado con algunas combinaciones que mitigan los tres impactos ambientales: “Por ejemplo, subvencionando las legumbres y semillas oleaginosas, los cereales y los productos del mar un 20 %; y gravando en la misma medida, la carne, las frutas y los vegetales, los huevos, los lácteos y el resto de las categorías, se reduciría la huella de agua un 11 %; la de carbono, un 9 %; y el desperdicio de comida bajaría un 4 %. Bajan todos los impactos, pero si para los y las reguladoras la prioridad es disminuir las emisiones de carbono, puede que no sea suficiente”.
La importancia de que las subidas y bajadas de precios sean elevadas
Por otro lado, la investigación destaca que, para que el impacto de las políticas fiscales sea grande, las subidas y bajadas de precios tienen que ser elevadas. Gutiérrez aclara que esto sucede porque “la demanda de alimentos es lo que los economistas llamamos inelástica. Por poner un ejemplo, si el precio de los cereales aumenta un 1 %, su consumo se reduce un 0,53 %. Como no es proporcional, si se quieren obtener grandes cambios, se tienen que aplicar grandes subidas o bajadas. Es por ello, que hemos realizado las estimaciones con impuestos y subvenciones de hasta el 20 %”.
Por último, el estudio de la EHU señala que no se deben olvidar los efectos colaterales de las políticas fiscales aplicadas a los alimentos, tales como las consecuencias sociales y nutricionales que pueden ocasionar: “Dado que en algunos casos puede suceder que, para reducir la huella ambiental, se estén subiendo los impuestos de productos que constituyen la base alimentaria de la población más vulnerable. O también, puede pasar, que, por ejemplo, como consecuencia de gravar las frutas y verduras con el fin reducir el consumo de agua, se baje su consumo y, por lo tanto, también disminuya la ingesta de vitaminas esenciales”, precisa Gutiérrez. Adelanta que, en futuros trabajos, tienen previsto ahondar en los efectos nutricionales.
Información adicional
María José Gutiérrez es catedrática de Análisis Económico de la Facultad de Economía y Empresa de Bizkaia. Imparte clases en el Doble Grado en Administración y Dirección de Empresas y Derecho y es directora del Programa de Doctorado de Finanzas y Economía Cuantitativas. A lo largo de su trayectoria, sus principales líneas de investigación se han centrado en la economía ambiental y de recursos naturales y, recientemente, ha comenzado a trabajar en economía de la salud.
Este artículo científico ha sido desarrollado conjuntamente por Belén Inguanzo, investigadora que realizó su doctorado en la EHU, y Susan Orbe, del Departamento de Métodos Cuantitativos y miembro del equipo de investigación BIRTE. La actividad investigadora de Susan Orbe se ha centrado en el desarrollo y aplicación de estimadores no paramétricos y, en los últimos años, ha abierto una línea de trabajo centrada en el estudio de la desigualdad en ámbitos como la salud, la educación y la energía.