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Joxerramon Bengoetxea Caballero
¿Sobrevivirá la UE al nacional-populismo?
Rector de la EHU
- Cathedra
Fecha de primera publicación: 04/12/2025
‘Will the EU Survive Populis Nationalism?’. Este es el título del libro que presentamos el lunes en el Instituto Internacional de Sociología Jurídica, en la antigua Universidad de Oñati, cuna de nuestra primera universidad vasca en el áureo siglo XVI. A escasas semanas de iniciar nuestra andadura en el Rectorado respondimos a la llamada conjunta de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y del presidente de Francia, Emmanuel Macron, con la iniciativa Choose Europe for Science. El nuevo escenario geopolítico mundial y el impulso a los populismos y discursos nacional-populistas de las grandes potencias (Rusia, China, India, USA) y de sus emisarios europeos (AfD, Vox, PiS, Fidesz, Lega, FdI, Rassemblement National, Aurora, PVV, ...) están intentando desplazar al modelo de integración europea basado en los valores humanistas y democráticos, centrando el debate intelectual en torno al nudo poder, sustituyendo un orden internacional basado en normas por uno basado en la fuerza y abriendo guerras culturales entre distintos modos de vida y de pensamiento, retos que será necesario abordar desde todas las ciencias. En este contexto, las universidades hemos de adoptar un doble papel: en primer lugar, el impulso de la competitividad y el bienestar a través del desarrollo científico-tecnológico; y, en segundo lugar, promover una universidad transformadora que propugne la democracia, la igualdad, la conciencia ecológica y el desarrollo cultural y comunitario.
Las Universidades europeas debemos levantar la voz frente a la intolerancia y la irracionalidad, frente a la violencia y la guerra, frente a los abusos y frente a las desigualdades que perpetúan la pobreza. Según el Informe del G20 liderado por el Nobel de Economía Joseph Stiglitz para el Comité Extraordinario de Expertos independientes sobre la desigualdad global, (noviembre 2025), por cada euro de riqueza creado desde el año 2000, 41 céntimos han ido a parar al 1 % más rico y solo 1 céntimo al 50 % de la población más pobre. Esta riqueza no es solo económica o financiera; se traduce además en influencia política, y amenaza al desarrollo económico y a la propia democracia en muchos países, también en Europa.
Como apunta Enric Juliana (“El cesarismo está ganando fuerza en el mundo”, La Vanguardia, 16-11-2025), una ola de pesimismo recorre Occidente en lo que se refiere al futuro de la democracia liberal. El agotamiento del canon antifascista surgido de la Segunda Guerra Mundial, la reaparición de la dinámica de bloques, el progresivo desacople de la globalización, el rearme general, el incremento de las desigualdades sociales, la polarización inducida por las redes sociales, la fragmentación de la sociedad en nichos digitales, la desubicación juvenil y el incierto impacto de la denominada inteligencia artificial en la economía y el trabajo están alimentando una difusa desesperanza, especialmente palpable en las sociedades europeas. A esto se puede añadir la crisis, no solo de Europa, sino del mismo atlantismo en el que ésta se ha sustentado. Joschka Fischer nos recuerda que Steve Bannon y sus aliados populistas europeos rechazan todo lo que representa la integración europea: los valores ilustrados, la superación del nacionalismo de los Estados-nación, la agenda de los ODS (‘Project Syndicate’, 2025/11/24). El movimiento MAGA es de un nacionalismo exacerbado y está dispuesto a fraguar alianzas con toda visión chovinista, supremacista y machista de la política. Trump piensa que la UE se creó para fastidiar a los EEUU, pero de paso se ha cargado también el trans-atlantismo, sin expresar el más mínimo rubor en confabularse con Putin para absorber Ucrania o con Netanyahu para absorber Palestina.
Europa, como sistema, está siendo atacada y no está sabiendo reaccionar para proteger sus valores fundacionales, que son los recogidos en el artículo 2 del Tratado de la UE; pero tampoco se está tomando en serio la inversión en ciencia, tecnología einnovación. El informe Draghi reconoce precisamente dos niveles de competitividad: la innovación (en todos los sectores) y la investigación científica de máximo nivel (excelencia).
Europa debe mejorar en ambos aspectos, ciencia con transferencia y gobernanza democrática, pero sin las Universidades no es posible. Ese fue el mensaje de La Sorbona, ‘Choose Europe’. Una gobernanza flexible, inclusiva y reflexiva debe facilitar su transformación. Es necesario mantener y reforzar los programas de apoyo a la investigación (Horizon) y a las personas investigadoras (Marie Curie, ERC), dar mayor impulso a las alianzas universitarias europeas, pero también contar con un tejido industrial y con una cultura empresarial mucho más empeñada en la innovación y en la asunción de riesgos, junto con una política pública de apoyo a la industria y al emprendimiento. Las universidades europeas hacemos investigación básica de gran calidad, pero no alcanzamos niveles comparables en transferencia, innovación y emprendimiento o emprendizaje. En definitiva, consolidar la financiación pública de la investigación y de las universidades es crucial para ser más competitivos, porque la construcción de una sociedad del conocimiento equitativa es la única fuente sostenible de legitimidad de la UE.