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Autora del Trabajo de Fin de Grado sobre la DANA de Valencia

Miren Garbiñe de Diego: «Después de dos días con la pala, supe que aquello sería mi TFG»

  • Entrevista

Fecha de primera publicación: 23/10/2025

Miren Garbiñe de Diego en Valencia | Foto: Miren Garbiñe de Diego

Miren Garbiñe de Diego, graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la EHU, ha dedicado su Trabajo de Fin de Grado a la DANA que afectó a Valencia. Coincidiendo con que el 29 de octubre se cumple un año del suceso, su proyecto —premiado con Matrícula de Honor— vuelve a ponerlo en el foco. El trabajo incluye un fotorreportaje, una fotonoticia, una noticia con fotografía, una entrevista y un fotoensayo sobre el antes y después de la DANA.

¿Cómo fue recibir la Matrícula de Honor? ¿Qué significó para ti ese reconocimiento?

Es reconfortante. Agradezco de corazón que, después de tantos meses de trabajo y dedicación, mi esfuerzo haya sido reconocido. Me siento muy orgullosa de que se haya podido apreciar y valorar todo lo que hay detrás del proyecto. Aun así, no puedo evitar sentir un poco de síndrome del impostor. A veces pienso que podría haber bajado más veces o hecho más fotografías.

¿Cómo surgió la idea de centrar tu Trabajo de Fin de Grado en la DANA de Valencia?

Nace de mis entrañas, de la llamada periodística que sentí desde mi casa viendo el desastre. En un ambiente lleno de desinformación y caos mediático, sentí la necesidad de ir allí y verlo con mis ojos. ¿Qué sucedía? ¿Qué decía la gente? ¿Cómo estaba todo? Estaba a “escasos” kilómetros de mi casa, no era otro país ni otro continente, estaba a unas horas en coche ¿Cómo podría no ir?

Como me han enseñado en la carrera, empecé a tocar puertas: mandar correos, subir historias, hacer llamadas… Encontré la forma de ir con el amigo del amigo de una amiga y allí me planté. Una vez allí, después de estar dos días con la pala, supe que aquello sería mi TFG. Intercambiando barrer y sacar fotos, recorrí Paiporta y Catarroja documentando la verdad que veía mi cámara.

¿Qué te llevó a elegir un enfoque visual para contar esta historia?

Para mí la cámara es una extensión natural de mi cuerpo, un medio con el que me relaciono con el mundo. Mis dos TFGs son fotográficos y en este caso sentí que era la forma más honesta de contar la historia. Las imágenes que capté reflejan la verdad que buscaba transmitir: la esencia de cada rostro, la luz, el encuadre y los pequeños detalles que hablan por sí solos.

El fotoensayo, especialmente, representa este enfoque de manera pura. No incluye texto, solo fotografías tomadas en noviembre y diciembre, organizadas en parejas para mostrar el avance del tiempo y las transformaciones visibles tras la DANA. Los rastros del barro, los utensilios abandonados, las aceras marcadas, los rostros que conservan la memoria del suceso... Todo ello construye un relato visual que va más allá de las palabras.

¿Cómo fue el proceso de realización?

En total he bajado tres veces. La primera fue el 9 de noviembre, diez días después de la DANA. Éramos seis chavales de 20 años; tras dos horas caminando por la carretera con el material, llegamos a Paiporta. Lo que más me impactó fue el olor del barro. Ojalá las fotografías pudieran captar ese horrible hedor que emanaba del barrizal. Vaciamos casas, limpiamos calles junto a decenas de voluntarios y, después de un rato por la zona me alejé de mi grupo y rondé por Paiporta con la cámara. Esa noche hubo una manifestación en Valencia, donde también hice fotos. Al día siguiente fuimos a Catarroja, algo menos afectada, y volvimos a Bilbao con una sensación extraña.

La segunda bajada fue el 14 de diciembre con RAD, una asociación local. Llevamos un autobús lleno de juguetes para los niños de Paiporta. Dormimos en un polideportivo y pasamos allí la mañana. Fue super Express, pero suficiente para que pudiera sacar fotografías de la zona y ayudar en algo. . La unión que se crea entre los voluntarios es inexplicable, es gente con la que no tenías nada en común hasta hace unas horas, pero que ahora formará parte de tu vida para siempre.

La tercera y última fue el 19 de julio, con mi hermano. Nos alojamos en Valencia y fuimos al refugio de animales de Mahican en Cheste. Luego volví a Paiporta, donde el olor seguía presente, y nada más pisar el pueblo me puse a llorar. Aunque el pueblo parecía recuperarse, muchos locales aún estaban cubiertos de barro. Por las mismas calles que una vez limpié de barro que me llegaba por la cintura, ahora circulaban coches.  Volví a Bilbao, donde todo seguía igual.

¿Recuerdas alguna imagen o momento que te haya marcado especialmente?

Fueron muchas emociones: llorar, reír, maldecir y abrazar. Nada más llegar a Valencia, un taxista de Paiporta nos contó que durante las riadas intentó salvar a un chico de unos 16 años atrapado en una ventana, pero desapareció ante sus ojos. Llevábamos cinco minutos allí y ya estaba llorando.

También recuerdo un momento precioso en Catarroja, cuando me encontré a un señor con una guitarra. A su alrededor, voluntarios y víctimas, admiraban en silencio el canto de una mujer, que acompañaba al guitarrista, mientras un rayo de luz los iluminaba.

Lo que más me marcó fueron las despedidas, los abrazos llenos de barro, las lágrimas de felicidad al terminar una tarea, las comidas compartidas, aquel encuentro con los perros de mahican y la noche en el polideportivo. Podría estar horas hablando de momentos hermosos dentro de aquel desastre.

¿Qué fue lo más difícil de ver o fotografiar?

Al principio, la gente me miraba mal y alguno incluso me intentó tirar la cámara al barro. ¿De qué medio eres? Me preguntaban. Yo enseguida les decía que era estudiante, que bajaba por cuenta propia, etc. Entonces en general se tranquilizaba y me contaban lo que ellos sentían hacia los medios. Escuchar que había gente que lo había perdido todo y aun así abrió su corazón a periodistas o redactores, que por culpa del morbo y de la mediatización, les sacaron de contexto. Ellos no se sentían escuchados ni vistos. Me avergonzaba saber que mis compañeros de gremio habían causado esa sensación en los ciudadanos.